Capítulo 14

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Aunque esas eran las más importantes. Edmundo salió de su vida y ella comenzó a extrañarlo. Lo extrañaba por las noches, al despertar y al trotar en el parque. No en un buen sentido, sino que de verdad le parecía extraño que no la haya seguido más o peor aún, pensaba que a la vuelta de la esquina podía encontrárselo. Pero Edmundo se había ido para México y aun no regresaba, aunque él no se sentía del todo bien, tenía la necesidad de volver y disculparse con ella de una o de otra forma.

_ Mamá, yo deje unos asuntos pendientes en Venezuela, debo regresar mamá. Ya terminamos la reunión, ya pedí la mano de Aurora, ya todo está bajo control, déjame ir allá para terminar mi asunto. – la madre estuvo de acuerdo, entonces esta noche Edmundo estaría de regreso otra vez para buscarla. Michelle continuaba en su trabajo, pero hizo algunos cambios. No ira los domingos al hospital de niños con discapacidad, no ira al parque a trotar, y trabajará hasta medio día en el restaurante, solo por unos días no más.

Tan pronto Edmundo llegó apareció en el restaurante, la buscó pero ella no estaba. Entonces salió y se quedó sentado del otro lado de la acera esperándola. El restaurante cerró y al cabo de una hora entró Michelle. Cuando él la vio su corazón se aceleró, quiso gritarle pero recordó que su presencia le fastidia así que se quedó mirándola. Michelle tuvo un mareo cuando iba a abrir la puerta y se quedó inmóvil por un minuto, abrió la puerta y dio tres pasos y cayó al suelo. Edmundo corrió desesperado y la tomó en sus brazos, pensó en llevarla al hospital pero recordó que es normal por el embarazo, solo la cargó y la llevó a la parte de arriba del restaurante. Él se quitó el abrigo y se lo colocó a ella, se quedó sentado detallando la forma en que duerme.

_ Tal vez esto ya no sea orgullo lo que siento, sino... amor. – susurró acariciando el cabello de Michelle. _ A cada instante quiero saber de ti. – dijo soltando una pequeña sonrisa.

_ ¿Qué haces aquí? – fue lo primero que dijo Michelle cuando abrió sus ojos.

_ Te volviste a desmayar y te subí hasta aquí, porque no sabía dónde colocarte.

_ ¿Cómo sabes que me desmaye? ¿Me estas acosando? – él se puso de pie y se cruzó de brazos negando. _ Habías tardado mucho en aparecer.

_ ¿Me extrañaste? – ella negó con su ceño fruncido. _ Estuve unos días fuera del país, después de todo lo que me dijiste quise irme, pero me regresé. Yo si te extrañé.

_ Tú no puedes extrañar a una persona que no conoces.

_ ¿Te parece poco? Acostumbrado a seguirte mientras corres, mientras trabajas, todo eso lo comenzaba a extrañas y decidí volver a fastidiarte, no es fácil estar sin hacerlo.

_Eres un tonto. – dijo sonriéndole por primera vez. _ ¿A dónde fuiste?

_ A México. Me di cuenta que cause una sonrisa, ¿te hice reír? Voy ganando punto.

_ Solo fue una pequeña, no te confíes de mi sonrisa. – el alzó sus cejas y sonrió a medias.

_ Michelle, yo quería hablar contigo respecto a un tema... – ella intentó levantarse y se fue de lado, el rápidamente estiró sus brazos y la tomó. _ ¡Cuidado! – exclamó un poco asustado _ Si caes desde aquí arriba mueres.

_ Ya estoy muerta, morí desde que cortaron mis flores. – él se quedó en silencio, no entendía porque ella le daba tanta importancia de esa forma. _ Me mataron por dentro, sea quien sea que haya sido, me dio directamente en el corazón. – él se quedó en silencio.

_ ¿Por qué lo dices? – preguntó sentándola arriba de la mesa y secando sus lágrimas. _ ¿Por qué lloras? – colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja.

_ Esas flores no eran cualquier flores. - dijo entre sollozos. _ Esas flores eran mi vida. – bajó su rostro. _ Representan mi vida.

_ O sea que, ¿Vas a estar triste hasta que nazcan otra vez?

_ Esas flores no vuelven a nacer. – él se quedó paralizado. _ Esas flores no retoñan.

_ ¿Cómo las conseguiste?

_ Me las dejó mi abuela antes de morir.

_ Lo siento.

_ Tranquilo.

_ No, lo siento porque...

_ ¿Por qué estás aquí? Si llegaste de viaje, muy bien podrías estar en tu casa descansando.

_ Vine porque no aguantaba más las ganas de verte. Es enserio, me hacía falta molestarte y que me respondas sarcásticamente. Nunca había conocido a una chica como tú, que me dijera niño presumido, o decirme que no le importa mi dinero ni lo que yo pueda tener. Es cierto, con todo el dinero no puedo comprar la felicidad. No puedo comprar el amor, eso es algo que se gana, no que se compra. Y yo quiero ganarme tu amor, tu cariño, tu atención. No importa si estas embarazada, yo me haré responsable si no hay alguien más. No vivirás aquí, soy capaz de comprarte un departamento para que estés cómoda. Y si es por mí, ahorita mismo me casaría contigo. – ella se quedó pensando en las palabras que él les decía. _ Puedo reunir a mis padres con los tuyos y pido tu mano. Es enserio Michelle, te quiero. – acarició su rostro. _ Déjame estar a tu lado. – poco a poco se acercó hasta llegar a la comisura de sus labios. _ Déjame besarte. – ella no hizo nada para impedirlo. Entonces el la besó, la besó de una forma tan delicada que todo su cuerpo se espeluco y sus dedos comenzaron a temblar. Ella cesó el beso y se bajó de la mesa.

_ Yo...

_ No digas nada por favor, solo permíteme estar a tu lado, ¿Puedo? Quiero visitar los 23 estados de Venezuela contigo, llevarte a conocer las playas, las islas, los ríos, las costas, los mares, las montañas, las selvas tropicales. Quiero conocer todo, pero tomando tu mano. Permítemelo y te aseguro que no te arrepentirás jamás.

Simplemente vivir ©️ (Completa)Where stories live. Discover now