XI. No voy a llevarte a ninguna parte

14.6K 461 47
                                    

Domingo 9 de marzo del 2014

Alice

Me coloqué sobre él sin despegarme de sus labios. Aferró con firmeza mis caderas mientras nuestras lenguas chocaban cada vez con más intensidad y comencé a sentirme en el cielo. Sus manos me sostuvieron con fuerza y, con un rápido movimiento, me desplazó hasta que quedé sentada sobre los mullidos cojines que cubrían el sofá. Abrí los ojos y lo miré confundido. Una veloz sospecha se adueñó de mis pensamientos y barajé la posibilidad de que no le gustaba que me colocase sobre él.

Pese a la confusión que sentía, Louis pareció no percatarse de la expresión de mi rostro. O decidió omitirla. Todo lo que hizo fue impulsarme hasta que quedé tumbada.Su cuerpo cayó sobre el mío y sus labios levitaron sobre mi boca,sin llegar a convertir ese pequeño roce en un beso. Suspiré satisfecha, y excitada, cuando comprobé cómo su respiración estaba completamente acelerada. Provocar eso en él era un delirio para mí.

De pronto, detuvo toda urgencia y se incorporó sosteniendo mi mano.

– Vamos a tu habitación–ordenó.

fue una orden. Sopesé durante unos instantes la posibilidad de rechazar su autoritarismo pero el fuego encendido en sus ojos era mucho más de lo que podía soportar.No podría haberme negado a nada ni aunque quisiera realmente.

Me levanté con rapidez y su brazo izquierdo hizo un cerco en torno a mi cintura, mientras comenzábamos a andar. Mordió el lóbulo de mi oreja, con cariño, y me encogí, riéndome ante el efecto que había provocado. Detuvo mis pasos colocándose frente a mí y observé la gran sonrisa inscrita en su rostro.

– ¿Te gusta? –Sostuvo mi cara y me besó sin darme opción a contestar–. Vamos, corre.

Eso hicimos. Corrimos por el pasillo entre risas, con nuestras manos unidas. Disfruté de su impaciencia, de su deseo, y esperé que fuera a ser siempre así.

– Túmbate –exigió, una vez en mi habitación, con la voz ronca más preciosa que había oído en la vida.

Caminé hasta la cama y cumplí con sus deseos, sabiendo que no tardaría en tenerlo sobre mí. La idea de volver a contemplarlo desnudo recorría mi mente y convertía aquel momento en auténtica gloria.

Para mi sorpresa, se colocó de rodillas sobre la cama, cerca de mí, y me miró de arriba a abajo.

– Vamos a jugar a algo.

Se inclinó con energía hacia donde me encontraba y cubrió mi cuerpo con el suyo. Recorrió mi cuello con sus labios, trazando un húmedo sendero hasta mi boca, y lo besé con ganas cuando se posó sobre ésta.

– ¿Quieres jugar?

– Dime a qué –reclamé.

– Te va a gustar.

– Dímelo.

Pasó su lengua por mi labio inferior y después lo atrapó con sus dientes. Tiró de él y gemí.

– Cierra los ojos.

– ¿Qué?

– Cierra los ojos –repitió–.Voy a hacerte todo lo que quieras, pero tienes que tener los ojos cerrados. Si los abres, pararé –negué con la cabeza. ¿Ojos cerrados? Imposible. Adoraba mirarle–. Te va a gustar. Confía en mí.

– Louis...

– Cierra los ojos –su tono de voz fue, en esa tercera ocasión, autoritario.

Tardé unos segundos en asentir.No podía perder demasiado por intentarlo. Si perdía y él llegaba a detener, encontraría la forma de convencerlo para que continuara.

More than this | Fan-fic de Louis TomlinsonWhere stories live. Discover now