Capítulo 23: Te... Odio (1ª Parte)

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Alguien acariciaba mi frente con cuidado rozando nada más que la punta de sus yemas. Descendió por mis mejillas pellizcándolas y amasándolas suavemente.

- Mikasa... Mikasa - susurró cerca de mi oído - Despierta... - Su voz era ronca y grave, dudando entre sueños quién intentaba despertarme. Siguió jugando con mis mejillas, esta vez, estirándolas - Mikasa tengo algo que contarte... - confesó con un deje de tristeza, quebrándose poco a poco la voz - Levi... Levi se ha escapado - soltó un falso sollozo. Intenté procesar aquella extraña información con las pocas neuronas despiertas que tenía.

-Mmh - hice un pequeño sonido que venía desde mi garganta, siendo producido por mis labios cerrados dando a entender que no entendía nada de lo último mencionado.

- Ni con esas despiertas, ¿eh? - acabadas esas frases, el peso de la persona sentada a un lado de la cama cerca de mí desvaneció. Escuché sus pasos alejarse un metro o dos máximos para después, sentir la luz del día bajo mis párpados - Venga, mujer, que se te acaba la mañana - decía volviendo hacia mí. Los abrí con dificultad acostumbrándome a los débiles rayos solares. La persona que allí intentaba espabilarme era ni más ni menos que Kenny quien tenía clavados sus orbes en mi rostro adormecido, saludándome con una amplia sonrisa - Al fin la Bella Durmiente despertó. Lo siento que no tengas a un príncipe más apuesto pero es que no sé dónde está - se encogió de hombros.

- Buenos días - dije medio adormilada, estirando mis brazos aún tumbada en la cama, luego proseguí con mis piernas hasta que acabé escuchando el típico crujido de huesos y volví a relajar mi cuerpo.

- Prepárate, necesito presentarte a alguien - se movía inquieto sobre su mismo eje, dando fugaces miradas a cada rincón de la habitación, deteniéndose, por último, en mi cuerpo sentado cubierto por el edredón. Hizo un ademán con la cabeza que no entendí mientras se dirigía hacia la puerta a grandes zancadas - Adiós - abrió sin echar un último vistazo hacia mi persona y cerró de golpe.

- Qué raro... - pensé, echando a un lado la cobija.

Seguía con la misma ropa de anoche. Ni siquiera cené y moría de hambre, así que me dí una ducha rápida y salí con ropa limpia hacia la cocina. El olor a tostadas entraban por mis fosas nasales dándome más apetito. Crucé el pasillo con rapidez hasta llegar a mi destino.

Al abrir la puerta corredera de la cocina encontré de espaldas a una mujer alta y esbelta. Su cabello rubio apagado estaba recogido en un moño bajo. Llevaba unos pantalones holgados que tapaban sus largas piernas y en la parte de arriba pude distinguir una camisa gris de algodón. Se giró hacia mí al escuchar el ruido de la puerta abrirse, encontrándome su rostro. Me paralicé al encontrar un gran parecido en ella. Sus ojos azules resplandecían acorde a la luz que por la ventana entraba.

- Hola - saludó sin dejar de untar la mermelada en la tostada.

- B-Buen día - balbuceé - Soy... Mikasa - me presenté con nerviosismo ante su penetrante pero conocida, y al mismo tiempo, desconocida mirada.

- Traute... ¿Desayunas conmigo?

- Oh, claro - andé hasta colocarme a su lado y comenzar a preparar mi desayuno. La miraba de reojo repetidas veces, siendo extraño que una mujer estuviera aquí. Según me contó Nanaba antes de marcharme, Kenny vivía solo - Perdona mi imprudencia pero... ¿Eres pareja de Kenny? - me atreví a preguntar desconfiada. Ella giró su cuello mirándome incrédula - P-Perdón, olvida la pregunta... - me enfoqué en sacar el bote de leche del frigorífico.

- Qué muchacha tan atrevida - murmuró divertida, algo que escuché. De la vergüenza, el color subió a mis mejillas - Somos... un poco de todo - contestó al rato - ¿Cómo lo llamáis vosotros? - preguntó agarrando el plato en una mano y su café en la otra, camino a la mesa - Ya me acuerdo, follamigos - chasqueó la lengua. Un tic le dió a mi muñeca al analizar el significado de esa palabra, derramando unas gotas fuera de la taza. Mi malévola mente hizo de las suyas, imaginando una caliente escena que al cabo de segundos se volvió incómoda.

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