♠ La historia de Narisa ♠

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—Madre, hay que escapar en medio de todo este caos. Nos mezclaremos y perderemos por el bosque. Aquí no estamos a salvo —susurraba Narisa a medida que bajaban por unas improvisadas escaleras de piedra.

Cuando estaban próximas a una pequeña puerta secreta, creada por el padre de Narisa para escapar en caso de urgencia, el mismo sir Thoumas Virtanen ingresó con brusquedad en la casa, tomando rápido a la mujer por el cuello.

—Mátame, pero a mi hija no le haga daño —suplicó, temiendo lo peor para su única hija—. Por favor, ella no ha hecho nada malo.

Sir Thoumas Virtanen la observó empapada en lágrimas. Su corazón frío no se inmutó y de inmediato le cortó la yugular. Luego, los hombres que lo acompañaban se alimentaron del manantial de sangre que vertía. Volteó a mirar a Narisa, oculta tras un mueble, horrorizada por lo que acababa de presenciar. Suponía que era su turno y la matarían.

Sir Thoumas Virtanen la observó. Era una joven muy bella. Algo se encendió en el malévolo caballero y no la lastimó. En vez de matarla la tomó como prisionera. Una vez aniquilada toda la aldea, emprendieron la marcha de vuelta al reino.

Los ojos de Narisa desbordaban de lágrimas al ver su pequeño mundo destruido por "demonios". El rey Van der Kroop era un ser malvado y despiadado al igual que sir Thoumas Virtanen, y Narisa no sabía qué le deparaba el futuro.

Se detuvieron en las afueras del castillo. Uno de los hombres de sir Thoumas le dio la noticia al rey Van der Kroop de que el problema ya había sido erradicado. Luego de eso continuaron su marcha.

—¿Adónde me llevan? —Narisa estaba aterrada, su cuerpo temblaba y la sangre se le helaba a medida que iba dejando atrás su mundo en cenizas.

—A un lugar oscuro, donde tu alma será corrompida y las tinieblas serán tu hogar —contestó con total indiferencia sir Thoumas.

Las lágrimas caían como un torrente por el rostro de la joven. Ahora comprendía que la muerte hubiera sido su mejor opción.

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Narisa se encontraba en un oscuro, sombrío y frío calabozo de piedra. No le habían dado agua ni comida. Se sentía debilitada, algunos tiritones recorrían su cuerpo, estaba consumida, su piel pálida y ojerosa, un cadáver tendría mejor aspecto que ella. No sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que fuera capturada por aquellos oscuros hombres. A penas podía ver la luna o la luz del sol por una pequeña ventana. Pasaba la mayor parte del tiempo asomada, desde allí podía respirar aire puro, ya que dentro de esas cuatro paredes solo la rodeaba el hedor a sangre y putrefacción.

Una noche en particular, sir Thoumas Virtanen irrumpió en la quietud de la soledad y el silencio. Narisa sentía mucho temor, estaba aterrada ante su presencia que nada bueno auguraba. No sabía qué era lo que sucedería a continuación y nadie podía ayudarla, estaba en las manos del mismo diablo. Se limitó a mirar el suelo, no quería mantener contacto visual con aquel sujeto.

—¿Cómo te llamas? —ante el rotundo silencio de la joven, volvió a preguntar, marcando aún más cada palabra que pronunciaba—. Te hice una pregunta. ¿Cómo te llamas? —al ver que su presa continuaba en silencio, la tomó por la barbilla y le apretó con fuerza, obligándola a mirarlo—. No volveré a preguntar.

—Narisa —su voz, quebrada por el pavor que se apoderó de ella, sonó como una débil aguja cayendo al vacío. Miles de lágrimas rodaban por su rostro. Estaba presa de un pánico imposible de ocultar.

—No debes temerme —el hombre se mostraba calmo, no se veía interesado en lastimarla. Se sentó junto a ella, sosteniéndole la mirada—. Nada te sucederá mientras permanezcas a mi lado —hizo una breve pausa, generando un gran halo de misterio en sus palabras—. Es una misión que te mantendrá con vida por largos años y depende de ti la hora de tu muerte.

