Capítulo 23: Te... Odio (1ª Parte)

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- Borrar, borrar, borrar - pensaba para poder olvidar - Qué manera tan extraña de conocer a una persona.

Y sí, era demasiado raro. Porque, valga la redundancia, ¿quién comienza una conversación hablando de su vida íntima? Nunca se me dió bien el comienzo de una conversación. Sea la persona que sea.

- ¿Y tú? - me decía mientras me acercaba a ella con mi desayuno en mano - ¿Eres follamiga de Levi? - me miró espectante.

- ¿Eh?!¡No, no, no! - moví las manos de un lado para otro al haber soltado la comida sobre la mesa. Mi rostro ardía demasiado, tanto que hasta pequeñas punzadas de dolor atacaban en mis sienes.

- ¿Estás segura? - mordió un trozo de su tostada.

- ¡Segurísima! Levi y yo no somos nada. Nada de nada. Solo fui invitada por Kenny, ni yo ni él queríamos que yo fuera - aclaraba con fluidez.

- ¿Entonces no te interesa Levi? - comencé a impacientarme por sus preguntas algo repetitivas.

- ¡Nunca me ha interesado y nunca me interesará Levi Rivaille! - alcé la voz, formando autoridad en la sala.

- Vaya... - Traute abrió los ojos sorprendida aunque no me visualizaba a mí, sino a algo más, o mejor dicho, a alguien más. Me giré por casualidad, para hallar una respuesta a su sorpresa. Mi mirada junto con mi cuerpo se congelaron al ver a Levi de pie en la puerta, fulminándome con esos peligrosos ojos.

- Tch - fue lo único que pronunció. Expulsó un pequeño suspiro y se adentró en la sala - Hola Traute - la nombrada solo levantó su mano, mirándonos con una sonrisa de medio lado. Luego me observó con desdén, a lo que yo no estuve dispuesta a intimidarme, así que retuve su mirada, centrándome en lo más profundo de sus orbes azulados.

Un rotundo silencio se formó inmediatamente. Solo se escuchaba los bocados que Traute daba a su tostada o los sorbos de su café. Finalmente, aquella pausa fue acabada, al igual que nuestro contacto visual, por Kenny quien entró saludando a gritos.

- ¡Hola, hola! Qué bien, estáis todos - se acercó a nosotros lentamente, removiendo un cuenco verde - Parece que ya se conocieron, bellas señoritas - nos miró a ambas.

- ¿Qué traes ahí? - preguntó Traute, señalando el objeto en las manos de su "amigo".

- Llegó la hora... - mencionó con un leve tono de misterio - Siéntate, ratita - le pidió a Levi quien seguía, aún ya rota nuestra batalla, mirándome desafiante. Él aceptó a regañadientes, acomodando su trasero en la silla a mi lado - Bien. Hoy estamos aquí reunidos pa...

- Ve al grano - dijo la mujer rubia bebiendo su último sorbo.

- Oh, cariño pero...

- Al grano - volvió a pedirle, esta vez más seria.

- Me pones con ese tono - relamió sus labios, meloso. Ella le mandó una mirada llena de un extraño brillo, mordiendo disimuladamente su labio inferior tapada por el pan. Ambos se comían con la mirada y seguramente, si dos personas jóvenes no estuvieran allí, se comerían con las verdaderas intenciones que deseaban sus cuerpos. Para romper aquel lujurioso momento, me aclaré la garganta, continuando mi tarea de comer. Desafortunadamente, no tuvo efecto mi cometido. Miré a Levi de soslayo, requiriendo un poco de ayuda. Él pareció que entendió el mensaje, aunque seguía con esa repulsión en su mirada cuando se dirigía hacia mí. Con su puño dió un golpe en la mesa, rompiendo la burbuja de los mayores.

- Dejad de follaros con la mirada y habla de una vez. Quiero irme a mi habitación - se cruzó de brazos, acomodando su espalda en el respaldo de la silla.

El Arte De Amar Where stories live. Discover now