Capítulo 06

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_ Tú podrás ser el mismísimo presidente de los estados unidos o del mundo entero, podrás tener todo el dinero del mundo, pero eso a mí... a mí eso no me importa. Ni teniendo todos los millones del mundo podrás comprar un amor verdadero, un amor de verdad. Así que aléjate de mí, aléjate de Joel, aléjate del restaurante. – quitó su mano con rabia y lo miró de arriba abajo. _ Niño presumido. – susurró en su rostro y luego se giró, se dio cuenta que Joel la estaba mirando fijo. Ella se fue y Edmundo se quedó impresionado por la forma en que le habló.

_ Primera vez que alguien me habla con tanto carácter... primera vez que alguien me deja a un lado... primera vez que una chica, en pocas palabras, me desprecia. Pero esto no se va a quedar así, ella tiene que caer a mis pies. – susurró mirando al suelo, minutos después salió del restaurante y se fue a su casa. Sus padres salieron a una cena de ejecutivos de la empresa, entonces el llamó a una chica que no era su novia, para pasar la noche juntos, ella no se resistió y eso lo hiso sentir importante. A la media noche la hizo suya, pero había algo que él no entendía y es que, ¿Por qué esa chica del restaurante aparece en sus pensamientos? ¿Por qué no puede dejar de pensar en ella? Tal vez sea por las veces que ella le ha sacado el cuerpo. _ Tal vez sea porque tengo que vengarme de su desprecio. – susurró tomando una cerveza. La chica se quedó en el sofá esperándolo, pero el ya no quería estar con ella.

_ ¿No me das? – él bebió y le dio la mitad.

_ Vístete, te llevaré a casa. – ella escupió la cerveza y se quedó mirándolo sorprendida. _ ¿Qué te sorprende? Quiero estar solo y estoy siendo amable con decir que te llevaré, o no, te daré unos billetes para que te vayas. – fue por dinero y se los entregó.

_ Tú no puedes hacerme esto, dijiste que querías estar conmigo toda la noche. – respondió sollozo.

_ Sí, pero ya no quiero estar contigo, quiero estar solo.

_ Yo te amo Edmundo, déjame estar contigo aunque sea por hoy.

_ ¡Quiero estar sólo! ¿No entiendes? – dijo molesto, entonces tomó la ropa de la chica y se la tiró en el rostro. _ Vístete que me irrita verte así. – ella se vistió rápidamente.

_ Edmundo yo...

_ Sal de mi casa. – la tomó por la mano y la sacó a la fuerzas. Después de haberla dejado afuera pegó su frente de la puerta. _ ¿Qué has hecho Michelle? ¿Qué me obligaste a hacer?

Eran ya alrededor de las una de la mañana, Michelle se encontraba sentada en el jardín abrazando sus rodillas, pensando en las palabras que le dijo Edmundo. Ella no puede enamorase de Joel, sólo es su amigo, ella solo lo ve como si fuese su hermano y saber que él está sintiendo algo más, la hace sentir un poco mal. Luego bajó y se sirvió un poco de jugo de lechosa, se sentó y comenzaron los recuerdos a aparecer. – No sé porque tuviste que nacer, eres la desgracia de la familia. – recordó las palabras que le dijo su padre. – Me arrepiento de haberte dado a luz. – recordó las palabras de su madre.

Las lágrimas amenazaban con salir, ella quería llorar, quería desahogarse, quería hacerlo pero estaba sola. Solo toco respirar profundo y sonreír, pero detrás de esas sonrisas cayeron lágrimas. _ Odio sentirme así, odio estar así, dime Diosito, dime si esto va a ser para toda la vida, dime si esta es la vida que me merezco después de haberlo dado todo... respóndeme Dios por favor, no me dejes con la incógnita, ¿Por qué yo? ¿Por qué tuve que ser yo? ¿Por qué tengo que llevar esta vida? – decía entre lágrimas. Michelle se sentía la persona más despreciable e inútil que puede existir en esta vida, esa noche ella quería estar sola, pero a la vez quería un abrazo de alguien, pero lamentablemente alguien no estaba. Minutos después se levantó y fue por unas pastillas, las tomó y se fue a dormir.

Al día siguiente se levantó, le echó agua a sus plantas, al jardín, abrió el restaurante y comenzó su trabajo. Evitaba a Joel de todas las maneras posibles, no quería ni verlo a los ojos. En sus horas de descanso salió a trotar al parque como suele hacerlo. Ella iba trotando y vio a dos niños jugando a los papagayos, entonces se detuvo y se quedó observándole, luego se dio cuenta que el papagayo se enredado en un árbol, entonces se levantó y fue a ayudarlos.

_ ¿Me permiten? – preguntó sonriendo, los niños asintieron y ella tomó el papagayo, lo desenvolvió como pudo y se los entregó. _ Tal vez tengan que cambiarle el papel.

_ Por lo menos no se quedó para siempre. – respondió un niño sonriendo.

_ Gracias por ayudarnos. – ella asintió y se giró, al girarse vio a Edmundo de lejos, éste estaba sudado, estaba trotando también y se detuvo a observarla. Entonces ella cambio su mirada, comenzó a trotar y él la siguió.

_ ¿También te gusta jugar al papagayo? – preguntó sonriendo en forma sarcástica. _ ¿Qué tipo de chica rara eres? – ella se detiene, el también. _ Hablas con las plantas, juegas papagayos... - ella lo interrumpe continuando, cansada y con ganas de llorar.

_ Vivo en un restaurante, vago por la vida sola, no tengo donde caer muerta y evito a los payasos que me siguen en mis tiempos libres. – volvió a colocar sus audífonos y siguió su trote. Edmundo se quedó paralizado ante aquellas palabras.

_ ¿Vive en el restaurante? – frunció el ceño y miró al suelo sin encontrar ninguna explicación. _ ¿Es en serio? ¿Vive en el restaurante? Tal vez por eso nunca salió aquella noche. Me mintió. – se quedó observando cómo se marchaba y se preguntó. _ ¿Vaga por la vida sola? ¿No tiene donde caer muerta? Ella... tiene una vida extraña, vive en un restaurante. – sonrió y luego se puso un poco serio. Edmundo estaba confundido.

Mientras Michelle trotaba recordaba su pasado, de pronto un recuerdo fuerte hiso que se detuviera y se agachó. _ Debo dejar de torturarme con los recuerdos, debo dejar de hacerlo. – sus ojos se cristalizaron y se sentó en el primer banco que vio. Con la palma de sus manos se cubrió el rostro. _ Por más que trato de no recordar, de olvidar, de no sentirme así, eso sigue allí, y es que... todos los miércoles a las 03:56 am me atacan los recuerdos, es inevitable no llorar. – alzó su rostro y suspiró. _ Dios... ¿Por qué? – secó una de sus lágrimas y se quedó mirando al suelo. 

Simplemente vivir ©️ (Completa)Where stories live. Discover now