XXV. ¿Qué me estaba pasando?

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Miércoles 26 de marzo de 2014

[Punto de Vista Alice]

Me retiré de él en cuanto tuve conciencia de lo que estaba haciendo y lo miré confundida, tratando de no perderme en mi segunda mirada favorita en el mundo. El azul de ésta brillaba con demasiada intensidad y mil preguntas acudieron a mi cabeza. Sólo formulé una de ellas.

- ¿Qué... haces? -Tartamudeé.

Dejé sobre el mostrador el vaso de plástico lleno de agua, junto a lo que estaba siendo mi primera comida del día. Me alejé un par de pasos de él y crucé mis brazos sobre mi pecho, intentando mostrarle una postura firme ante la acción que acababa de realizar. Me había besado. Estábamos hablando de libros, de estupideces, de clientes un tanto pesados y, de repente, de la nada, me había besado.

No quería mentirme a mí misma y era cierto que era algo que llevaba deseando mucho tiempo. Pero los deseos no siempre podían ir a la par que la realidad, e igual que siempre había deseado sus labios sobre los míos, también siempre había sabido que eso no podía ser. Era un hombre casado, con la hija de mi jefe, y no estaba dispuesta a echarlo todo a perder por él.

- Llevo conteniendo esto demasiado tiempo, pero ya no puedo más -avanzó hasta mí y me mantuve inmóvil, esperando que la cercanía de su figura no echara al traste la resistencia que estaba mostrando-. Eres una chica asombrosa, Alice.

- Ben, estás... casado -abrí la boca, dándole a entender que lo realmente asombroso era su comportamiento-. Katherine es una mujer maravillosa, ¿por qué haces esto?

Se encogió de hombros, como si no tuviera una buena explicación que darme.

- Tú también eres maravillosa. Sé que estoy casado, pero también soy muy consciente de lo que provocas en mí -dio un paso hacia mí-. Y de lo que yo provoco en ti. ¿No sería mejor darle rienda suelta y liberarnos de toda esta tensión que siempre hemos mantenido?

Apoyó sus manos en mis caderas y ladeé la cabeza para impedirle un acceso a mis labios. Era muy capaz de rechazarle si intentaba besarme de nuevo, pero prefería evitarme el tener que hacerlo.

- No, desde luego que no es lo mejor. Eres el marido de la hija de mi jefe, dos personas a las que además tengo mucho cariño -lo miré de nuevo, serena, segura-. No voy a estropear nada de lo que he conseguido aquí, lo siento.

- Tienes veintidós años, ¿no estás dispuesta a hacer nada para divertirte? ¿Prefieres seguir las reglas?

¿Estaba intentando decir, él también, que era una aburrida? Bufé y me zafé de su agarre, trazando un camino hasta el otro lado del mostrador para así cortar por lo sano cualquier contacto que pudiera darse entre nosotros. Apoyó sus manos en el cristal donde descansaba nuestra comida y quedamos frente a frente.

- Te aseguro que me divierto, Benedict, pero tú no eres la clase de diversión que quiero, eso es todo.

- ¿A qué te refieres? ¿Me vas a negar que te gusto?

- ¡Me refiero a que estás casado! -Exclamé, alarmada-. No necesito meterme en líos con un hombre casado para divertirme.

- ¿Vas a negarme que te gusto? -Repitió.

Rodé los ojos, huyendo de cualquier contestación posible. Claro que me gustaba, ¿a quién no podía gustarle? Era guapo, tremendamente atractivo, inteligente, atento, agradable y divertido. Tenía treinta y tres años y la vida resuelta con un trabajo excelente. Sabía cómo tratar a las personas y sabía cómo hacer que se sintieran a gusto a su lado. ¿Cómo no gustarme?

Pero había dos problemas. Uno: estaba casado.

Dos: Louis.

Nadie podía gustarme suficientemente en serio mientras Louis siguiera existiendo. Era él quien realmente despertaba cosas en mí. Era él por quien sí me jugaría todo.

More than this | Fan-fic de Louis TomlinsonWhere stories live. Discover now