El resultado.

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KATNISS. 

Contárselo a mi madre fue más duro de lo que pensaba. 

Ver cómo se le rompía el corazón delante de mí, sabiendo que era yo quien lo estaba provocando, estuvo a punto de partirme por la mitad. Yo he sido todo su mundo desde hace tanto tiempo como sería ella capaz de recordar. 

Mantenerme con vida se convirtió en el propósito de su existencia; y yo, básicamente, le había tirado eso a la cara con un "no, gracias". 

Era consciente de que todos pensaban que me había dado por vencida. De algún modo, supongo que así sería. 

Pero aquella era mi decisión. 

Mía.

Se acabó el que me mimasen y me contasen medias verdades. Yo era una mujer adulta y ya era hora de empezar a actuar como tal. Si tenía los días contados, sería yo quien decidiese cómo gastarlos.

Yo.

Nadie más. 

En el breve tiempo transcurrido desde que conocí a Peeta, él me había dado a probar lo que pudo llegar a ser mi vida si las cosas hubiesen sido diferentes. Si yo hubiese sido normal. Saber qué clase de vida podríamos haber tenido me deja un sabor agridulce, y me dolía en el alma asumir que aquello era algo que jamás tendríamos. Pero por haber crecido de un modo alejado de lo normal, apartada de la sociedad.. era consciente de que debía dar las gracias por el tiempo que me había sido concedido. 

Quería pasar lo que me quedase de ese tiempo con Peeta y no luchando por algo que no me estaba predestinado. 

Un golpecito en la puerta me hizo levantar la vista y ver cómo entraba Peeta en la habitación, lo que me trajo a la memoria todas las ocasiones en las que había hecho eso mismo en el pasado. Me habían trasladado una planta más arriba, de vuelta al área de cardiología. Aunque estaba en una habitación distinta a la que había ocupado con anterioridad, aun así, seguían despertándose en mí tiernos recuerdos al verle entrar. 

Mi día había transcurrido entre brumas, pasé la mayor parte durmiendo. Ahora la luz de la luna iluminaba la habitación, cubriendo con un brillo cálido su piel bronceada. 

  — Sencillamente, no podía estar lejos— me dijo, acercando una silla a la cama. Su estado de ánimo parecía grave aun cuando sus palabras era ligeras y en todo de broma. 

— Hombre, desde luego aquí te dan natillas— respondí de broma, intentando sacarle una sonrisa de los labios—. Haymitch ha dicho que todas mis pruebas han salido bien, así que con un día mas debería estar bien como para marcharme. 

— Bien. 

Sus dedos se entrelazaron con los míos y vi que fruncía el ceño. 

— Cuéntame, Peeta. Sé que estás molesto por lo que he decidido, pero yo..

Se levantó de la silla y se metió con sigilo en la cama, pegado a mí. 

— Ahora mismo no quiero hablar— susurró mientras titaba del borde de su camiseta para poder quitársela y arrojarla al suelo. 

Mis manos se abalanzaron ansiosas por tocarle, moviéndose sobre sus líneas cinceladas y sus músculos definidos. 

  — ¿Y si alguien entra y nos descubre?— pregunté mientras mi mirada ascendía lentamente para reunirse con la suya. 

— He mandado a tu madre a pasar la noche en casa, y Haymitch está de descanso. En cuanto al resto del mundo, sinceramente me importa un bledo. 

Vivir (Evellark)Where stories live. Discover now