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Eider no sabia en que se estaba metiendo.

Después de todo, no sabía cual de los cuatro Frederick era el que estaba mintiendo.

Eider Reed

El día se me había pasado súper lento. La mirada destrozada de Kyle seguía clavada en mi mente, junto al Soundtrack de Aladdin de fondo. ¡No puedo evitar sentirme mal cuando veo esos ojos azules y al fondo escuchar "Un Mundo Ideal"! Detesto que mi mente busque una canción para todo momento.

Había cruzado con Will por los pasillos de vez en cuando. Él siempre se mostraba atento y, al ver que lo único que necesitaba era espacio, se mostró compresivo. Sasha me dijo que significaba o que le importaba demasiado para entenderme o que no le importaba en lo más mínimo y estaba aprovechando para deshacerse de mi, cosa que me pareció un poco dura.

Estaba estudiando en mi habitación con la música a todo volumen. Gabir me había hecho una playlist especial para mi: es un aficionado por la música. Más cómico: me la entregó en un pen-drive junto con una nota que decía "esta eres tú vuelta música".

Puedo decir que casi me caigo de la silla de tanto reír luego de ver que la primera canción es American Idiot seguida de Teenage Dirtbag. Cuando mi hermano busca insultar a alguien, siempre se va a lo grande.

Alguien toca la puerta. ¿Quién podía ser? Nadie que yo conozca toca la puerta: Mickey, Rachelle y Kristen entran cuando quieren, Cathy tiene llave al igual que todos los amigos a los cuales ella les hizo copia.

Confundida, me paro de la silla y me dirijo hacia la entrada. Mis dedos rozan el frío pomo de la puerta y, sin pensarlo dos veces, la abro.

No puedo describir la sorpresa que me llevé al ver a Kyle Frederick parado en mi puerta con una bolsa de regalo y sus ojos azules clavados en mi pecho. Miro hacia abajo y veo mi escote: la camiseta que uso para descansar es un poco descontada, tengo que admitir. Levantó la vista para encontrarme con que él sigue mirando.

Idiota.

—Wow Eider... —Inmediatamente agarro mi suéter y me subo el cierre, tapándome hasta el cuello. Me hago hacia un lado incómoda y puedo apostar que mis mejillas son de un tono rojo en este momento―. Permiso.

Kyle pasa y de inmediato cierro la puerta tras de mí. Me cuesta volver a la realidad y notar que la música está muy alta: el simple hecho de que Kyle Frederick esté en mi habitación me hace perder todos los sentidos.

Agarro el control del stéreo y le pongo pausa a la música. Nerviosa, comienzo a rascarme la cabeza con la mirada clavada en mis converse, sin tener la menor idea que hacer.

―Te traje esto ―informa dejando la bolsa en el escritorio. Confundida, me acerco a ella, abriéndola y observando el contenido: una libreta. Una vieja libreta―. No vas a creer a quien pertenecía.

Abro la primera página y casi se me desmayo al leer, con tinta negra, el dueño de aquella libreta.

Este diario pertenece a F. Scott Fitzgerald.

Shit. Kyle Frederick me acaba de regalar uno de los diarios de uno de mis autores favoritos

―Y mira. ―Kyle abre con sumo cuidado una de las páginas―. No te preocupes, está todo plastificado para que no se dañe. Este libro tiene más años que nosotros dos juntos. ―Con una sonrisa, señala una de las líneas. Colocándose a mi lado, comienza a leer―: "No podíamos vernos. Sin embargo, nos hemos estado queriendo todo el tiempo".

HABITACIÓN 219Donde viven las historias. Descúbrelo ahora