Capítulo 1: Un Nuevo Lugar

603 48 5
                                    


Soy Mikasa Ackerman, tengo 17 años y desde que tengo memoria, mi familia ha sido un completo caos. Soy hija única y no.... no soy la típica niñita de papá o mamá. ¿Por qué? Porque primero, mi madre murió cuando yo tenía ocho años y segundo, mi padre ha sido siempre un capullo sin corazón que culpó a una cría por la muerte de su esposa, dejándole así muchas cicatrices en su frágil cuerpo. Pero no, no tengo ninguna enfermedad psicológica ni nada por el estilo, más bien he aprendido a defenderme por mí misma.

Las personas que me han rodeado a lo largo de esta corta vida, siempre han dicho que soy una chica fría y solitaria y también... un poco agresiva.
Pero llega un momento que te da igual lo que digan de ti. Lo malo, es que eso lo aprendí demasiado tarde.

Esta bonita reflexión es debida a que me encuentro sentada en una puta silla más incómoda que la de los hospitales, porque dentro de poco me voy a ir a la otra punta del mundo a "estudiar" a un nuevo instituto. Os estaréis haciendo muchas preguntas de, ¿por qué a la otra punta del mundo? ¿Dónde vives exactamente? ¿Qué has hecho? Bueno, esa última pregunta es muy graciosa, yo la cambiaría por.... ¿Qué no has hecho Mikasa Ackerman?

No quiero aburriros contandoos mi triste vida, solo que hubo ciertos incidentes en mi antiguo instituto y debo ir a un "instituto especializado para alumnos problemáticos" o yo que sé chorrada para mejorar mi "comportamiento". No entiendo el por qué, pero me da igual, prefiero alejarme de esta maldita ciudad e irme de una vez... y también porque me estoy rompiendo la espalda en esta silla, de verdad no entiendo cómo la gente se puede sentar aquí.

Empezé a moverme en la silla para cambiar de postura y en ese momento llegó un hombre muy alto, de piel morena y con un traje negro. De inmediato lo reconocí y pregunté.

- ¿Qué quieres? - solté sin ningún tipo de entusiasmo o alegría.

- Tome su billete, señorita Ackerman - extendió su mano, enseñándome el billete. Este hombre, es uno de los guardaespaldas de mi padre, creo que ha sido la única persona que ha estado a mi lado, que no me ha rechazado y me ha "apoyado" en lo necesario. Me cae bien, supongo.

- Gracias - dije y cogí el billete de su mano, al momento que me levantaba de esa silla.
Arrastré la maleta que había debajo de mis pies y colgué la enorme funda, ocupando dos sillas a mi lado, en mi espalda. A continuación, me dirigí hacia la puerta que me llevaría directa al avión.

- Señorita Ackerman - escuché la voz de ese hombre y me di la vuelta para verle la cara por ¿última vez? Lo dudo - Que tenga buen viaje y llámeme si necesita algo, sé que estaremos lejos, per... - no le dejé terminar, ya que mi abrazo lo dejo un poco estupefacto, pero inmediatamente sentí su mano acariciando mi cabeza.

- Gracias Daniel, has sido un gran amigo para mí. Y... no creo que te llame, se apañármelas. Cuida a la chica esa que te gusta - sentí un breve brinco por parte de él y una pequeña carcajada salió de su boca. - Y también cuídate tú - así me separé del cálido abrazo y me dispuse a seguir mi camino.

- También cuídese, señorita Ackerman y espero que encuentre pronto el amor. ¡No es tan complicado! - eso último lo dijo alzando la voz y obteniendo una pequeña sonrisa por mi parte, cosa que no vió, ya que yo estaba de espaldas.

Por último, levanté la mano y la moví ligeramente hacia la izquierda, dando señal de mi despedida y cruzando las puertas.

" El amor dice... eso no existe en mí" - pensé.

.
.
.
.
.

El Arte De Amar Where stories live. Discover now