Capítulo 4

4.5K 306 9
                                    

En algún punto me quedo dormida

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.

En algún punto me quedo dormida. En aquella pesadilla, estoy corriendo por mi vida, pero no entiendo muy bien de qué estoy corriendo, sé que algo me persigue, alguien está tratando de agarrarme; sigo corriendo por aquel lugar de suelo rojo oscuro, mientras que detrás tengo a la mismísima oscuridad, pisando mis talones. Abro mis ojos de golpes y lo primero que veo es el asiento del frente vacío, giro un poco mi rostro y veo a la mujer a mi lado, recogiendo su brazo de mí.

—Al fin despiertas —comunica mientras toma un poco de distancia.

Al mover mi cuerpo todo se tensa al sentir las esposas; ella camina hacia atrás del asiento y siento sus manos frías tocar las mías, escucho el sonido de un clip y mis manos se encuentra en libertad. Con cuidado las llevo al frente, sintiéndome más aliviada.

—¿Qué hora es? —pregunto al ponerme de pies y verla caminar hasta la salida.

—Las ocho —contesta—. No sabía que hablas dormida.

No respondo, lo que hago es subir mis manos a mis ojos y limpiarlos; la veo bajar las pequeñas escaleras del jet y antes de bajar, me quedo estupefacta a la enorme casa blanca que tengo al frente, iluminado por bombillas blancas y con varios hombres alrededor, con sus armas y con algunos perros a su lado vigilando la zona. A una corta distancia de la casa, se ven varios grupos de árboles, haciendo que la zona se vea más misteriosa, con mi vista sigo el camino visible que conecta con la casa, llevando a una salida cerrada por rejas y arriba de esta se encuentra con un escrito, que no logro descifrar por la distancia.

—Esto no puede ser verdad —murmuro, me quedo tan quieta como puedo.

Bajo distraída, mirando aquella casa y cada paso que dan aquellos hombres, algunos se quedan quietos mirándome, los perros toman posición al verme y hasta sueltan algunos gruñidos. Levanto mi vista al techo de la casa y observo dos o tres siluetas en ellas, trago con fuerza al sentir mis nervios invadirme de nuevo; termino de bajar las escaleras y me percato que la chica ya no se encuentra, miro alrededor y no hay rastro de ella.

—¿Busca a tu amiga? —mi cuerpo se tensa ante aquellas palabras y me giro lentamente hacia atrás para verlo de pies, a una distancia estable, con un cigarro en sus labios.

Doy unos pasos hacia atrás, sin quitar la mirada en él.

—Creo que has tenido una charla con la pelirroja, bonita —menciona mientras bota el humo del cigarro— y espero que te haya resaltado lo muy maldito que soy y lo que pasará si no me obedeces.

—¿P-por q-que yo?

Khalid vuelve a botar el humo poco a poco e inhala el cigarro.

—¿Importa? —Se encoge de hombros—. Soy un secuestrador, el motivo está de más, puede ser un secuestro por gusto...

—¿P-por gusto? —mi voz me falla cuando más la necesito, pero hago mi esfuerzo; señalo con mi dedo la enorme casa—. ¿Qué gusto te puedo dar yo, cuando tienes todo eso?

Khalid CafieroOnde as histórias ganham vida. Descobre agora