Gemí al darme cuenta de que sentía celos, celos de esa chica mucho más alta, mucho más guapa y con muchas más curvas que yo. Mis sentimientos lo único que hacían era confirmar lo que ya muy bien sabía, confirmaban que yo aún seguía completamente enamorada de él.

—_____ —susurró Martín con insistencia mientras sacudía mis manos alrededor de su brazo. Por como me miraba y por como iba subiendo su tono de voz, supuse que llevaba tratando de captar mi atención bastante rato.

—¿Qué pasa? —quise saber incorporándome y soltándolo. Debía de tener el brazo dormido de tanto tiempo que me había pasado apresándolo.

Él, con un ligero movimiento de cabeza, me indicó que mirara al frente. La respiración se me cortó en cuanto me di cuenta de quién nos observaba apoyado sobre el capó de su coche. Era Liam.

De inmediato me puse de pie intimidada por su mirada fija en mí. Él, al igual que yo, se enderezó repartiendo su peso entre sus dos piernas e hizo el ademán de dar un paso, pero más tarde pareció pensárselo mejor y decidió permanecer en su sitio. Cuando desvió la vista hacia Martín fue cuando comprendí el porqué de haber contenido sus ganas de acercarse.

—Creo que ha llegado el momento de que me vaya —asumió Martín levantándose y posicionándose a mi lado—. No sufras más por esto, no lo mereces... Estoy seguro de que harás lo correcto.

—Gracias, muchas gracias —le dije aproximándome a él y abrazándolo con rapidez.

Pasó al lado de Liam saludándolo con un ligero movimiento de cabeza. Después se subió a su coche y arrancó, desapareciendo de allí en pocos segundos.

Volví a alzar la mirada hacia delante y observé con atención como Liam iba acortando poco a poco la distancia entre nosotros. Algo que me llamó mucho la atención fue que su mano derecha estaba escondida tras su espalda, y parecía que lo hacía a propósito, queriendo ocultar algo.

—_____, tienes que escucharme, por favor. Déjame explicarte —me pidió con un tono de extrema necesidad. Movió su brazo hasta dejarlo frente a mi vista, descubriendo así un conjunto de rosas blancas que tendió en mi dirección.

—Liam no... —negué mordiendo mi labio con fuerza mientras observaba abrumada las preciosas flores— esto no puede ser...

—Escúchame. Sólo préstame atención durante unos minutos. Si después de lo que te voy a decir sigues creyendo que esto ya no tiene arreglo, lo entenderé y me iré, te dejaré tranquila. Pero antes debes escucharme.

—Está bien —acepté después de meditarlo un instante.

Realmente no quería que eso pasara, no quería que se fuera y se desentendiera de mí. Asumí que eso podía pasar cuando se fue a Londres, pero ahora que estaba parado frente a mí, con un ramo de rosas y pidiéndome de forma desesperada que le escuchara, no quería dejar pasar esa segunda oportunidad que me estaba dando la vida. No iba a ser tan tonta y tan asquerosamente orgullosa.

—Esa chica que viste, no era nada mío... e-es decir, era una compañera mía del instituto. Me la encontré en el vuelo de vuelta cuando volvía a Gran Canaria. Ella es azafata y me dijo que se quedaría unos días en uno de esos hoteles cochambrosos que les ofrecen a los asistentes de vuelo. Por eso pensé que lo mejor sería ofrecerle mi casa para que pasara unos días hasta que se fuera de nuevo. Me pareció que era lo mínimo que podía hacer por una buena amiga del pasado —aseguró con determinación y un nerviosismo evidente, atento a mi reacción.

Mi vista rápidamente, no supe por qué, se dirigió hacia su mano que sostenía aún las rosas como si las fuera a estrangular. Mi ceño se frunció de forma automática al darme cuenta de un pequeño detalle que nada tenía que ver con sus declaraciones.

—¿Se puede saber de dónde has sacado las flores a estas horas de la noche? ¡son las dos de la mañana! —exclamé de pronto tras comprobar mi reloj y verificar que era más de media noche.

