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Si nunca hiciste cosas estúpidas cuando eras joven; te arrepentirás de mayor.

(En esta lista de cosas estúpidas se recomienda no: ofrecerse como sacrificio; matar y/o enamorarse de un psicópata)

He visto en películas como la gente o los protagonistas siempre dejan unas "cartas de despedida", como por si de casualidad de mueren, para no irse sin antes haber dicho adiós.

Hace 24 horas eso me hubiera sonado idiota. Hubiera dicho que era una tontera grande ya que la gente nunca sabe cuándo va a morir y que ir actualizando una carta de despedida me parece completamente ridículo y fantasioso.

Hasta que supe que en 48 horas podría morir.

Una carta de despedida ya no sonaba estupido, sobre todo ahora que sabía que tenía chances de morir asesinada alrededor de las 2 de la tarde el domingo 6 de octubre a manos del homicida criminalidad que le había quitado la vida a mi hermano.

Suena idiota, lo sé.

Saber que tienes chances de morir pronto es muy desesperante.

¿Conoces ese mareo que te da cuando te paras muy rápido de la cama?

Imagínalo tenerlo todo el tiempo ya que es provocado por el pánico.

Pánico absoluto.

Comienzas a imaginar en tu mente cómo sería recibir una bala. Si mueres inmediatamente, o primero sientes dolor y te mueres luego de unos minutos.

Por esta razón escribo esta carta. No se si moriré en un instante y no pueda decir lo que tengo que decir.

Lo único que quiero confesar antes de morir, es que me he enamorado de ti.

No sé cómo en tres semanas pude enamorarme de alguien tanto como te amo a ti.

Con amor,
Eider.

Domingo, 6 de Octubre
8:57 AM
05:37:27 restantes

—¡Que no, Eider! —gritaba Justin tratando de quitarme el sobre azul de mis manos, pero que yo mantenía alejado—. No voy a dejar que escribas una carta suicida si todavía estás viva.

—¿Qué? —exclamo confundida al escuchar sus palabras—. No es una carta suicida, no soy idiota: es una carta de despedida. —Justin abre los ojos de una forma que parece que se fueran a salir—. Y solo lo dices porque la carta no es para ti.

Guardo el sobre azul en mi bolso con la mirada punzante de Hastings, que observaba cada uno de mis movimientos.

—Eider...

—Justin —lo llamo también, acercándome a él—. Solo me quedan unas cuantas horas de vida. —Comenzó a negar con la cabeza—. ¿En serio crees que discutiendo va a ser la mejor manera de pasarlas?

—¿Qué parte de que tú no vas a morir no entiendes, Reed? —reclamó el receptor con la voz entrecortada—. Eso fue solo una tonta inferencia que tú hiciste. No-vas-a-morir. Tú eres lo único que me queda.

HABITACIÓN 219Donde viven las historias. Descúbrelo ahora