01.

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Narra _____.

Suspiré pesadamente por milésima vez en la noche. Comenzaba a ponerme muy nerviosa, y no sólo porque la persona que tenía delante no apartaba su vista de mí, sino por el silencio tan incómodo que nos rodeaba desde que nos habíamos sentado veinte minutos atrás.

—Bueno pues, ¿qué hacemos? —alcé la cabeza para mirar al chico que me había hablado— ¿pedimos ya o seguimos esperando?

—Eh, no, aún no —le respondí incorporándome en mi asiento—. Vuelve a llamarlos, seguro que están llegando.

Él asintió a la vez que sacaba su móvil y volvía a marcar el número de mi amiga.

—¡Alba! ¿Dónde estáis?

—...

—Oh, sí, entiendo...

—...

—Está bien, se lo diré. ¡Adiós!

Fruncí el ceño después de verlo cortar la llamada y esperé ansiosa a que me dijera lo que había pasado.

—Alba dice que no van a poder venir, al parecer Niall ha enfermado de repente —se encogió de hombros—. Espero que no te importe que nos quedemos solos.

Él me sonrió ampliamente, y aunque procuré responderle de igual forma, no pude hacer lo mismo. Hacía tiempo que eso de sonreír no iba conmigo.

—No, tranquilo Martín, no me importa.

Sabía que eso pasaría, sabía que esto era una encerrona de Alba. Llevaba semanas tratando de sacarme de casa con la excusa de que necesitaba conocer chicos y salir, y justo hoy que accedía a ir con ella, Niall y Martín, ¿Niall se ponía enfermo? Lo sentía pero no, no me lo creía.

—_____, ¿qué te apetece tomar?

El chico rubio de ojos azules que tenía en frente me miraba atento esperando una respuesta, y el camarero a nuestro lado igual.

—Eh, yo... —le eché un vistazo rápido a la carta y respondí con rapidez—, una ensalada por favor, la más ligera que tenga.

Le entregué la carta al hombre y observé con mucha atención como este se alejaba entre las mesas que teníamos alrededor para finalmente desaparecer por una puerta.

Volví a dirigir mi vista hacia Martín y lo encontré de nuevo mirándome del mismo modo, con una encantadora sonrisa que haría derretir a cualquier chica. A cualquier chica menos a mí.

—Sé que esto no es lo que esperabas —se rascó la nuca algo inseguro—, pero lo último que quiero es que estés incómoda toda la noche. Así que si te quieres marchar lo entenderé, te puedo llevar a tu casa si es lo que deseas...

Sin poder evitarlo mordí mi labio al verlo de aquella manera. Se le veía algo desesperado, no tenía ni idea de cómo podía controlar la situación. Sentí compasión de él por primera vez desde que lo conocía y me dio algo de pena que estuviera así por mí. Era un muy buen chico a decir verdad.

—No, no, está todo bien. El problema soy yo —alcancé su mano sobre la mesa y le di un leve apretón—. Lo siento, no estoy pasando por mis mejores días.

—No hace falta que lo jures —comentó irónico—, todos te hemos notado rara últimamente, y creo saber cual es la razón...

Rompí nuestro contacto para poder recostar todo mi peso en el respaldo de la silla en la que me encontraba sentada y cruzarme de brazos. Nos quedamos otra vez más en silencio los dos mirándonos fijo a los ojos. Si él ya lo sabía, probablemente el colegio entero también.

Junto a tiWhere stories live. Discover now