14.

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Una vez que mis padres supieron acerca de la charla que quería tener Antonio conmigo, tomaron la decisión de marcharse a casa, pues, al igual que yo, pensaban que la cosa se terminaría alargando hasta altas horas de la madrugada. Eran demasiados los puntos que debía aclararle a él para que llegara a comprender mi situación y me dejará volver a acercarme a su hija sin prejuicios.

Caminé de vuelta hacia el despacho de Antonio, de cuya existencia nunca antes había sido consciente, puesto que cuando yo me marché ésta era una habitación que sólo utilizaban para meter trastos viejos. Pasé a la habitación cerrando la puerta detrás de mí y avancé hasta el escritorio donde él se encontraba sentado y escribiendo algo en una libreta. Cuando terminó, levantó la vista y me hizo un gesto ofreciéndome asiento frente a él.

—Siéntate Liam, no tardaremos mucho —me indicó, bastante seguro de lo que decía. Yo sin embargo, discrepaba en ese aspecto. Él se echó hacia adelante en su asiento, juntó sus manos sobre la superficie de la mesa y entrecerró sus ojos mirándome con atención—. ¿Recuerdas una conversación que mantuvimos hace un tiempo en la que te comenté la situación de mi hija?

—Claro que la recuerdo —afirmé sintiéndome culpable por ciertas cosas que le había asegurado que no haría y, sin quererlo ni pretenderlo, hice.

Su mirada inquisitiva estaba consiguiendo ponerme cada vez más nervioso. Era como si me estuviera recordando una y otra vez lo mal que lo había hecho con _____, y lo tonto que había sido creyéndome a Danielle. Pero, ¿qué hubiera podido hacer yo en aquel momento? Si me hubiera desentendido de ella y era verdad que llevaba a mi hijo dentro, la sensación aún más fuerte de culpabilidad me perseguiría por el resto de mis días. No podía permitirlo, por eso hice lo que hice.

—Jamás fue mi intención dejarla... jamás —repetí, haciendo evidente la necesidad que tenía de que cambiara los ojos con los que me miraba—. Es cierto que todo el mundo pensó en lo irresponsable que había sido cuando mi ex novia se presentó en mi casa anunciándome su embarazo, y todo porque supuestamente no habíamos tomado precauciones. Pero, ¿sabe una cosa? Me alegro de que con el tiempo todos hayáis podido comprobar que yo, al igual que _____, he sido una victima en todo esto. Tomé la decisión que creí correcta, pues me parece totalmente injusto que un niño crezca sin el cariño de sus dos padres, y más cuando ninguno tiene impedimentos para criarlo. Y le digo más, fue su hija la que, al ver lo indeciso que estaba en un principio, me empujó y me convenció para irme y adoptar el papel que en ese momento me tocaba...

—Liam, Liam... —me interrumpió al ver que cada vez tomaba más valentía para continuar hablando en mi defensa. Antonio curvó sus labios hacia arriba mostrando una expresión divertida y me tendió un vaso que había llenado de agua para que recuperara el aliento después de aquel discurso.

Tomé el vaso con rapidez y de un trago me lo bebí entero. Realmente me había quedado sin saliva.

Tras dejar el vaso de nuevo en su lugar, levanté la vista hacia él y lo encontré con una expresión más relajada, echado sobre el respaldo de su silla y cruzando los brazos en su pecho. Eso sí, la mirada que me hacía inquietar no la cambiaba.

—No tienes porqué darme explicaciones de nada. Más bien se las tendrías que dar a mi hija, si es que no lo has hecho ya, claro —rió. Suspiró y se incorporó levemente—. Por tus padres he sabido más o menos lo que te ha pasado, y yo, como hombre, te doy mi enhorabuena por haber sabido controlarte y llevar las cosas como mejor has podido. Sé que nada de lo que ha pasado ha sido fácil para ti.

Mi impresión fue enorme al escucharlo decir aquello. En ningún momento pensé que nuestro encuentro fuera para hablar sobre cosas que no nos provocaran tensión, y menos que me felicitaría con tanta sinceridad como parecía que hacía.

Junto a tiWhere stories live. Discover now