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Continuaban los Juegos del Hambre.

Se unió un nuevo concursante,

que disfrutaba burlarse de los otros participantes.

Pero que, aún así con sus problemas de ego monumentales.

Anhelaba el premio mayor en toda su arte.


Tenía miedo.

No había pensado mucho en lo que estaba apunto de hacer.

Estaba sentada en la sala de una mansión alrededor de las tres personas más raras e indescriptibles que he conocido, que besan bien y son más apuestos que todos los dioses griegos juntos.

Jugando Monopoly.

No, no estábamos jugando póker y apostando. No, no estábamos jugando quien tenía mejor puntería con un arco y flecha. Estábamos jugando Monopoly, y yo iba ganando.

Tengo más propiedades que ellos tres juntos. El truco es ir por los ferrocarriles.

Los tres me dijeron que jugar Monopoly con los Frederick iba a ser más duro que jugar Monopoly con cualquier otra persona. Que sabían muy bien como ganar y que normalmente dejaban a otras personas llorando.

Al único que veo llorando es a Kyle, quien no quiere soltar los dos billetes de cien que me tiene que dar por caer en el Ferrocarril Vía Rápida.

—Estás haciendo trampa —afirmaba Liam mientras miraba mi pila de dinero y luego miraba la suya—. Sabía que era mala idea dejar a Will a cargo del banco.

—Yo no estoy haciendo trampa: ustedes estaban tan preocupados en discutir por quien compraba las propiedades más caras que no se fijaron en las más baratas a las cuales les pueden sacar mucho provecho. Es muy simple de hecho —les explico mientras apilo los dos billetes de cien en la pila que tengo—. Ustedes son muy malos en este juego, punto.

Will estaba callado, miraba mi pila de propiedades y luego miraba la suya. No le gustaba ir perdiendo, se le notaba en su rostro, al igual que a los otros dos.

Liam lanzó los dados y le tocó caer en una de mis propiedades con hotel. Su mirada lo describía todo: estaba furioso. Extendí mi mano y me pasó los billetes soltando fuego por sus ojos. Sin verse de otra, tuvo que hipotecar otra de sus propiedades.

Me divertía verlos a ellos tres, como seres completamente normales, jugando un juego de mesa familiar, sin hacer comentarios fuera de lugar como que bien me viera yo sujetando una pistola (aporte de Liam).

—¿Qué hacen hermanitos? —preguntó Layla bajando junto a otra chica las escaleras. Nos miraba confundida, sin poder creer lo que estaba viendo—. ¿Ustedes están perdiendo en Monopoly contra Eider?

La chica que la acompañaba se fue sin decir más nada. Sospechoso.

—Estoy 67% seguro de que está haciendo trampa —habló Kyle mientras Will le pagaba por caer en su propiedad—. Ahora, Layla, por favor sopla estos dados: necesito suerte para no caer en Carolina del Norte y tenerle que pagar aún más a la empresaria maniática a mi lado.

HABITACIÓN 219Where stories live. Discover now