Capítulo 30

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—¿Qué dijo? —repito asustada.

Recibo una segunda descarga eléctrica esta vez con más voltaje, caigo al mueble; Adolph saca su arma y dispara el brazo de la chica sin pensarlo. Quedo helada cuando veo que la mano de la chica sigue sujetando mi muñeca, pero el otro extremo se ven con varios cables saliendo del brazo y echando chispas a cada segundo.

«No son humanos» logro pensar y miro alrededor, todos los rostros se encuentran en nosotros, nadie se mueve ni siquiera pestañean; «todos son robots».

—¿Qué significa esto? —Pero mi voz es opacada por un himno de voces, todas las mujeres están repitiendo lo mismo.

—Veinte segundo para la autodestrucción. —Repiten haciendo coros a mis oídos.

Adolph me agarra con brusquedad y corremos al elevador; los rostros de las mujeres van girando poco a poco al pasar por su lado, realizando el conteo con sus voces robóticas.

—Diez segundos para la autodestrucción.

—¡Joder, vamos! —Adolph presiona varias veces los botones al estar dentro del elevador.

Miro como el robot del mueble explota y el resto lo sigue, poco a poco el fuego va agarrando forma y extendiéndose; Adolph se atraviesa en el medio, envolviéndome en sus brazos y tumbándonos al suelo.

El elevador retumba, vibra por varios segundos mientras desciende; cuando todo se tranquiliza, él se hace a un lado y tardo unos segundos para incorporarme.

—¿Cómo... cómo fue eso posible? —mi cuerpo tiembla.

—Cada mafia tiene su negocio, Sara. —El alemán se quita la chaqueta al ver varios agujeros en ella.

—Odette —corrijo aturdida. Me apoyo en la pared para levantarme.

—Odette, cada mafia tiene su negocio —menciona mientras trata de ayudarme, pero me las arreglo sola—; como te has dado cuenta, el negocio de Khalid son las bebidas.

—¿La de Addyn son los robots?

—La tecnología —corrige—, todo lo que una computadora o laptop pueda hacer.

De repente el elevador se detiene con un movimiento brusco, pierdo el equilibrio golpeándome con la pared hasta que todo queda oscuro; me quedo pegada a esta, esperando lo peor. Adolph enciende la linterna de su celular apuntado hacia el suelo, me da una breve mirada y luego mira hacia arriba donde se encuentra una pequeña puerta de escape. De inmediato supe lo que haría.

—¿Puedes sostenerlo y alumbrarme? —extiende su mano con su celular, lo agarro sin problema y le alumbro.

Veo que hace una respiración profunda y luego sus movimientos son rápidos, sé que había dado una patada al frente para impulsarse y abrir la pequeña puerta de arriba, lo que no sé es como lo abrió. Adolph saca su mano, espero unos segundos pero ya la estoy agarrando cuando me decido; él me sube con facilidad hasta estar fuera del elevador.

Las paredes están llenas de cables finos y gruesos, mientras que arriba se encuentra un hueco oscuro, que la linterna del celular no alcanza a iluminar. Respiro profundo tratando de calmar mi miedo a la oscuridad.

—Alumbra por acá —me giro y veo una escalera de metal pegada a la pared.

—¿Hay que subirla? —pregunto mientras sigo el camino de la escalera, que no tiene ningún fin.

—Sí —contesta— y hay que saltar.

—¿Saltar?

Adolph apunta con su dedo el otro extremo y lo sigo con la luz.

Khalid CafieroWhere stories live. Discover now