Capítulo 02

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Cuando llegó se encontró con la sorpresa de que Edmundo le estaba regando, sonrió y se quedó observándolo. Cuando él se dio cuenta que ella lo estaba mirando se levantó sorprendido.

_ Tenías razón, necesitaba agua para... – ambos miraron a la planta por unos minutos, ya la plantita se veía fortalecida.

_ Yo... venía a echarle agua, pero tú...

_ Yo pensé que te habías ido, por eso aproveché.

_ Nunca dejaría a una planta morir sin agua teniendo yo la oportunidad de evitarlo. – se giró y comenzó su trote.

_ ¡Espera! – gritó Edmundo, pero ella no le prestó atención y siguió su camino. Al cabo de media hora llega a su lugar de trabajo.

_ Michelle, ¿Dónde estabas? – preguntó su jefe.

_ Estaba trotando en el parque, pero ya estoy aquí.

_ Estaba preocupado por ti, ya vamos a trabajar, cámbiate. – asintió y fue el deposito a cambiarse. Al salir ve a Joel.

_ ¿Qué vas a hacer mañana? Es domingo y no tenemos trabajo. – le dice el sonriendo.

_ ¿Qué tienes pensado hacer?

_ Mi padre y yo tenemos pensado en ir a cruzar el río por curiara, yo quiero invitarte, porque quiero fotografiar del otro lado, la vamos a pasar bien, te lo aseguro.

_ Siempre la pasamos bien. Acepto ir con ustedes, iré esta noche a cenar a tu casa, ¿puedo?

_ Puedes ir y quedarte el tiempo que quieras, eres bienvenida allá las veces que vayas.

_ Entonces, comencemos a trabajar. – ella comenzó a limpiar el restaurante, después que terminó, salió a abrir las puertas, al abrirla y sentir el aire fresco, cerró sus ojos y aspiró el aire sonriendo de lado. Minutos después fue por agua para regar las plantas de flores que tiene en la entrada del restaurante. Una familia entró y ella fue a atenderles.

_ ¡Buenas tardes! – dijo sonriendo y mirándolos a todos. _ Creo que es una linda tarde como para tener una mala cara, ¿no creen? – susurró al darse cuenta del aspecto del hombre.

_ ¿Tú qué sabes? – respondió el de mala manera.

_ Tal vez no conozca sus problemas, pero no debemos permitir que ellos nos agobien, nosotros mismo somos responsable de nuestro estado, uno decides si enojarse, o simplemente sonreírle a los problemas, y recordar siempre que sin preocuparse, es como hay que vivir. – las personas al escuchar las últimas palabras sonrieron al recordar hakuna matata.

_ Una sonrisa, es mejor, ¿Qué desean comer? Tenemos todo lo que necesitan para alimentarse de alegría, tenemos todas las recetas de la felicidad y la reconciliación familiar.

_ ¡Oh! Vaya, pues yo quiero para mi esposo un plato exquisito de paciencia en todo. – el hombre la miró con su ceño fruncido y luego sonrió. _ Quiero para mi esposo un plato de sonrisas, porque todavía me sigue enamorando su sonrisa como la primera vez que lo vi. – éste se quedó mirándola de una forma muy linda. _ También quiero un plato de miradas tiernas, así como cuando dijo que me amaba la primera vez. – Michelle sonreía a medias observando a la pareja. _ ¿Tienes esos platos, señorita?

_ Por supuesto que lo tenemos, y a buen precio.

_ Señorita. – responde el hombre. _ Por favor, quiero un plato de caricias, dos de abrazos, tres de ternura, cuatro de besos, y cinco, cinco platos de amor, y todos... todos para mi esposa, por favor. – el hombre sonrió mirándola, ella se levantó y le dio un pequeño beso en la comisura de sus labios.

_ Te amo. – susurró la mujer sonriendo. _ Ves, te dije que sería buena idea cenar aquí.

_ Te traeré a cenar aquí las veces que sintamos que todo se está acabando.

_ Deben saber que las cosas se arreglan hablando, no dejándose de hablar. – dijo Michelle alegre por haber logrado aquel cambio en ellos. Hacer que las otras personas estén bien consigo mismo, es el trabajo de ella, ella es feliz, aun sin tener nada. Fue y le colocó los platos que solicitaron. Siguió atendiendo las mesas hasta que el restaurante cerró.

_ ¿Vamos a cenar a mi casa?

_ Clarinete. – respondió ella sonriendo. _ Joel, soy grandiosa, temprano llegaron unas personas con unas caras, que se podía notar que estaban enojados y yo hice que se contentaran y hasta se besaron frente a mí. – él sonrió y la miró de una forma tan linda.

_ Me gusta esa actitud tuya ojitos, por eso te quiero. – fueron caminando hasta llegar a la casa de Joel. El señor al ver a Michelle se alegró bastante. Él se encargó de preparar la cena y hacer jugo de guayaba, como le gusta a ella.

_ Niña... ¿tus padres saben que estas aquí? – el momento se incomodó y ella miró a otra dirección.

_ Papá...

_ ¿Qué dije mal? Bueno, pregunto para no meternos en problemas con sus papás.

_ No, no se preocupe señor, no tendrá problemas con ellos. No hay de qué preocuparse.

Dicha esas palabras no volvió a sonreír en la cena, luego se despidió de Joel y se fue.

Cuando llegó al restaurante todo estaba en completa oscuridad, se detuvo frente a él y se quedó mirándolo con tristeza en sus ojos. Bajó su rostro y metió sus manos en los bolsillos, dio pasos, se sentó en la orilla de la puerta y comenzó a acariciar las flores.

Simplemente vivir ©️ (Completa)Where stories live. Discover now