Capítulo 25

74K 5.6K 1.2K
                                    

   —Acompáñenme a su mesa, caballeros —nos pidió el señor de traje que atendía a la entrada, sin cambiar su inexpresiva mueca mientras nos guiaba a una que se encontraba en una sala distinta, con más clase y menos bullicio—, mi compañero les atenderá enseguida —nos informó mientras nos entregaba las cartas una vez que nos hubimos sentado.

   —Gracias —susurré mientras aquel hombre se alejaba con pasos elegantes y refinados por lo que, por suerte, lo más seguro es que no me hubiera escuchado.

   Observé mi alrededor con una mirada expectante, en aquella sala era todo lujo, había hasta una pequeña fuente en una mesa que se encontraba en el centro de aquel extraño salón. Toda la gente que ahí se encontraba iba muy elegante, con ropas muy sofisticadas; lo que me hizo cuestionarme sí mi traje de chaqueta estaba a la altura de aquel lugar.

   Sin embargo, Xander no parecía estar incómodo en aquel lugar, no parece sentirse un intruso; se comportaba con normalidad y parecía estar acostumbrado a un trato tan  caballeresco. Él incluso se había peinado de una forma más señorial en aquella ocasión, sólo medio flequillo cubría su rostro, la otra mitad estaba recogido por discretas pinzas.

   Traté de ajustarme la corbata que me había prestado, me coloqué aquellos gemelos de plata que tampoco eran pertenencias mías (ni de lejos, seguramente ni todas mis pertenencias juntas alcanzarían el precio de esos broches) y recogí de nuevo mi cabello en una diminuta coleta que me hacía parecer serio e importante, aun con un aire juvenil.

   —No te preocupes —comentó con una sonrisa dulce que junto al resto del vestuario y los accesorios parecía una copia exacta de su hermano—. Estas guapísimos.

   —Gracias —pronuncié sosteniendo nervioso la carta tratando de ocultar con ella el rostro del rubio, me ponía de los nervios y hacía que mis manos comenzaran a temblar—; pero me siento incómodo al llevar cosas que no me pertenecen, sobre todo siendo tan valiosas, no debería llevarlas.

   —No pasa nada —me tranquilizó al otro lado de la carta, aunque me obligó a dejarla sobre la mesa para así verle la cara mientras me hablaba— hay veces que tú me prestas cosas que no te acabo devolviendo.

   —Queda resuelto el caso de los calzoncillos desaparecidos —bromé haciendo uso de mi toque humorístico, tratando de relajar el ambiente y en parte a mi mismo—. Algún día tendrás que devolvermelos, no quiero ir semidesnudo por la calle.

   —No me importa sí te veo desnudo; es tú castigo y mi premio —comentó victorioso ¿Pero que le ha dado a este hombre con los premios y castigos? ¿Cree acaso que soy un perrito? —. Déjame al menos quedarme con uno.

   —Algo me dice que no lo vas a usar como me gustaría —murmuré alzando de nuevo la carta para admirar su contenido, escuchando al otro lado una risa atractiva y atrayente.

   —Me encanta su olor, huelen a tí —murmuró con una voz erótica, a lo que yo le respondí desmoronando su fantasía:

   —¿Cómo va a oler a mí sí te los has puesto? Olerá a tus partes bajas y a tu poca higiene —sentencié eligiendo finalmente lo que iba a tomar, dejando la carta de nuevo en la mesa.

   —¡Oye, que yo me aseo todos los días! —quiso exclamarme, pero se contuvo y tan sólo fue un susurro que exponía una queja— Te los devuelvo a cambio de uno tuyo limpio.

    —Mientras me los laves antes de darmelos —pedí observando de reojo como alguien se acercaba a nuestra mesa, debía ser el camarero.

   Cuando alce la mirada para cruzarla con la suya, me encontré sorprendentemente a alguien conocido y al cual no sé si sería conveniente ver. Toqué la mano de Xander para que alzara la mirada y la cruzarse con aquel caballero al que seguro querría ahogar en aquella fuente que se encontraba en el centro del salón.

¡Estúpido niñero! (yaoi-gay)Where stories live. Discover now