Después de pensarlo tan sólo un segundo y caer en la cuenta de lo que acababa de decir, quise abofetearme una y otra vez por lo insensible que me había mostrado. Pero raramente eso era lo único que había podido articular.

Él, como era de esperar, se quedó muy impactado por mi repentino cambio de tema.

—Bueno... digamos que la 'floristería casa Niall' está abierta las 24 horas del día —se alzo de hombros confundido mirando hacia el suelo—. Aún continúo esperando a que me perdones, o tan si quiera a que me hables calmadamente con tu bonita voz de nuevo, en vez de cabreada y enfadada como lo has hecho estas últimas horas...

—Oh, Liam, perdona, perdona... —musité echándome a sus brazos sin poder retener más las ganas. Me había contenido durante toda la noche, debía admitirlo. Estaba algo molesta y contrariada por todo lo que había pasado con él, pero aún así las ganas de volver a abrazarlo estuvieron presentes desde el primer momento en que lo vi sobre el escenario.

Le creía, sabía que estaba siendo totalmente sincero. Sus ojos desprendían un halo de esperanza y anhelo que jamás había visto en él. A demás, aquella situación se notaba que de verdad le podía. Estaba sufriendo mucho. Reparé en ello únicamente cuando me devolvió el abrazo justo después de haberme acercado a él.

Alcé la cabeza alarmada al escucharlo sollozar. Tenía los ojos cerrados e intentaba girarse para que no lo viera, pero aseguré mis manos en la parte baja de su espalda arrimándolo a mí y apoyé mi barbilla en su pecho.

—Vamos Liam, no llores —balbuceé evitando la emoción que me estaba provocando todo aquello—, no pasa nada. Te creo, te creo...

Su cuerpo entero comenzó a temblar bajo mis brazos de un momento a otro. Y antes de que pudiera percatarme de lo que ocurriría a continuación, nos encontramos los dos dejando caer incontroladamente nuestras lágrimas como si fueran las gotas de agua de la lluvia.

—T-te prometí que nunca me iría, que no te... que no te dejaría sola como otros habían hecho... y rompí mi promesa —farfulló convulsionándose mientras procuraba calmar sus ansias por desahogarse llorando—, no quiero hacer eso de nuevo...

—Shh —lo hice callar acariciando su mejilla húmeda y ligeramente rasposa—, no importa eso ahora, de verdad, olvídalo —insistí al verlo negar con la cabeza súper convencido, como si él tuviera la culpa de todo, hasta del hambre en el mundo.

—Quiero recuperar lo que teníamos, quiero recuperarte a ti si me lo permites... —susurró reclinando la cabeza hasta unir nuestras frentes— es lo único que quiero y necesito ahora. Lo llevo necesitando desde el primer día que pasé fuera de España.

—Dejemos que las cosas pasen por sí solas, ¿de acuerdo? —le propuse buscando que los dos quedáramos conformes por el momento. Él asintió, comprendiendo que aún era pronto para mí dados los hechos acaecidos— Con el tiempo todo volverá a la normalidad, te lo aseguro.

—¿Y mientras tanto? —preguntó con una preocupación que me costó comprender.

—Mientras tanto yo seguiré aquí para cuando me necesites, y espero que tú también estés ahí para mí.

—Por supuesto —asintió entusiasmado esbozando su primera sonrisa. Casi se me había olvidado lo adorable e irresistible que se veía así—, pero que conste que yo ya te puedo decir, siendo totalmente sincero, que sigo sintiendo lo mismo por ti. Te amo _____, te amo tanto...

                            - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 

¡Reconciliación! Jejeje.

No me ha dado tiempo ha responder los comentarios del capítulo anterior, pero que sepáis que los he leído absolutamente todos y ahora mismo me pondré a apuntar todas las dedicatorias que me habéis pedido. Espero tener suficientes capítulos para dedicar... :)

¿Tenéis ganas de ver que ha pasado con las vidas de Niall y Alba en la novela?

Junto a tiحيث تعيش القصص. اكتشف الآن