Capítulo 04

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_ A veces pienso que todo lo haces con esa intención.

_ Joel, piensa lo que quieras, de igual forma yo no vine a este mundo para complacer a nadie, sino para vivir sin preocupaciones y tú podrás ser mi amigo, pero eso no te da el derecho de hablarme de esa manera, ¿Ok? – se dio media vuelta y siguió su camino. _ A nadie le importa realmente como me siento, ni lo que siento, a nadie le importa escuchar lo que tengo que decir. – susurraba para ella mientras caminaba. _ ¡A nadie! – siguió su camino hasta llegar al parque, sacó su teléfono, colocó música y se acostó en la grama. Los recuerdos comenzaron a aparecer y sus lágrimas comenzaban a caer, le daba coraje las veces que lloraba, porque sentía que no podía ser feliz, a veces solo quería desaparecer del mundo. Llegó al restaurante y subió a la azotea, comenzó a cortar las hojas marchitas que tenían las flores, a echarle agua. Cuando terminó bajó a ver las flores que tiene en la entrada y echarle agua también. Cuando salió se sorprende al ver a Edmundo frente del restaurante.

_ ¡Hola! – dijo el no muy emocionado. _ ¿Está abierto? – ella lo miró de mala manera y negó._ ¿No trabajas los domingos? – ella volvió a negar mientras regaba las flores.

_ ¡Hermoso! – exclamó sonriendo muy emocionada al ver que la flor que ayer estaba un poco caída ya hoy está viva. _ Yo sabía que podía lograr que te levantaras, yo sabía que lo iba a lograr. – se giró y miró a Edmundo. _ ¡Yo sabía que lo podía lograr! Ninguna planta muere estando conmigo. – él sonrió negando, ella acarició sus pequeñas hojas y suspiro. _ Eres una hermosa flor. – suspiró y volvió a verlo. _ Ya te dije que el restaurante está cerrado, los domingos no trabajamos.

_ ¿Y qué haces aquí?

_ Estoy aquí cuidando mis plantas, mis flores, no puedo dejarlas morir. Vengo todos los días a echarle agua, ellas llaman la atención de las personas, ¿Quieres ver mi jardín? – honestamente ella estaba emocionada porque su flor no murió. Edmundo dijo que si, entonces ella lo subió a la azotea y él se sorprendió al ver tantas flores de diversos colores, hermosas, grandes y pequeñas. _ Es muy lindo, ¿verdad? Quiero hablar con mi jefe y pedirle que coloque algunas mesas aquí y que sea parte del restaurante.

_ ¡El ambiente es jodidamente hermoso! – exclamó con sus ojos abiertos como platos, ella al ver esa reacción sonrió. _ Seré la primera persona que venga a cenar en la inauguración.

_ ¿Vendrás con tu novia? – él se quedó mirándola por unos minutos y luego asintió.

Minutos después estaban abajo, él ya debía irse pero no la quería dejar sola.

_ ¿Vas a quedarte sola aquí?

_ Pronto vendrá mi novio a recogerme. – le volvió a mentir y el asintió.

_ Ojala que no te deje mal como lo hiso ayer.

_ Si le digo que un chico está afuera para acosarme, estoy segura que vendrá corriendo.

_ Odio los problemas, mejor me voy. Oye, tu jardín está muy lindo, habla con tu jefe, estoy seguro que aceptará tu propuesta. – se giró y se marchó. Ella volvió a restaurante y se sirvió un vaso de jugo de lechosa frio. No dejaba de pensar en las palabras de Edmundo. Al día siguiente su jefe llegó y ella ya tenía el restaurante limpio. Alrededor de todo el restaurante ella tenía flores amarillas, rosadas y blancas que le daban vida al lugar y era una de las razones por la cual el jefe le daba hospedaje allí.

_ ¡Buenos días Michelle! El restaurante está hermoso hoy, tienes talento para la decoración.

_ ¡Buenos días señor! Muchas gracias por sus palabras.

_ Tus padres deberían estar orgullosos de ti por la gran chica que eres.

_ Tal vez mi hermana siga siendo el orgullo para ellos y no yo. – un silencio se apoderó del lugar hasta que ella rompió el hielo. _ Señor, quería enseñarle un lugar y hacerle una propuesta, ¿me acompaña? – el asintió dudoso y la siguió por las escaleras. Al ver el pequeño jardín se quedó impresionado, impactado por los colores y la belleza que hay en el lugar.

_ Michelle... - se quedó sin palabras y sonrió. _ ¿Cómo lo hiciste? Está... está muy hermoso...

_ Trabajé bastante aquí arriba para mantenerlo así, ¿le gusta?

_ No, no me gusta. ¡ME ENCANTA! Además, podríamos colocar algunas mesas aquí y...

_ Esa es la propuesta que quiero hacerle, pero ya veo que está usted de acuerdo.

_ Estoy de acuerdo en todo lo que hagas, pienses o digas, eres como mi mano derecha Michelle. – ella sonrió, él se le acerco y tomó su mano. _ Comenzaremos a trabajar aquí arriba Michelle, hoy mismo me encargaré de conseguir algunas mesas, unas sillas...

_ Unas luces de colores no quedarían mal para una noche señor.

_ Tienes razón. Hoy comenzaré con ese proyecto Michelle, ¿ok? Voy a salir y no sé a qué hora regrese. – le dio un apretón de mano y bajó las escaleras corriendo. En el trascurso del día ella hizo su trabajo. A la hora de descansar se disculpó con Joel e hicieron las pases, luego lo invitó al hospital, el aceptó y fueron al cumpleaños de la niña. Pasaron un rato chévere, aunque ella se sentía incomoda se quedó hasta el final.

Cuando regresaron en la tarde al restaurante, estaba Edmundo en la acera mirando su reloj un poco desesperado, cuando la miró sonrió y se acercó a ella.

_ Tengo ya casi media hora aquí esperándote. – Joel se quedó mirándolo de arriba abajo y frunce el ceño.

_ Ah, tuve que salir, pero ya regresé. – respondió ella devolviéndole la sonrisa y entrando al restaurante. Joel se quedó afuera mirando a Edmundo.

_ ¿Eres su novio? – preguntó Edmundo al darse cuenta de la forma en que lo está mirando.

Simplemente vivir ©️ (Completa)Where stories live. Discover now