Capítulo 21: Navidad

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Sonó una pasada y reconocida voz en algún hueco de mí, sintiéndome al instante vacía.

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- ¡Mikasa, lleva estas cervezas a la mesa tres! - gritó Mina desde la barra. Habíamos cambiado lugares cuando las personas fueron cada vez más abundantes. Cogí dos bandejas, ambas en mis manos y comencé a repartir las bebidas. Isabel daba hoy un espectáculo, lo que hacía llenar más el bar, ya que era una de las mejores bailarinas del lugar.

- ¡Aquí, señorita! - me llamó una mujer mayor, señalando su mesa - Estáis muy ocupadas hoy, ¿no? - preguntó mientras yo soltaba sus respectivos contenidos.

- Sí... - es lo único que añadí para salir pitando a otra mesa. Cruzando entre pieza y pieza, recibí un pequeño empujón por un niño que corría sin mirar. Tropecé manteniendo el equilibrio entre las bandejas. Afortunadamente, no ocurrió nada... por el momento... Dos hombres se levantaron con exageración, cortándome el paso en seco. Y, para la última gota que colmaba el vaso, me resbalé hacia atrás, tirando ambos objetos en mis manos sobre mi cabeza. Un gran escándalo formé, no siendo yo la única perjudicada. Caí en el regazo de un hombre, llenándolo por una parte de su manga de cerveza, Coca Cola y Aquarius. Un gran silencio se hizo en el lugar, escuchándose nada más los quejidos del hombre debajo mía - ¡Oh, no!¡Discúlpeme! - me apresuré a recoger los trozos de vidrio esparcidos por el suelo.

- Que vergüenza... Es decepcionante... ¿Cómo pueden tener personas tan inútiles? - eran los susurros más cercanos a mis oídos. Visualizaba mis manos como se movían con rapidez, haciéndome una pequeña raja en mi dedo índice - Vámonos, mejor... Esto es patético... - mis ojos comenzaron a nublarse, llamando a mis lágrimas. Las manos comenzaron a temblarme y los arañazos en mi palma y dedos empezaban a hacerse notorias. La primera gota de mis ojos apareció, intentando inútilmente guardarlas.

- Hoy no es un buen día... Hoy algo está mal conmigo... Yo no soy así - repasaba mis conclusiones.

En un momento, sentí una grande y cálida mano apoyarse en la mía. Llevé mi vista a aquella persona que me tocaba, encontrando al hombre de antes.

- Déjeme que le ayude, querida - me sonrió, limpiando con el pulgar de su otra mano libre mis lágrimas - No llores - y con esas últimas palabras, me ayudó, recogiendo también los cristales. Lo observé por unos segundos, anonadada. Su cabello estaba repeinado hacia atrás, podía notar las patas de gallos sobre sus ojos azules oscuro. Tenía barba perfectamente perfilada por sus patillas, llegando a la barbilla.

- Esperad, os ayudo también - se agachó Sasha a un lado del desconocido hombre - Será mejor entre los tres - nos regaló una de sus amplias sonrisas.

- Lo siento... - me disculpé, intentado coger los trocitos pero fui interrumpida por Isabel, que agarraba mis manos con fuerza.

- Déjanoslo a nosotros. Te has hecho daño - dijo analizando mis extremidades. Me levanté, viendo como solo quedaba una mesa con tres personas, que recogían sus cosas antes de salir de allí. La ojiverde tenía su mandíbula apretada, notando su furia.

- Isabel... - la llamé con intenciones de volver a disculparme.

- No te preocupes, Mikasa. Todo el mundo tiene siempre un mal día. No es tu culpa - soltó mis manos y acomodó un mechón de mi cabello detrás de la oreja, sonriéndome con dulzura. Mis ojos se volvieron a cristalizar. Era su culpa, estaba segura. Por su maldita culpa me encontraba tan distraída.

- ¡Mikasa! - me llamó Ilse - El jefe dice que tienes que subir. Quiere hablar contigo... - finalizó, poniendo todos mis nervios de punta. Eché una rápida mirada hacia Sasha quien se quedó pensativa mirándome.

El Arte De Amar Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang