VI. Calma, preciosa

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Sábado 1 de marzo de 2014

[Punto de Vista Alice]

Tardé unos instantes en reaccionar y me aplaudí a mí misma cuando fui capaz de hacerlo. Dejé la copa medio acabada sobre la barra y me encaminé hacia donde se había dirigido Louis, hacia donde estaba el resto. Éste se giró cuando me quedaban un par de pasos para llegar y me interceptó antes de que pudiera hacerlo, frenándome. Sostuvo mi cintura con una mano y mi respiración me confirmó lo muy cerca que empezaba a encontrarse de mí.

- ¿Qué te frena? -Preguntó-. ¿Lo que puedan pensar los demás?

- Sí -dije, tras unos segundos.

Mentí. Me frenaba estar perdiendo los papeles.

- Ven conmigo y confía en mí.

Rozó mi mano antes de dar media vuelta e hice lo que me pidió; es decir, exactamente lo que llevaba haciendo desde que le había conocido: lo que él me pedía. Me coloqué a su altura y llamó la atención de los demás alzando su mano.

- ¿Alguno más quiere irse a casa? Alice dice que se va y voy a llevarla en coche. ¿Queréis alguno?

Lo cuestionó con una naturalidad apabullante, como si no estuviera actuando. Como si eso no fuera parte de su plan para disimular nuestra huida. Niall y Chloe negaron de inmediato, completamente cómplices, y Harry y Liam lo hicieron poco después.

Así que Louis y yo salimos del Funky Buddha completamente solos. Había aparcado el coche en una especie de garaje privado, a diez pasos del local, y no tardamos demasiado en estar montados en él. Me abroché el cinturón y sentí su mirada sobre mí, así que se la devolví sin miedo.

- ¿Te llevo a casa?

- Ese era el trato, ¿no?

Se inclinó hacia mí hasta quedar a unos centímetros, devoró mis labios con su mirada y se pasó la lengua por los suyos. Mi cuerpo reaccionó de nuevo. ¿Cómo podía tener tanto poder sobre mí?

- Me encanta hacer tratos contigo -sonrió, recobró la postura correcta para conducir y puso en marcha el vehículo-. Tienes que decirme cómo se va.

-Mmm... -Hice memoria-. Según sales de aquí, sigues recto la calle y la segunda a la derecha. Eso, de momento.

- ¿Te conoces bien Londres?

- ¡Claro! -Exclamé, entusiasta. Casi me dolía que dudaran de mi devoción por esta ciudad-. Soy de aquí.

- No lo sabía -observé cómo elevaba una ceja y reprimí la risa ante su confusión-. Entonces imagino que estabas deseando volver.

- La verdad es que sí -admití.

- Porque sabías que ibas a conocerme.

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