XIV. ¿Por qué eres así?

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Viernes 14 de marzo de 2014

Alice

No tardé demasiado tiempo en retirar de mi cabeza lo ocurrido con Benedict. Siempre había sido muy dada a malinterpretar las cosas y, tras pensarlo fríamente, decidí que sólo había tratado de ser amable conmigo. Estaba sacando las cosas de quicio.

Katherine, junto a su marido, se despidió de nosotros poco tiempo después y Thomas y yo reanudamos una conversación anterior acerca de la nueva literatura que estaba surgiendo en los últimos años. Y la mañana transcurrió como cualquier otra.

Pasadas las tres de la tarde, Perrie me escribió para informarme de los planes concretados por los chicos que ya se habían convertido, al parecer de manera oficial, en mi nuevo grupo de amigos londinenses. Algo que, por otro lado, a mi prima no parecía hacerle excesiva gracia. Me aseguró con cierto mal humor que descartaba salir esa noche y que esperaba que yo hiciese lo mismo. Reí en mi fuero interno al entender el temor en sus palabras, probablemente suscitado por la posibilidad de que Louis y yo fuéramos a encontrarnos de nuevo; algo que no dejaba de ser una soberana tontería: no necesitábamos la excusa de una fiesta para volver a vernos. Ya no.

Aquella noche saldría con ellos. Y no sería la única.

Con ese pensamiento, me escapé del trabajo a la velocidad de la luz pasadas las seis y media de la tarde. No tenía demasiada intención de arreglarme hasta el exceso pero, desde luego, no iba a perder una sola oportunidad de despertar en Louis algún tipo de interés, y eso conllevaría su tiempo.

Perrie seguía protestando cuando me presenté en su casa, sin previo aviso, dispuesta a llevarla conmigo.

– Cámbiate, ¡nos vamos de fiesta! –Exclamé, divertida. Enarcó una ceja y giró su cuerpo. Sacudí sus hombros cuando tuve oportunidad de acercarme a ella–. ¡Venga, la noche es joven!

– ¿Te has puesto así de guapa para ver al estúpido de Tomlinson? – Reprochó, con los brazos cruzados.

Me coloqué frente a ella y borré todo rastro de diversión de mi expresión y de mis palabras.

– Me alegra enormemente que sigas preocupándote por mí como siempre has hecho, pero no abuses de ello. No puedes decir esas cosas de Louis, ni puedes enfadarte conmigo sólo por que no siga tus consejos al pie de la letra. Agradezco tu preocupación, pero es mi vida, mis intereses y mis deseos. Sobre todo mis deseos –añadí, ladeando la cabeza–. No voy a dejar de ver a Louis –aseguré–, así que cambia el concepto que tienes de él, de nosotros, o creo que tendré que dejar de confiar en ti para contarte ciertas cosas –se hizo el silencio–. Y me he puesto así de guapa para irnos de fiesta, así que quítate ese horrible pijama y vamos a divertirnos.

Mis palabras consiguieron el efecto pretendido y apenas media hora después de ese innesario encontronazo salimos de su casa para hacer frente a una fiesta a la que, por primera vez, Perrie se había dejado arrastrar por mí.

Zayn, Niall y Chloe nos recibieron en el local. Recibí un caluroso abrazo de Chloe, con quien no había perdido el contacto en los últimos días, y susurró un "tengo noticias para ti" que despertó todos mis sentidos. Dejamos a Perrie en manos de los chicos y nos apartamos con disimulo, dirigiéndonos hacia la barra de madera que ocupaba parte del espacio de la estancia en la que nos encontrábamos.

Un camarero de impresionantes ojos verdes se encargó de atender nuestras peticiones y me pregunté si algún día volvería a admirar los ojos de otra persona que no fuera Louis. Tragué saliva tras empaparme de ese pensamiento que iba mucho más lejos de lo que me hubiera gustado. No sabía qué estaba haciendo conmigo.

Ambas nos sentamos en dos sillas altas, elegantes, con las que resultaba imposible rozar el suelo. No comenzó a hablar hasta que no tuvimos una copa en la mano.

More than this | Fan-fic de Louis TomlinsonWhere stories live. Discover now