IV. Sabes perfectamente la respuesta

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Viernes, 28 de febrero del 2014

Alice

Cuatro, tres, dos, uno...

Dejé el vaso sobre la barra y comencé a andar, aprisionando mi bolso con la mano izquierda y asegurándome de que seguía conmigo en todo momento. Esquivé de la mejor manera posible a todas las personas que se interponía, en mi caminar entre Louis y yo. Mantuve siempre una distancia prudencial con él; probablemente porque me sentía algo atemorizada por lo que estaba sucediendo. Por lo que estaba volviendo a suceder.

Atemorizada y también nerviosa. Lo seguía porque la atracción que ejercía sobre mí era escandalosa, casi ridícula. ¿Hasta dónde permitiría que llegáramos esa vez?

Enarqué una ceja cuando me sobrevino aquel pensamiento. ¿Es que tenía que establecer un límite? En nuestro primer encuentro ya le había dado todo de mí, ¿qué más podía entregarle? Nunca me había considerado una ''chica fácil'', ni quería que él me viera de esa forma, pero lo cierta era que a su lado había actuado como tal. Estaba actuando como tal.

Sacudí la cabeza y choqué contra un musculado hombre, que me lanzó una mirada de reproche. Pedí disculpas arrugando el gesto y busqué a Louis, de nuevo, con la mirada. Podía sentir su electricidad aún estando a varios pasos de él. Esa atracción escandalosa y ridícula que sentía podría explicar el comportamiento que había tenido días atrás; y también el que estaba teniendo en esos momentos. Lo explicaba, pero no podía de ninguna manera justificarlo. ¿Desde cuándo había sido incapaz de controlar mis impulsos, mis deseos, más ocultos? Él había supuesto una primera vez en muchos aspectos.

Louis encaró un pasillo tras haber salido del mogollón de gente y fui tras él, acelerando el paso. Ansiosa. Escondí una sonrisa tras verle apoyado en una pared, ya completamente alejado de la estancia donde se encontraba la muchedumbre. Pasó una de sus manos por el pelo, algo alborotado pero increíblemente cuidado, y giró su cabeza hacia mí cuando escuchó el sonido de mis tacones. Él no escondió la sonrisa.

— ¿En qué piensas? —Preguntó, como si hubiera adivinado el conflicto mental que llevaba arrastrando desde que me había dicho ese "cuenta hasta diez y sígueme".

— En nada —contesté, afable—. ¿Y tú?

Sus ojos llamearon. Unió nuestras manos e inició el paso de nuevo, en este ocasión hacia la puerta que teníamos frente a nosotros. Golpeó con fuerza la madera sin deshacer nuestra unión y, al no obtener respuesta, giró el pomo. Pude percibir cómo sonreía de nuevo.

— ¿No te parece increíble cómo, cuando se trata de ti y de mí, los baños nunca están ocupados? —Carcajeó, provocando una reacción parecida en mí.

Me cedió el paso haciendo una mini-reverencia, con mucha caballerosidad, y reí de nuevo.

— Si hubiera venido sola, hubiera tenido una cola de diez personas por delante de mí, seguro —contesté, siguiéndole el juego.

— No lo dudes ni un instante —cerró la puerta, echó el pestillo, se dejó caer contra ella y se cruzó de brazos—. Tendremos que empezar a venir juntos más a menudo.

Me situé frente a él y, de modo automático, me mordí el labio. Extendió su brazo derecho hacia mí y sostuve su mano al instante; recibí un tirón por su parte y acabé completamente pegada a él. Sus manos rodearon en seguida mis caderas y sus labios se posaron sobre los míos. Y entonces dejé de preguntarme si tendría que poner límites o no.

Repasé el exterior de sus brazos con anhelo, hasta que dejé descansar mis manos en su espalda. Una especie de americana negra y una camiseta blanca bajo ésta cubrían su torso y me encargué personalmente de que la primera no siguiera estando sobre él. Se deshizo de ella sin poner objeción alguna, dejándome ver los tatuajes que cubrían su brazo derecho. Los observé durante unos segundos, hasta que mis ojos volaron de nuevo a los suyos.

More than this | Fan-fic de Louis TomlinsonWhere stories live. Discover now