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Antes de que leáis, os aviso de que este capítulo es muy largo, así que os aconsejaría que lo leyerais cuando tengáis un rato libre y tranquilo :) Ya volví de mis vacaciones por cierto :)

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Me había despertado esa mañana a causa de un dolor muy intenso en la parte baja del vientre. Ni si quiera me hizo falta acudir al baño para averiguar de lo que se trataba, mi periodo había comenzado. Gruñí malhumorada y me arrastré hasta la cocina en busca de una pastilla de esas milagrosas antes de tirarme en el sofá a remolonear un rato.

No era normal que me dieran esos dolores tan bestiales hasta tal punto de tener que retorcerme e hiperventilar por no poder soportar más. En contadas ocasiones me habían dado algunos retortijones previos que me avisaban de que mis días del mes se acercaban, pero nunca me había pasado el primer día y de esa forma tan fuerte. Se sentía realmente desagradable.

Por suerte la pastilla me hizo su efecto y a la media hora pude levantarme y comenzar a hacer cosas productivas. Me subí al piso de arriba aprovechando que sólo estaba Harry, aunque como si no estuviera pues estaba más dormido que un tronco, y comencé a hacer mi cama, a barrer y a recoger los cestos de la ropa sucia para llevarla a una habitación anexa a la cocina y lavarla. Saqué una tanda de ropa de cama de la secadora y puse una lavadora con la ropa sucia que había recogido. Mientras esperaba a que ésta acabara, coloqué la tabla de planchar en medio de la cocina y me dispuse a coger el montón de sábanas para doblarlas sola, o por lo menos para hacer el intento.

Entonces un timbrazo en la puerta de casa por poco me hace tirar todo lo que llevaba encima al suelo.

-Adelante, está abierto -grité.

Eché el montón sobre la plancha y apoyé las manos sobre la tabla recuperando el aliento. Tenía gracia que de los únicos que realmente vivíamos ahí desde casi toda la vida, mi padre y yo, apenas había ropa sucia, y sin embargo Liam y Harry tenían más de veinte prendas cada uno. No me explicaba cómo podían ensuciar tanto esos dos, aunque la mayoría eran calzoncillos y era comprensible en cierto modo. Pero ni yo, aún estando en mis días, usaba tanta ropa interior.

-Hola -canturreó Alba entrando a la cocina. Soltó un par de bolsas sobre una silla y se sentó sobre la encimera balanceando sus piernas y observando atentamente mis movimientos.

Bufé y me incorporé dispuesta a comenzar a planchar.

-Hola -emití bruscamente haciendo un contraste enorme con su alegre tono de voz.

Cogí lo primero del montón, la funda de una almohada, y la extendí sobre la tabla.

-Vaya... qué ánimos -ironizó-, parece que la cena de anoche no fue muy bien.

-No, no, no, no es eso. Es sólo que me acaba de venir la regla y no estoy de humor. La cena la verdad es que estuvo bien. Me divertí y conocí más a Harry, que es lo que pretendía...

-Pues he hablado con las chicas y ellas no piensan lo mismo.

Alzó sus cejas una y otra vez con diversión y sonrió. Estaba claro que Carla y Ruth ya le habían informado de lo pisoteadas que quedaron sus ilusiones tras la cena.

Contagiada por ella, también sonreí y relajé lo hombros, soltando la plancha por un segundo.

-Harry apenas las miraba. Estuvo todo el rato sacando temas de conversación que incluyeran anécdotas de él y Liam para que nos riéramos un rato, y no le quitó ojo a Katy así que estuvo bastante ocupado.

-¿Entonces no es como Marcel lo describió?

-Daba la impresión de que no, por lo maduro y cabal que se mostraba, pero de las pocas veces que miró hacia Carla y Ruth se las comió con la mirada de arriba abajo, así que no sé qué pensar...

Junto a tiWhere stories live. Discover now