Capítulo 15

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Ella quería, pero pensó en Joel. Michelle sin nada que decir bajó los escalones de la pequeña escalera dejándolo solo. Una vez más se volvió a sentir humillado o ignorado. Ella abrió el refrigerador y bebió jugo de manzana junto con una pastilla para dormir. Más atrás bajo el.

_ Por favor vete, necesito descansar. – el intentó acercarse y ella se alejó. _ Vete, no vas a conseguir nada con tu dinero. – decepcionado salió del lugar maldiciendo. Se fue directamente a un bar a embriagarse. Mientras ella se acostó en su cama a llorar. _ ¿Será verdad lo que me dice? Joel dice que no es buena persona y yo confío mucho en mi amigo. Así que Michelle, no le hagas caso en nada de lo que te diga. ¿Y si termino enamorada? No, yo no puedo enamorarme, no puedo, no puedo. – se acostó hasta quedar en un profundo sueño. Al día siguiente hiso lo mismo de siempre en su trabajo.

_ ¿Cómo sigues? – preguntó su jefe con un tono preocupado.

_ Estoy mejor que ayer, puedo asegurarlo. – le regaló una pequeña sonrisa. Cuando mira a su primer cliente se sorprendió al ver que es Edmundo. _ ¿Otra vez el? – frunció el ceño y se dirigió a la cocina.

_ Es el, el chico que te hablé la otra vez.

_ ¿Él se enamoró de ti y te llevó a su casa?

_ No es una casa, es una mansión. Viene por mí, ahorita vuelvo. – Michelle escuchaba la plática que tenían las ayudantes. Se quedó observando a la chica y miró cuando se sentó en la misma mesa con Edmundo. Él sonrió cuando la vio, ella se veía emocionada.

_ ¿Se la llevó para su casa la otra noche? ¿Está enamorado de ella? Ok, perfecto. Iré a atenderlo a ver qué cara pone ahora. – Michelle se acercó sonriendo y se puso frente a él. _ ¡Buenos días joven! ¿Qué desea para desayunar? – él se sorprendió al verla. _ ¿Lo estas atendiendo? – le preguntó a la ayudante.

_ Hoy desayunaremos juntos, el me invitó. – respondió ella emocionada. Edmundo no hallaba que hacer, así que quiso lucirse ante Michelle.

_ ¡Eh! Bueno, pide lo que tú quieras cariño, yo pago. – la chica hiso el pedido y Michelle se fue. Edmundo miraba al suelo y luego sonrió. _ ¿Es ella la de las flores verdad?

_ Si, si supieras que alguien rompió las flores que tenía en la entrada, y la muy tonta se puso a llorar. – dijo sonriendo a carcajadas. Edmundo se quedaba mirándola un poco serio.

_ ¿Por qué lloraba?

_ No lo sé, decía que esas flores también son humanas y que le duele. – Edmundo bajó su rostro. Se sintió mal al recordar que quien ocasionó ese dolor fue el. _ Pero ya no hablemos de eso más bien dime, ¿Cuándo saldremos en moto?

_ Cuando tú quieras, solo dime y salimos en mi moto. – Michelle escuchó.

_ Aquí tiene su pedido, espero que lo disfruten. – él se quedó mirándola sorprendido.

Después de terminar el desayuno la chica volvió a trabajar, él se quedó sólo y pensativo. Luego se levantó, observó a Michelle y salió. Llegó a su casa y se acostó. A los minutos llego su novia, se cansó de tocar la puerta y el nunca salió. Ella se fue.

_ ¿Por qué me siento mal? Debería dejar de sentirme así. – salió corriendo a alcanzar a su novia. _ Cariño, disculpa que no haya salido, es que estaba bañándome, ¿Cómo iba a salir? – él la tomó por la nuca y la besó. _ No sabes cuantas ganas tengo de estar contigo. – ese día, se la llevó a la cama. Cuando todo ya había terminado el la llevó a almorzar a un restaurante lujoso.

_ ¿Cuándo nos vamos a comprometer? Creo que ya es hora, ¿No? – él sonrió y negó.

_ Todavía no es hora, ¿Cómo te voy a mantener? Si no he terminado mis estudios. – dijo sonriendo. Al terminar regresó a su casa, estaba esperando que fuera la hora en que Michelle sale al parque a trotar para buscarla. Pero se quedó en la entrada esperándola y ella nunca llegó, ya Michelle no podía trotar. _ ¿Por qué no viniste?

Ella había salido al hospital de niños y allá se encontró con la chica que estaba en el restaurante el otro día llorando porque sus padres se iban a divorciar.

_ ¿Hola? – le dijo la chica a Michelle, ésta se giró y sonrió. _ Estaba dudosa si eras tú o no eras tú, ¿Cómo estás?

_ Estoy bien gracias por preguntar, ¿Y tú? ¿Trabajas aquí?

_ No, yo tengo un hermanita aquí de ocho años.

_ ¿Cómo se llama?

_ Samanta. – Michelle sonrió emocionada.

_ ¿Samanta? Es una niña tierna, yo la conozco, somos mejores amigas. – la niña es la pequeña que la invitó a su cumpleaños la vez anterior.

_ Pues que casualidad, ¿No? Yo acabo de llegar para visitarla, se sorprenderá cuando me vea, ¿y tú por qué estás aquí?

_ Yo dedico parte de mi tiempo en ellos, mira, traigo mi guitarra para cantarles. A veces le doy masajes y les echo chistes.

_ ¡Ah! qué bueno, entonces entremos. – Michelle entró saludando a la señora que limpia, a unas maestras, a varias personas. _ Por lo visto son todos los que te conocen.

_ Mayoritariamente vengo todos los domingos, pero cambiaré de rutina. Vendré más seguido. – cuando Michelle entró la niña se lanzó en sus brazos.

_ Pensé que no ibas a volver a venir, ¿Hoy si vas a cantar? – Michelle asintió, la niña observo a su hermana y se quedó paralizada.

_ Samanta, soy yo, ven, abrázame. – ella negó un poco asustada y se escondió.

Simplemente vivir ©️ (Completa)Where stories live. Discover now