—Acabó con la vida de mi madre y de todo aquel que conocía. ¿Cómo puedo confiar en usted? —Narisa no pensó en lo que respondía. Aquel hombre le repugnaba y, al estar cerca, recordaba el horror vivido en su aldea, en especial cómo mató sin piedad alguna a su madre.

—Porque te he mantenido con vida. Voy a protegerte y regalarte el don de la inmortalidad —intentó sonar convincente para seducirla con tal propuesta.

—¿De qué se trata? —la intriga la atrapó en las más oscuras redes del mal.

—Sabía que ibas a interesarte —una macabra sonrisa se dibujó en el rostro de sir Thoumas, pero ya no infundía tanto miedo en la joven dispuesta a hacer lo que fuese necesario para mantenerse con vida.

Sir Thoumas Virtanen comenzó a explicarle de qué se trataba su plan. En un ritual de sangre sería transformada en uno de ellos, pero continuaría con una mitad humana que era de vital importancia para llevar a cabo la misión que tenía en mente: debería casarse con algún heredero al trono en el mundo humano. Con su belleza no sería una tarea difícil, aparte de que se despertaría en ella el poder de manipular las mentes de las personas para lograr los objetivos que le marcaran.

Así, iría conquistando tierras y adquiriendo fortuna, lo que le permitiría ser parte de la clase alta de la sociedad. Una vez infiltrada allí, conquistaría a un rey de gran poder y sería dueña de una gran cantidad de tierras. Cuando su futuro estuviera forjado junto al rey de turno, traería al mundo al primer heredero, claro que para ello debería ser un varón. En caso contrario, sir Thoumas tomaría posesión de su hija y pondría su plan en marcha nuevamente. Así, asesinaría al rey, casaría a la hija de Narisa con su único hijo —al cual debería obtener transformando a algún humano— para que tomen posesión del trono y dominar el mundo de los humanos. A Narisa le pareció un tanto macabro el plan, pero accedió a cambio de una "libertad" controlada.

Horas más tardes llegaron al calabozo tres sirvientes, la asearon y le dejaron un presente de parte del caballero del inframundo. Se trataba de un delicado vestido de seda color negro con detalles en rojo. A la noche, ya estaban los preparativos para la transformación. Narisa nunca había creído en los vampiros, pero ahora se estaba por transformar en uno de ellos. Temblaba ante la presencia de sir Thoumas y de todos los testigos. Desconocía cómo era el ritual, pero tampoco quiso indagar acerca de ello.

Muchas dudas afloraron en su mente, ya ni tenía tiempo para seguir pensando y mucho menos en retractarse. Suspiró y caminó ante todos los comensales. Llegó junto a sir Thoumas Virtanen y permaneció a su lado. Su corazón latía acelerado, su pulso temblaba y ni siquiera era capaz de mirar a los que estaban presentes.

Sir Thoumas despojó de sus delicadas prendas a la joven, quien inútilmente trató de cubrir su desnudez con sus manos. Avergonzada lo miró, pero él disfrutaba verla indefensa. Luego tomó su mano y la guió hasta el sofá que se encontraba en medio del salón frente al fogón, la recostó allí y luego se posó sobre ella. De a poco la fue convirtiendo en mujer y en cuanto el acto llegaba a su fin, sus filosos colmillos se hundieron en el cuello de la joven, haciéndola caer desmayada al cabo de unos minutos.

Pasó un tiempo hasta que Narisa recuperó la conciencia, encontrándose una vez más en su celda. Deseaba que todo fuera parte de una horrible pesadilla. Posó su mano temblorosa sobre la base de su cuello, buscando dos orificios que le indicaran que todo había sido irreal. Desafortunadamente todo había sido real. Se aferró a su cuerpo desnudo, abrazando sus piernas. Lloró ante tal oscuridad que se apoderaba de ella, gritos desgarradores y sin consuelo quemaban su garganta haciéndola sofocar en su sufrimiento. Ya nada volvería a ser igual. 

Alissa ✔️Where stories live. Discover now