8

52 4 0
                                    



Promesas y sonrisas,
funerales y mentiras.


Te lo prometo, Will.

Que estupidez acabo de hacer.

Lo único que me quedaba intacto era mi palabra: siempre cumplo mi palabra. Ahora tenía que serle honesta a Will.

Siempre.

Acerca de todo.

«Incluso si te pregunta si tienes diarrea o si te hiciste pipí: le tendrás que decir la verdad. Antes muerta que rompe-promesas».

Gracias, conciencia, por ese aporte tan constructivo que necesitaba oír.

Hasta bajar las escaleras se siente raro. No puedo dejar de preguntarme: ¿a qué se refería Will con siempre serle honesto? Sé que es muy sencillo, pero, ¿en todo momento? Así tipo: "Will, me hago pipí" o "Will, tengo la regla" clase de honestidad; o solo cuando me lo pregunte.

Eso me pasa por tener nerviosismo y ser una persona que cumple con su palabra.

Termino de bajar las escaleras con Will a mi lado y mi incomodidad lo único que hace es aumentar. Puedo sentir las miradas juzgadoras de algunas chicas de la fiesta con respecto al hecho de que yo, una cualquiera como Eider Reed, haya estado en la habitación de Will Frederick por invitación de él mismo.

Si supieran los secretitos que esconde esta familia.

Y no, respecto a eso, no pude encontrar ni una información que me fuera servible en la habitación de Will. A pesar de estar más nerviosa que el caballo al ver la enorme barriga de Sancho Panza, la habitación de Frederick era como cualquier otro universitario hormonal con cerebro y testosterona: posters de autos, controles de videojuegos, una cama. Nada fuera de lo común.

Aún me queda la habitación de Kyle, pero después de lo que ha pasado no creo que sea bienvenida ahí.

—Iré a buscarte la mejor limonada que vas a probar en tu vida —el susurro de Will cerca de mi oreja interrumpe mis pensamientos. Deposita un suave y tierno beso en mi oreja antes de bajar a mi cuello y morderme débilmente, separándose y, con una sonrisa, yéndose a la cocina.

Miro alrededor, y, sin pensarlo dos veces, subo las escaleras como si me persiguiera una araña gigante.

El pasillo lleno de puertas llama mi completa atención. Observo cada uno de los nombres en las puertas.

Will, Liam, Layla...

Me aterra al escuchar unos gemidos provenientes de ese último cuarto.

Me volteo, encontrándome de frente con la última puerta que quedaba.

HABITACIÓN DE KYLE

PASA A TU PROPIO RIESGO

AL LEÓN LE ENCANTAN LAS UÑAS ASÍ QUE YO QUE TÚ GUARDO LAS MANOS AL ENTRAR

Reverendo idiota.

Abro la puerta, y, aunque no crea para nada la advertencia de qué hay un animal salvaje, me guardo las manos en los bolsillos antes de dar el primer paso. Y lo que veo me da más risa que miedo...

HABITACIÓN 219Where stories live. Discover now