Capítulo 31.

10.4K 943 315
                                    


Nicholas.

Al salir de las duchas del gimnasio, me coloqué algo de ropa que Jaques me prestó, porque mamá no me dejaría volver a entrar a casa después de gritarle que estaba loca, de todos modos, después de decirme que cada día me parezco más a mi padre, ella no se merecía una disculpa.

─ ¿Tienes perfume?─ Le pregunté a Jaques─. No traigo conmigo.

─Sí, en el bolso en el que trajiste la ropa─ contestó─. Sabía que preguntarías, te conozco como si fueras mi hijo.

─Gracias.

Apliqué detrás de las orejas y en las muñecas, apreciando el aroma que desprendía. Olía bien, a decir verdad, esperaba que a Oliver le gustara.

Podría tomar mi auto e intentar llegar hasta su departamento, pero era demasiado arriesgado, por lo que preferí tomar el subterráneo, como solía hacer cada que caía de improviso a su hogar. Ya había pasado una hora desde el horario del almuerzo, por lo que los vagones estaban bastante congestionados, aún así me las arreglé para subir. Una vez allí, estaba apretado ante tanta gente, de pronto sentí que alguien me empujaba.

─Lo siento.

─ ¿James?

─Oh, Nicholas, hola...

─Hola, ¿Qué tal?

─Todo bien─ murmuró, pero no parecía decirme la verdad─. ¿Puedes dejarme pasar hacia allá?

─Sí, claro. Espera─ Tuve que empujar un poco la espalda hacia atrás sobre la multitud para que pudiera pasar delante de mí─. Pasa.

En el momento, en que le di lugar, pareció pensarlo un instante, tuvo que pasar de costado, o sea, cara a cara conmigo, más estaba cabizbajo. Soltó una exclamación entre sorprendido y avergonzado, en el momento en que, siendo empujado por la otra parte de la multitud, su entrepierna rozó la mía. Me resultó bastante incómodo a decir verdad.

─Lo siento, lo siento, lo siento...─ musitaba, intentando avanzar─. Joder...

No dije nada, sólo esperé que la situación pasara. En caso de tratarse de Oliver, la situación no podría resultarme tan inocente.

─No pasa nada.

En el momento en que estaba por ir hacia el lado de la puerta, que evidentemente era su destino, una señora un tanto subida de peso se precipitó hacia el lugar. Solté un pesado suspiro.

─ ¿Hacia dónde vas?─ parecía haberlo preguntado con tal de desviar la atención de nuestra cercanía─. Si se puede saber.

─A la casa de un amigo─ contesté, y por plena cortesía, respondí con otra pregunta─. ¿Y tú?

─Tengo clases de francés.

─Ah, hablas francés.

─Un poco─ sonrió─. Tú eres en parte italiano, creí haber escuchado eso en el instituto.

─Sí, mis abuelos vinieron aquí hace unos años.

Caímos nuevamente en un silencio, que apenas se veía interrumpido por los sonidos cotidianos a nuestro alrededor de gente hablando, o simplemente el ruido del vagón.

Su cercanía a la mía, era en sí bastante sospechosa. Me pregunto si Oliver se pondría celoso en caso de vernos en ésta situación, porque yo lo estaría en caso de tratarse de él con otra persona. No pensé que fuera justo, tenía que ser lo suficientemente consciente para evitar incluso esos roces, porque aunque él no se fuera a enterar, no lo haría.

Entrenando al Baby Boy.Where stories live. Discover now