Capítulo 12

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Todo queda en silencio

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Todo queda en silencio. Siento el sudor frío pasar por todo mi cuerpo, mi mente queda en blanco, analizando lo que ha pasado en solo segundos; mis pulmones arden buscando a gritos poder respirar. Eliseo me mira, su rostro es de sorpresa y dolor, trato de llamarlo, pero no sale ninguna palabra, solo veo cuando su cuerpo cae de golpe al suelo.

—Elis... —murmuro, pero mi voz se traba, miro su cuerpo extendido en el suelo, cerca de los otros cuerpos de los hombres de Tiburón.

Aparto la vista y antes de ponerme a llorar, observo el arma de Eliseo; mi corazón golpea con fuerza el pecho al tener ese pensamiento.

—Esta es tu oportunidad. —La voz de ella aparece de nuevo—, tienes que protegerte.

El miedo me invade al momento de escuchar sus palabras.

—Es la única manera de estar a salvo, lo sabes —dice.

Muevo mi vista a Camilo y este tiene la vista en su arma, mientras sostiene una amplia sonrisa. Aquella expresión hace que mi miedo se vaya y sea invadida por una furia.

—Tienes los segundos encima, debes hacerlo con rapidez —me avisa ella—. Te ayudaré.

En un parpadeo, ella desaparece de mi vista y mis emociones negativas crecen más de lo común, muerdo mi labio inferior para controlar esas emociones que están creciendo y sin saber el motivo. Mi mano se extiende —sin tener el control— y agarra el arma, de la nada sé cómo usarla y puedo ver como mi mano le quita el seguro, dejando que esta haga ruido, pero Camilo está muy perdido en su mente, que ni voltea; levanto mi mano con el arma y le disparo. Él llega a reaccionar cuando la bala comienza a tocar parte de su sien, pierde todo control de su cuerpo y cae al suelo como si fuera una torre derrumbándose; bajo el arma y respiro con brusquedad, como si tuviera minutos sin respirar, suelto el arma y jadeo hasta que me deja el dolor del pecho. Me arrodillo en el suelo y miro mis manos, donde no hace vi algunas manchas de sangre, la cabeza se vuelve pesada y la vista empieza a ver doble.

Cierro los ojos de golpes y organizo lo que puedo en mi cabeza. El nombre de Eliseo, pasa de golpe y hace que deje todo pensar en un segundo plano; me arrastro hasta llegar a su lado, sus ojos caen en mí mostrando el dolor que está sintiendo, lo primero que hago es colocar mi oído cerca de su nariz y oigo su débil respiración, coloco dos de mis dedos en su cuello y su pulso es igual de débil, casi ni se siente. Comienzo a buscar con la mirada algo para hacer presión a la herida, lo único que puedo ver son las cortinas de las ventanas.

Corro hasta ellas y desgarro uno con la fuerza de la adrenalina, me tumbo al lado de Eliseo y hago presión en su herida, este gruñe por el dolor, jadea y veo como su vista se pierde por varios momentos, sus parpados se vuelven pesados a tal punto de cerrarlos.

—No, Eliseo, no cierres los ojos.

Llego a escuchar la melodía de una llamada telefónica, miro alrededor en busca de ese celular hasta que me detengo en el bolsillo del pantalón de Camilo, haciendo que la pantalla de su celular alumbre parte de la tela, me alejo de Eliseo por un momento y con asco en mi rostro, le quito el celular. La llamada termina antes de agarrarlo, pero vuelven a llamar, al mirar el nombre de la pantalla, tiemblo.

Khalid CafieroTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon