XXIX. Gracias por cuidarme (3/3 maratón)

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Viernes 28 de marzo de 2014

[Punto de Vista Alice]

Esa mañana no había tenido que soportar la presencia de Benedict a mi alrededor, pues fue Katherine, su mujer, quien se acercó hasta la librería para echarme una mano. El miedo que, consideraba, iba a tener dio paso a un profundo sentimiento de culpa que me impidió desenvolverme como siempre lo había hecho. A las doce y media hice uso de esas tres horas libres que según mi contrato podía cogerme para destinarlas a comer y lo empleé en eso mismo: en invitar a una destrozada Chloe a comer a mi casa.

La recibí con un caluroso abrazo y quise conservarla así para siempre, queriendo impedir con mi cariño que rompiera a llorar o que se sintiera como sabía que se estaba sintiendo. Se separó de mí con lágrimas en los ojos y negué con la cabeza al verla así. Ni siquiera sabía qué era exactamente lo que quería o lo que debía decirle. ¿Cómo consuelas a alguien tras una ruptura de ese calibre?

Nos sentamos en la mesa del salón, donde había colocado un par de platos con todo tipo de alimentos para picar que, sabía, era lo que más necesitaba. Todo fritos, nada de algo desarrollado a lo que no fuera a probar bocado.

- Estoy agotada -comenzó, sin que yo hubiera sido capaz de decir una sola palabra-. No he podido pegar ojo en toda la noche y no puedo dejar de pensar en lo mal que he hecho sentir a Niall -lloriqueó, pasándose un pañuelo de papel por la nariz-. Soy la peor persona que hay en el mundo.

- No digas eso, no es verdad -pasé una mano por su espalda, queriendo dejarle ver que estaba junto a ella-. Estas cosas pasan, Chloe, y nadie tiene la culpa.

- ¡Claro que tengo la culpa! No he sabido quererle como él quería, ni he sabido confiar en él cuando es lo único que me ha pedido durante todo este tiempo. ¿Cómo quieres que me sienta? Soy una mierda.

- No te permito que hables así -incliné mi cabeza con la intención de encontrarme con sus ojos, clavados en la mesa de madera-, ¿me oyes? No hables así de ti misma porque no es justo.

- ¿¡Y qué quieres que haga!? -Preguntó, molesta, dirigiendo hacia mí sus ojos llorosos.

- ¿Crees que esto es lo mejor? ¿Crees que dejarlo es lo mejor que podéis hacer?

- Sí -respondió, sin duda en su voz.

- Entonces acéptalo, pero no te tortures. Piensa que es lo mejor para los dos y que dentro de dos o tres meses, quizá cuatro, volveréis a estar completamente bien ambos. De nada sirve que te reproches cosas para las que ya no hay solución -dejé escapar un suspiro y me mordí la lengua antes de hablar sin demasiado tacto-. Siento mucho que sea así, pero lo habéis dejado, no tienes que pensar en los por qués, ni tienes que pensar en qué salió mal, sólo tienes que procurar salir adelante.

- Es imposible no torturarme.

- Para eso estoy yo aquí, para impedir que lo hagas.

- ¿Nunca has perdido a alguien que te importaba? -Preguntó, con la voz rota, y quizá con demasiado reproche en ésta, como si creyera que no era capaz de entender por lo que estaba pasando-. Torturarse no es una opción, es algo que viene acompañado de perder a quien quieres.

Asentí, entendiendo que era demasiado pronto como para convencerla de que otro comportamiento era posible.

- Entonces me limitaré a ofrecerte helado de chocolate y a escuchar todo lo que tengas que decirme.

- Eso es mucho más que suficiente.

Dejó caer su cabeza en mi hombro y acaricié su cabello con mimo, parándome a pensar en qué era exactamente lo que mi amiga necesitaba para encontrarse mejor. Parecía que la decisión de acabar definitivamente con su relación con Niall ya estaba tomada así que convencerla de que era una determinación errónea no entraba en mis planes. Pronto llegué a la conclusión de que lo único que podía hacer por ella era exactamente lo que le había dicho: ofrecerle helado de chocolate y escuchar cómo se torturaba sin poder hacer nada por evitarlo.

More than this | Fan-fic de Louis TomlinsonWhere stories live. Discover now