Con eso basta para averiguar de dónde proviene ese alboroto. Al doblar por el pasillo me encuentro con nada más y nada menos con la botarga mal hecha tratando de deshacerse de la cabezota.

—¿Hola? —pronuncio al acercarme. La persona se detiene y retrocede poco a poco. Dejo el casco en el suelo y muestro las manos —tranquilo, compañero. ¿Necesitas ayuda?

Como respuesta, niega.

—Pues a simple vista no creo que estés ensayando una nueva coreografía.

Se encoge de hombros.

—Está atorado —habla al fin, aunque la voz suena rara —he tratado de quitarme está cosa horrible pero no cede.

—¡Hoy es tu día de suerte, compañero! Rafa puede ayudarte.

Estúpido, simplemente soy un estúpido tratando de ser amigable.

Sé que es un completo extraño, pero necesita ayuda y no dejaría sufrir a alguien con esa cosa puesta, de seguro ahí dentro es el mismo infierno y no un paraíso tropical. Si estuviera en esa misma situación, en verdad necesitaría que alguien me echara una mano.

Así que de un tirón trato de zafar la cabeza, gruño al ver que el primer intento no ha servido.

—Okey, lo haré de nuevo, un poco más fuerte, ¿va?

Uno, dos... ¡Aleluyaaa!

Caigo de sentón con la cabezota en las manos.

—¡Libre soy al fin!

Ahora puedo ver el rostro de la persona que brinca de felicidad en el pasillo, es una chica sudorosa con algunos mechones rubios adheridos en sus mejillas sonrojadas.

—Sagrados macarrones, gracias por ayudarme —extiende su mano en mi dirección ayudándome a levantarme —sentía que el aire se me acababa.

Encojo los hombres restándole importancia, una diminuta sonrisa se dibuja en mi rostro.

—Es lo menos que puedo hacer. No hay de qué —por un instante me quedo mudo, esto en verdad es incómodo.

—S-Supongo que ya debo ir a, ¡oh!, por cierto, por poco se me olvida presentarme, me llamo Lara —blanquea los ojos riendo y toma la cabeza de la botarga. Tiene una sonrisa muy bonita.

—Soy Rafael.

—¡Como la tortuga ninja! —oh no, no de nuevo por favor. Trato de no mostrar mi cara de ¿en serio? ¿Tortuga ninja?, pero su expresión y emoción parecen a la de una niña pequeña. —Es bastante ingenioso si lo piensas —dice antes de alejarse agitando una mano a modo de despedida hacia los vestidores de chicas.

Que chica más agradable y extraña.

...

—¿Y cómo te fue en el juego? —es la primera pregunta que me arroja mi hermana Julie al entrar a casa. Deja su libro sobre el sillón y me analiza de pies a cabeza.

—Esa cara llena de suciedad me dice que te hicieron añicos —niego con la cabeza cuando Harry se ríe ante su innecesario comentario. Mi hermano menor disfruta verme de este modo. Es un diablillo.

—Qué lindo par de hermanos tengo, siempre levantando mis ánimos cuando los necesito.

Me alejo de la puerta sosteniendo mi maleta donde llevo mi uniforme asqueroso. Estoy a punto de sentarme en el sillón, pero sé que mi mamá pegará de gritos si ensucio algo y la verdad no tengo ganas de limpiar.

—No quiero decirlo, pero: te lo dije, el fútbol americano no es lo tuyo —a veces quiero taclear a mi hermana cada vez que tiene la razón. Rio de tan solo pensarlo.

Y del caos nacen las estrellas #1 ✔Where stories live. Discover now