Capítulo 30: Ex.

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Las palabras nacen en las bocas de las personas y mueren en sus oídos, pero algunas palabras no mueren, sino que van a los corazones de las personas y sobreviven. Para Miles, las últimas palabras de Opal eran algo que nunca olvidaría.

Habían pasado casi tres años desde que ellos comenzaron su relación pero, en realidad, solo se habían alejado aún más. Miles la evitaba todo el tiempo y rechazaba sus muestras de amor frente a los demás. Opal, en cambio, amaba vehemente a Miles, no solo por su físico, veía su interior. Creía de que si algún día llegaba a sentir, sería el hombre perfecto. Estaba decidida a vencer su alexitimia.

Con esa firme convicción llamó una noche a Miles a su casa, sus padres estaban de viaje como usualmente lo hacían así que solo estarían los dos. Él llevó sus libros convencido de que estudiarían juntos, sin embargo, ella tenía otros planes. Mientras Miles leía distraído sus apuntes de clase, ella dejó atrás su última pizca de orgullo y se desnudó frente a él.

Era inexperta, él era el primer hombre de su corta vida. Pensaba que si lograba despertar en él algún deseo, tal vez así sentiría. Lo amaba, pero no se amaba ella misma.

Aunque todavía era joven, Miles supo que hacer. Rápidamente la cubrió con una sábana y se fue corriendo de su casa. Nunca miró atrás. Opal se sintió muy humillada, sabía que lo merecía pero no podía evitar sentirse así. Después de eso empezaron a correr rumores por toda la escuela, algunos decían que ella lo había seducido, otros más descabellados que le había pagado para estar con ella. Todos habían sido testigos de las constantes humillaciones que había pasado así que se burlaban y la acosaban por eso.

Cansada, se mudó a otra ciudad, lejos de todos los recuerdos dolorosos. No obstante, antes de que se fuera le dejó una nota a Miles:

«Cuídate. Vive como si no hubiera existido. Espero que nunca ames a nadie, no lo mereces.»

Él estaba resuelto a cumplir con esas palabras.

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Después de que Opal se fue, constantemente pensaba en cómo sería nuestro reencuentro

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Después de que Opal se fue, constantemente pensaba en cómo sería nuestro reencuentro.

Le debía mucho. Ella ayudó a mi madre y a mí cuando más lo necesitamos. Curó sus heridas por los golpes de mi padre, me acompañaba cuando me encerraban en el ático para hacerme más estudios y sobre todo, traía siempre con ella mostaza para dármela. Pasábamos horas y horas leyendo los libros de su padre y cuando alguien se molestaba por mi actitud, Opal estaba dispuesta a defenderme. 

Cuando nos volviéramos a encontrar, le agradecería por todo y pediría perdón por lo que le hice sufrir. Ya tenía hasta un discurso preparado, pero ahora todo era diferente a lo que imaginé.

Lo único que ocupaba mis pensamientos era Eleonor. Me preocupaba cómo reaccionaría cuando se enterara, ¿sufriría mucho? ¿me dejaría por eso? Tenía que aclarar todo de una vez por todas pero primero debía hablar con Opal.

Alexitimia Where stories live. Discover now