Se detuvo en seco y choqué contra su espalda, que golpeé de inmediato con el puño cerrado. Giró su cuerpo hasta quedar frente a mí con una expresión de enfado, que desapareció al ver que yo estaba llorando. Cogió mi cara con sus manos y limpió mis lágrimas.

- Alice, por favor... por favor, no llores.

- No me hagas llorar -gemí, bajando la cabeza para impedir que siguiera observándome con esa expresión de lástima.

Sujetó mi mentón y me obligó a mirarlo de nuevo, avanzando hacia mí. Presionó sus labios contra mi frente y los mantuvo durante un tiempo que me pareció interminable.

- No quiero hacerte llorar. Quiero hacerte sentir bien, es todo lo que quiero. Quiero que seamos nosotros -musitó, apoyando su mejilla contra mí-. No sé por qué tenemos que hacernos esto.

- ¡Porque te quiero solo para mí! -Clamé, a los cuatro vientos.

Buscó mis ojos llorosos.

- Soy solo tuyo.

Provocó una risa en mí.

- Cuando estás con las demás eres de las demás -contesté, afligida, sin poder soportar más esa realidad.

- No, Alice, eso no es así.

Reí de nuevo, con tristeza, mientras acariciaba mi rostro.

- ¿Eres mío también cuando estás con el resto?

No tardó más de un segundo en darme una respuesta.

- Deberías saber que sí.

Enmudecí. Incluso detuve el llanto. Se inclinó hacia mí y posó sus labios en los míos, obsequiándome con un nuevo beso cargado de ternura, de dulzura, de delicadeza. De cariño. De amor. Se detuvo sólo para volver a mirarme, para regalarme una mirada tierna, dulce, delicada, cariñosa. Con amor.

Además, lo vi asustado.

Dejó caer su cabeza sobre la mía y sus manos soltaron mi cara. Advertí cómo, indeciso, quiso envolverme con sus brazos. Acabó abrazándome con una fuerza descomunal, dejando pequeños besos por todo mi cabello.

Yo seguía inmóvil.

Se separó y me miró.

- No quiero perderte -afirmó, con la voz trémula-. Tú sabes que no puedo perderte.

¿Lo sabía?

Sí. Lo sabía. Sabía que sólo estaba intentando defenderse de mil formas diferentes de lo que hacía tiempo había empezado a sentir por mí. Sabía por qué había roto todas sus normas. Sabía que él mismo había sido el artífice del derrumbe de su muro, del mismo modo que sabía que yo había sido el motivo. Sabía que existía un nosotros. Y quería convencerme de que sólo necesitaba tiempo para dejar de estar asustado.

- Tú sabes lo que eres para mí -añadió, viéndome incapaz de decir nada-. Mañana te llamo.

Besó mi frente una vez más antes de perderse por la puerta.

Entonces conecté la cuenta atrás. "Sólo es cuestión de tiempo".

Pasé el dorso de mi mano por los ojos, tratando de aliviar el escozor que sentía en ellos.

"Tiempo", me repetí, "sólo tiempo".

Jueves 10 de abril de 2014

[Punto de Vista Alice]

Los nervios que llevaba sintiendo un par de días habían hecho incluso que se me retrasara la menstruación. Aunque el dolor de ovarios sí estaba presente lo hacía intermitentemente, como si mi propio organismo quisiera protegerme de otra bajada de defensas impidiendo que la menstruación me visitara.

More than this | Fan-fic de Louis TomlinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora