La chica de rosa.

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KATNISS.

— ¿Estás lista ya? — gritó Annie desde la otra punta de la habitación.

— ¡Casi! Un momento. Se ha atascado la cremallera.

Me incliné hacia delante, tratando de comprimirme y de tensar el tejido para facilitar que la cremallera subiese.

— Os aseguro que he engordado desde la última vez que me tomaron medidas — me lamenté.

Tomé aire profundamente y los últimos dientecitos de la cremallera lograron unirse para cortar mi suministro de oxígeno.

— Venga ya, deja el tema. No has engordado y, aunque lo hubiese hecho, ¿a quién le importa? Los pocos kilos que has cogido a causa de los fármacos antirrechazo han obrado maravillas en tu figura. Ojalá yo pudiese permitirme engorar y convertirme en una diosa de la sensualidad.

Resoplé con incredulidad, alisando la tela alrededor de mi cintura.

— ¿Diosa de la sensualidad? Me parece que estás delirando.

Sin ni tan siquiera tomarme la molestia de mirarme en el espejo, abrí la puerta de mi probador y me quedé allí parada.

— Katniss, estás preciosa — dijo mi madre con lágrimas en los ojos.

— Yo hubiera dicho que estás cañón. Estás cañón, Katniss — dijo Annie riendo.

Caminé la corta distancia que me separaba del centro de la sala de probadores, subí el escalón y me situé sobre la plataforma enmoquetada de rojo y, al fin, me miré al espejo.

— Tenías que elegir el color rosa, ¿no?

Annie vino corriendo hacía mí, chillando.

— ¡Es perfecto! Y sí, tenía que elegir el rosa. Es el mejor color del mundo. Estás impresionante con este color. No me lo puedes discutir.

El vestido era realmente bonito, pero yo tenía que chincharla. Cualquier chica que escoja como temática para su boda la de "Princesa sofisticada" merece que le den la lata un poco. El escote en forma de corazón y el talle alto daban paso a una falda fluida del color del rubor de mejillas que me recordaba a los pañuelos de seda que a mi madre siempre le gustó llevar. Flotaba y caía conforme caminaba y.. bueno, sí, me había sentir como si fuera una princesa.

— Me alegra que hayas escogido un tono sutil en lugar de algo dentro de la paleta de colores del algodón de azúcar.

— Dije "Princesa sofisticada", no "Barbie se casa",

Me eché a reír mientras ella jugueteaba con mi larga melena oscura, buscando ideas sobre qué hacer con ella.

— ¿Lo quieres llevar recogido o suelto?

Miré a mi reflejo y tomé aire profundamente. El escote de aquel vestido no dejaba nada a la imaginación en cuanto a las cicatrices de mi pasado. La línea rosada que dividía mi pecho en dos se veía ahora más oscura a causa de la reciente operación, y destacaba prominentemente sobre el rosa del vestido. Llevar el pelo suelto sobre los hombros desviaría la atención de la cicatriz.

— Recogido — contesté, consciente de que debía empezar a enfrentarme a mis miedos uno a uno.

Mi vida ya no consistía en esconderme entre las sombras. Si quería experimentarla con toda normalidad debía abarcar los aspectos sombríos también, y aquello comenzaba por algunos susurros y miradas inquisitivas.

— Te quedará precioso — dijo Annie, retirando la melena de mi cara.

Las tres nos quedamos contemplando mi sonrisa de ojos llorosos. La chica que nunca lloraba ahora no parecía ser capaz de cerrar el condenado grifo en ningún momento.

Vivir (Evellark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora