Capítulo 10

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_ Si, lo digo y lo confirmo. Desde la primera vez que te vi me enamoré, pero, ¿Cómo no estarlo? Si eres una chica guapísima, o sea, me encanta tu mirada y cada vez que sonríes me provoca besarte. Es algo que no se puede ocultar.

_ Ajá, ahora te digo yo, todo suena como si fuera una verdad, pero hay algo en tu mirada que me dice que hay mentiras ocultas.

_ No te estoy mintiendo, me gustas, y si es por mí... me la juego por ti, me encargaré de ti, ya no tendrás que trabajar en ese restaurante para darle un futuro a tu hijo, yo seré su padre, si tú me lo permites. – ella se levantó un poco molesta.

_ Yo no te voy a permitir nada, porque algo muy dentro de mí me dice que no lo haga.

Después de haberle dicho eso continuó su camino pero luego se regresó, Edmundo pensó que tal vez se acercaba para darle señal positiva pero...

_ Toma tu jugo, estaba muy sabroso pero ya no quiero. ¡Ah! Y no te preocupes por mañana, ni por pasado mañana, ni nada, yo misma traeré mi bebida, no haré que malgastes tu dinero en mí, porque con eso tampoco me comprarás. – se dio media vuelta y trotó hasta llegar al restaurante. Al llegar su jefe ya había abierto, ella llegó más cansada de lo normal.

_ Estás pálida. – dice su jefe acercándose. _ Michelle...

_ Bebí jugo de naranja pasteurizado.

_ ¡¿Por qué lo hiciste?! Te dejo tu jugo natural en el refrigerador, ¿Por qué tuviste que beber pasteurizado? – se acercó a ella y tocó su frente.

_ Dame esta noche libre por favor, me siento mal señor, me siento mal. – dijo un poco mareada. Él la tomó por la cintura y la llevó hasta el depósito.

_ Tomate esta pastilla por favor. Te traeré jugo de pumalaca. – fue rápidamente y buscó el jugo. Volvió a donde estaba ella y la obligó a tomarse la pastilla.

_ Por favor, no le diga a nadie que estoy aquí. Si Joel pregunta por mí, dile que tuve que salir al hospital de niños con discapacidad. – tan pronto dijo esas palabras cayó en un profundo sueño.

_ ¿Por qué lo hiciste Michelle? Sabes que no puedes beber ese jugo, ¿Por qué lo haces? – dijo el jefe con sus manos en la cabeza. _ Solo espero que despiertes pronto. – apagó la luz y salió a dar la cara al trabajo.

Edmundo estaba en su casa un poco molesto por la actitud de Michelle, daba vueltas en su habitación y a cada momento se miraba en el espejo.

_ Físicamente tengo todo lo que a una chica puede enamorar, cabello negro un poco largo, cejas largas y perfiladas, ojos negros oscuros, pestañas negras y largas también. Mi nariz es perfilada, no como la del tonto de su amiguito. Tengo labios que cualquier mujer se derretiría por besar, y ni hablar de mi sonrisa, es jodidamente hermosa, ¿Por qué no le gusto? Tengo suficiente dinero como para ir a comprarme un auto ahorita mismo, o comprar un departamento para ella si lo pide, pero, ¿Por qué no le gusto? Bueno, las mentiras que le dije hoy no estaban nada mal, obviamente yo no voy a criar guaricho que no es mío, no señor, ese guaricho no es mío, que ella busque a su verdadero padre. Solo lo hice para ver que decía y pues... tampoco funcionó. Tampoco voy a gastar mi dinero comprándole un departamento, para eso pago un hotel y me llevo a la chica que limpia para allá. Pero mi pregunta es, ¿Por qué no le gusto? Debería gustarle. Es más, hoy mismo la voy a llamar en público y le pediré que sea mi novia, a ver si así me va a rechazar, yo sé que no lo va a hacer, no lo va a hacer, no me va a dejar en ridículo solo por orgullo. – después de hablar solo mirándose al espejo, se arregló y se puso muy guapo. Llegó al restaurante y se quedó esperando a que ella apareciera, pero ella... ella esa noche no apareció. No comió nada, no bebió nada, solo estaba sentado esperando a que elle llegara.

_ Joven, lo siento pero ya vamos a cerrar. – le dijo una muchacha que trabaja allí también. Él se levantó confundido y se quedó observándola.

_ Estuve toda la noche esperando a mi novia, y nunca llegó. Lo que llegó fue un mensaje donde daba por terminada la relación, ¿Qué debo hacer? – dijo un poco triste ante aquella chica humilde que estaba frente a él, mirándolo con ganas de besarlo.

_ Lo mejor será buscar a otra persona con quien puedas reemplazarla, ¿por qué no la buscas?

_ Es que no hay nadie... bueno, no había nadie que me gustaba, pero... tu mirada. – ella sonrió a medias. _ Tu sonrisa, no se parece a la de ella, ¿te gustaría salir conmigo esta noche? – la chica asintió.

_ Dame unos minutos y me cambio. – ella salió corriendo a cambiarse y él se quedó en la entrada observando las flores, no tenían agua y estaban un poco tristes. _ ¿Me tardé mucho? – el negó sin dejar de mirar las flores. _ ¿te gustan las flores? – el miró a la chica y por un momento le dio ganas de responder que le gustaba la persona que las coloco allí. Pero solo asintió. _ A mí no, no me gusta el cultivo. A cada momento tengo que echarle agua, quitarle los animalitos para que no se coman las hojas. A la encargada si le gustan las flores, pero es una tarada, las trata como personas. – tras ese comentario Edmundo se sintió ofendido.

_ ¿Tarada por qué?

Simplemente vivir ©️ (Completa)Where stories live. Discover now