Capítulo 6: Tarde Con Hanji

234 34 4
                                    

Desperté con los cálidos rayos solares entrando por la ventana. Una pequeña brisa se colaba hacia mi habitación, una fresca brisa que seguramente estaba dando por finalizado el tiempo de verano.

Dí la vuelta para el otro lado de la cama y sin darme cuenta, apoyé mi brazo al otro lado de la almohada. Las sábanas estaban perfectamente bien, acción que me confundió un poco, ya que Levi durmió conmigo

- Durmió conmigo - volví a pensar.

Hacia mucho tiempo que no dormía con nadie. Creo que la última vez fue... con mi madre... Madre mía, pues sí que había pasado tiempo.

Eran las 7:30 a.m., me levanté corriendo de la cama y me vestí lo más rápido que pude. Colocándome bien la falda, un pensamiento se cruzó por mi mente: Disculparme con Nanaba.

- Venga, Mikasa. Deja tu orgullo atrás - me decía a mí misma. Ese era el gran obstáculo, el maldito orgullo.

.
.
.
.
.
.
.
.

Me encontraba frente a la puerta que llevaría al centro de la casa, donde todos estaban, excepto el enano, seguramente.

La abrí sin miedo y me adentré a la sala. Un olor a tostadas entraba por mis fosas nasales, haciéndome la boca agua, andé hasta el salón. Efectivamente no me equivoqué en mis suposiciones. Tendría que disculparme con Nanaba con todos delante. Lo bueno es que el enano no se estaría riendo, porque no estaba. Eso era un buen punto. Me miraban con miedo y preocupación. Menos una, esa era la que daba miedo, que digo, terror y se trataba ni más ni menos que Nanaba, la mujer que te regalaba una cálida sonrisa cuando te veía, ahora me estaba matando con la mirada.

- Buenos días - dije sin nervios. Sinceramente, no estaba nerviosa, ni aterrada, la única mirada que alguna vez me dió miedo fue de mi... padre. Su mirada de sádico daba terror absoluto cuando iba a su habitación a coger su caro cinturón y... bueno, dejémoslo ahí.

- Buenas - respondió Erwin desde la cocina - ¿Has dormido bien, Mikasa? - esta era la única persona que no mostraba nerviosismo ante la intensa mirada de Nanaba y quieras o no, era algo gracioso.

- Bien, no he tenido problemas - mentira, si no hubiera venido cierto azabache a traerme comida por la madrugada, no sé en qué circunstancias me encontraría ahora mismo.

- Me alegro... - dijo Erwin, enviándome una mirada llena de complicidad. Espera, creo que se dió cuenta de la mentira. Al sentirme pillada, rodeé mis ojos divertida, causando una leve risa por parte de él. Hanji que estaba más cerca de Erwin, se extrañó por su raro comportamiento, frunció su ceño e infló sus mejillas. Que infantil.

- Nanaba - la llamé, quedando frente a ella. Nuestras miradas chocaban, parecía un juego entre vida o muerte. Pero ahora que había empezado, lo acabaría - Me disculpo por mi comportamiento de ayer. Te grité y sinceramente no debí haberlo hecho. Desde que llegué me has ayudado mucho y me siento mal por haberte tratado de esa forma. Espero que me perdones - dije en un tono firme pero sincero. No aparté mi mirada de la suya, pero poco a poco, pude ir observando como los ojos de Nanaba se cristalizaban y sus labios intentaban no hacer pucheros. En un rápido movimiento, se levantó de la silla y corrió hacia mí. Alzó sus brazos y me envolvió en ellos. Me quedé de piedra. Mi cuerpo no respondía, era un abrazo,¿no? - ¡Na-Nanaba! - la llamaba, pero solo lloraba, parecía una niña pequeña.

- ¡Ohh!¡Has hecho llorar a Nanaba! - gritaba Hanji, señalandome - ¡Cállala, Mikasa, cállala!

- ¡Eh!?¡Nanaba tranquila, no llores! - es verdad que no era muy buena para estas cosas. Pero ver a tu supervisora llorando desconsoladamente en tu hombro, estrujándote en un abrazo y todos los allí presentes alarmados y nerviosos.¡No sabía que hacer, joder!

El Arte De Amar Where stories live. Discover now