Es la hora (2)

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KATNISS.

Unas nubes blancas revolotearon sobre mí cuando mis ojos se entreabrieron por un breve instante. Escuché atronadores zumbidos y fuertes pitidos. Todo parecía distante y fuera de lugar, como si me escuchase a mí misma desde otra habitación con bolas de algodón metidas en los oídos.

— Está despierta — oí decir a mi madre —. O, al menos, lo estaba.

— No puede verme — dijo una voz grave.

— No recordará nada de esto. Tan solo tómala de la mano y háblale. Yo estaré fuera.

Un leve chasquido se añadió a los sonidos mecánicos y sentí como una profunda calidez se extendía por mis dedos.

— Te he echado tanto de menos, mi ángel.

Yo conocía aquella voz.

— Tanto que a veces me duele incluso respirar.

No debería estar triste. Estoy aquí mismo.

— Yo no debería estar aquí, pero no podía mantenerme alejado de ti. Hoy no — me susurró —. Lo has conseguido, Katniss. Lo has superado, tal como yo sabía que harías. Ahora tendrás la vida que te mereces. Es todo lo que siempre he querido para ti.

Traté de hablar, pero no salió nada. Ni palabras ni sonidos. No tenía otra cosa más que buenas intenciones. Quería decirle que sería un nosotros, juntos, no solo mi vida. Nosotros tendríamos la vida que merecíamos.

— Por favor, recuérdame cuando contemples las olas del océano y sumerjas los dedos de los pies en el agua. Quiero que sepas que mi amor por ti no cesará jamás. No hará otra cosa sino crecer cada año que pase. Cuando taches ese último sueño de tu lista, recuerda cómo hicimos pizza en la cocina de la cafetería y cuando bailamos bajo la lluvia de tu ducha de hospital. Recuerda los debates de madrugada mientras comíamos natillas, y cuando hicimos el amor por primera vez y sentimos que nuestras almas se encontraron. Nunca olvides las interminables maneras en las que te amo y ten presente que nunca dejaré de luchar por ti, sin importar dónde me encuentre o a lo que me dedique. Siempre mantendré tus alas en vuelo.

Se escuchó un crujido de una silla y, mientras me esforzaba por abrir de nuevo los ojos, sentí una caricia de unos labios besando mi frente.

— Te amo, Katniss — dijo con dulzura.

Mi conciencia se hundió a la deriva, a mayor profundidad, y me pregunté si mi Peeta soñado seguiría allí cuando me despertase.

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Siento muchísimo la tardanza! Intentaré subir capítulos más seguidos, lo prometo.

Espero que haya merecido la pena la espera :))))

Si estás leyendo esto, gracias!

Vivir (Evellark)Where stories live. Discover now