12.

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Narra _____.

Cada vez estaba más y más cerca de casa, pero no sabía si lo que realmente quería era dirigirme allí en esos momentos. Sólo quería estar sola para aclarar mi mente, y tenía el presentimiento de que mi casa no era el lugar idóneo para ir si lo que pretendía era aquello. Alba, Niall, Karen, Geoff, Katy... estaba segura de que todos aguardaban allí, esperando a que Liam y yo llegáramos y diéramos la noticia de que ya todo estaba bien, de que habíamos solucionado lo que quiera que hubiese pasado entre nosotros. Ni yo misma podía ponerle nombre. Pero las cosas no eran tan fáciles.

Me desplomé en el suelo justo al lado del portal de mi edificio, rechazando la amabilidad de uno de mis vecinos que me tendía la puerta abierta ofreciéndome paso. Quería estar tranquila, pero no sabía a donde ir, así que no me quedó otro remedio que permanecer allí hasta que consiguiera calmarme. Nadie podía verme en mi gran día llorando desconsolada por problemas que supuestamente ya deberían de estar solucionados.

Un coche negro circulando por la carretera frente a mí llamó mi atención, ya que después de haber pasado de largo unos metros, dio marcha atrás y se estacionó a mi altura de nuevo. Entrecerré los ojos para ver si lograba distinguir al conductor, pero desgraciadamente no pude, estaba demasiado oscuro. Alguien bajó del coche y se acercó hasta donde estaba con paso apresurado, arrodillándose frente a mí con cara afligida.

—Eh, ¿qué ocurre? —preguntó Martín atropelladamente. Era evidente que su voz todavía no había mejorado— Vamos, _____, no llores... lo has hecho muy bien hoy.

Él sabía perfectamente el motivo por el que estaba así, no hacía falta que le respondiera. Por eso negué con la cabeza y desvíe la vista hacia el suelo.

—Te haré compañía —dijo decidido sentándose a mi lado en el suelo de la calle—. Entiendo que quieras estar sola, pero te prometo que no hablaré, al fin y al cabo, a penas puedo —rió encogiéndose de hombros.

Yo lo miré sorprendida. No llegué a darme cuenta de que necesitaba compañía hasta que la tuve, aunque fuera muda. Necesitaba un hombro sobre el que llorar, y en esos momentos nadie como él me podía ayudar mejor.

Mi cabeza descansó sobre su hombro buscando la posición más cómoda, y cuando por fin la encontré, rodeé su brazo izquierdo con los míos y me cogí a él como si de un salvavidas se tratara. Automáticamente las lágrimas comenzaron a rodar y a rodar por mi cara. No las podía detener, además, era inútil. Necesitaba descargar toda la tensión acumulada.

Para cuando recuperé la capacidad de pensar con claridad en todo lo ocurrido aquella noche, ya había perdido por completo la noción del tiempo.

Por mucho que quisiera no pensar en Liam, dejarlo a un lado y seguir con mi vida, no podía. Lo llevaba intentando meses, y cuando por fin parecía que comenzaba a acostumbrarme a su ausencia, de pronto reaparecía para sustituir a Martín en el musical.

¿Y qué se suponía que debía hacer después de todo? ¿Cuál tenía que ser mi próximo paso? ¿Debía decirle que no pasaba nada? ¿Debía decirle que a partir de ahora todo volvería a ser igual a días antes de que se fuera? No, no podía mentirle, eso no era lo que realmente sentía. Estaba hecha un lío... ¡estaba muy frustrada!

—¡Ahh! —grité con rabia contra la tela de la sudadera de Martín. Él tan sólo alzó el brazo contrario al que tenía retenido por mí y acarició mi pelo buscando tranquilizarme.

No le echaba en cara nada a Liam, es más, por lo que me había contado, sabía que era la bruja de su ex novia y su madre las que lo habían manipulado todo, pero me costaba mucho volver a confiar en él con la seguridad en que antes lo hacía. No podía olvidar que un chica en ropa interior dormía en su sofá mientras nosotros hablábamos en su cocina. Y sí, era un punto a favor de Liam que no estuviera en su cama, pero seguía siendo una chica casi desnuda, y con el cuerpo mejor formado que yo.

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