Capítulo 1

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   —¿Cómo? —exclamé abriendo los ojos y contemplando a mi madre con su sonrisa ingenua y su mirada piadosa mientras acariciaba el plato con el estropajo.

   —Hijo, hay mucho vandalismo por este barrio, no pienso permitir que te quedes sólo por la noche —me volvió a explicar ella mientras cogía el plato que le quedaba en la encimera, sin mostrar cansancio debido a mi insistente incredulidad.

   —¡Mamá, mírame! —rogué señalándome a mí mismo, era incluso más alto que mi madre, puede que un poco escuálido, pero estoy hecho todo un hombre—¡Tengo diecisiete años! ¡Se como desenvolverme en cualquier situación! —le insistí, pero mi madre me seguía y seguirá viendo como su pequeño bebé al que hay que cuidar y no quitarle el ojo de encima.

   —¡No, no, no, no! ¡Mi pequeñín no estará solo toda la noche! —a mi madre le habían dado un trabajo como vigilante en el museo de la ciudad, y por lo visto, pasará desde las diez de la noche hasta las siete de la mañana dando vueltas alrededor de reliquias de la antigüedad. Pero eso tan solo lo hacía más fácil, a la hora en la que ella se iba, yo cenaba y después de un rato me metía en la cama ¿qué peligro veía en todo esto?

   —Entiendo que no quieras que esté solo, pero ¿un cuidador? ¿Contratas a alguien para que pase la noche cuidándome? —mi madre asintió sin despegar la mirada del plato. Era algo bastante ridículo ¿Qué bastante? ¡Muy ridículo!—Dime que al menos está buena —supliqué esbozando una sonrisa que mostraba lastima a mi propia situación pero que se volvió divertida al ver la expresión que se formó en el rostro de mi madre debido a la sorpresa que le causó mi ruego, tanto tiempo a su lado y aún parecía no conocerme.

   —Por suerte, es chico —me explicó en un suspiro de alivio, provocándome a mi uno mucho más frustrado—, y aún mejor, es de tú edad, así haces un nuevo amigo.

   —¿Y de qué sirve que tenga mi edad? ¡Así solo me demuestras que puedo ser tan independiente como ese crio! —le reproché rabioso, tratando de no mostrarlo, en una pelea contra una madre siempre pierde el hijo. Aun así, tenía razón, es ilógico que me venga diciendo que soy demasiado pequeño para después contratar a un niñero de mi edad.

   —¡A mí me da igual la situación de ese niño! ¡Estamos hablando de ti! —era raro que una madre no usara esa tipo de excusas para salir de un problema de este estilo—¡El chiquillo necesitaba dinero y yo alguien que te cuidara, y hemos llegado a este acuerdo! —me replicó, después de haber recogido todos los utensilios mientras hacía un esfuerzo por calmarse y relajar su alterado tono de voz—; además, tiene cara de buena persona, seguro te llevas bien con él —añadió esbozando una tonta sonrisa al recordar el rostro del muchacho.

   —Mamá —pronuncie mientras intentaba observar más allá de la ventana en busca de inspiración para poder seguir la discusión, sin saber realmente que le debía decir, no sólo me daba rabia tener un canguro que tuviera mi misma edad, por lo menos podría ser una chica guapa que de verdad me hiciera compañía todas las noches.

   —No te preocupes, es un buen chico —volví la mirada hacía la puerta de la cocina, esperando a que llegara alguien que me sacara de esta situación, pero nadie más vivía en esta casa, debía enfrentarme al problema yo solo—. Se llama Alexander, le he hablado un poco de ti y está ansioso por conocerte.

   Esas palabras parecieron animarme, no me preguntéis el motivo, porque ni yo lo sé; pero fueron capaces de hacerme esbozar una pequeña sonrisa. Quizás tener a alguien conmigo no fuera tan malo, incluso podía llegar a ser divertido

   —Descuida, lo conocerás esta noche —mi madre me acarició la mejilla, haciéndome percibir su helado tacto debido al roce con el agua, para después sembrar un cálido beso que recibí con agrado sobre ésta.

¡Estúpido niñero! (yaoi-gay)Where stories live. Discover now