Capítulo 11

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_ Porque no puede vivir sin estar pendiente de las flores. Una vez se enojó con su amigo el cajero, porque dejó caer una basura allí, pasaron un tiempo sin hablarse, ¿es algo estúpido verdad? – él se quedó pensativo y recordó la primera vez que la vio en el parque agachada hablando con una pequeña flor.

_ No, no es estúpido, es amor a las cosas y no solo material. Ama a las plantas, eso es algo que... – se quedó pensativo un momento y luego negó. _ En fin, si es algo estúpido. Yo no voy a tener a una novia que ame más las plantas que a mí, ¿cierto? – la chica asintió. _ ¿A dónde quieres ir?

_ Vayamos a donde quieras.

_ ¿Quieres venir a mi casa?

_ Si, por supuesto que sí quiero ir. – ambos subieron al auto y Edmundo condujo hasta su casa. Para terminar de conquistarla llegó en su, mercedes Benz, pero Michelle no apareció esa noche. _ ¿Es tuyo? – asintió. _ Es muy lindo tu auto.

_ Si, y es el que menos utilizo. Yo uso más la moto, me gusta sentir el aire fresco.

_ ¿Tienes una moto?

_ No tengo una, tengo dos.

_ ¿Cuándo me llevaras en una de ellas? – él se quedó observándola y negó sonriendo.

Al llegar a su casa la chica se enamoró por completo de los detalles y las decoraciones que hay en el lugar. Edmundo vive en una mansión y casi siempre está solo, sus padres se la pasan viajando en asuntos de negocios.

_ ¿Vives solo?

_ Si, mis padres viven en el extranjero y me compraron esta casa para mí. Pero nadie quiere vivir conmigo. – la chica se estaba haciendo millones de ilusiones.

_ ¿Nunca has pensado en casarte?

_ Nunca, pero si te miro a ti, puedo llegar a pensarlo seriamente. – se acercó y comenzó a besarla, el beso se convirtió en un beso feroz y rápido. La imagen de Michelle apareció cuando él estaba tratando de quitarle la camisa a la chica, de pronto se detuvo.

_ ¿Qué pasa? – preguntó ella un poco excitada con su respiración acelerada.

_ Nada, no pasa nada. Solo recordé que tengo una reunión en... diez minutos.

_ ¿No tienes tiempo?

_ No, no puedo hacerlo, debo irme. Te daré dinero para que pagues un taxi, ya sé dónde trabajas, luego te buscaré. – le dio el dinero y la despidió. Al cerrar la puerta pego su espalda de ella y suspiro con sus ojos cerrados. _ ¿Por qué me obligas a hacer esto Michelle? ¡¿Por qué apareces justo es este momento?! Es la segunda vez que lo haces, no quiero imaginar la tercera vez. – subió a su habitación y encendió la tele. Quiso dormir pero no podía, daba vueltas en la cama. _ ¿Por qué no sales de mi mente? – la imagen de Michelle aparecía a cada momento. Segundos después se levantó y fue al restaurante. Estaba observando por donde entrar sin necesidad de romper otro vidrio. Entonces subió por la orilla del pequeño jardín y se puso de puntitas, no pudo sostenerse y se resbaló cayendo encima de las flores, dejándolas todas maltratadas. Se levantó rápidamente y se quedó mirándolas. _ ¿Qué hice? ¿Qué he hecho? Dios mío. – se colocó las manos en la cabeza e intentó acomodarlas pero se dio por vencido, la única forma es cortarlas para que vuelvan a nacer. Edmundo estaba completamente desesperado por dos motivos, la reacción de ella, y también porque en tan poco tiempo se enamoró de las flores. _ ¡Acabo de asesinar a varias personas! Son humanas, si, son humanas, las asesiné, si, si lo hice, soy un asesino. Michelle me va a matar... bueno, no si yo no le digo nada, mejor me voy y ya. – él se dio la vuelta y se fue a casa.

Al día siguiente se despertó y se acercó al restaurante temprano escondido detrás de un árbol. Solo quería ver la reacción de Michelle cuando saliera a ver las flores y a echarle agua. A cada momento miraba el reloj y se dio cuenta que ya era la hora de ella salir, pero ella no aparecía. Llegó el jefe y abrió las puertas, mas no se dio cuenta de que las flores estaban marchitas. El jefe entró al depósito y vio a Michelle sentada en la cama.

_ ¿Cómo amaneciste? – ella lo miró con lágrimas en sus ojos.

_ No sé, no sé cómo amanecí. Debo averiguarlo, pero tengo que trabajar.

Se levantó y comenzó a acomodar las mesas, el jefe la siguió.

_ No trabajes hoy, te ves débil.

_ No se preocupe, estoy bien. – dijo con un nudo en la garganta.

_ Michelle, ¿A quién quieres engañar? – ella se detuvo y cerro sus ojos.

_ A nadie, solo quiero vivir. No todo es tristeza, no todo es dolor, todo es simplemente vivir. Y eso lo que quiero ahora. – le dio la espalda al jefe, éste se fue a la cocina y le preparó un desayuno.

_ Ven a comer por favor. 

Simplemente vivir ©️ (Completa)Where stories live. Discover now