Capítulo 16

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Levanto la vista al sentir, nuevamente, el viento, este hace que las escaleras se tambaleen un poco y mi cuerpo quede tan tieso y sujetándose como puede de la baranda, Hedwig sigue subiendo sin importancia y Eliseo se detiene al escuchar mi grito ...

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Levanto la vista al sentir, nuevamente, el viento, este hace que las escaleras se tambaleen un poco y mi cuerpo quede tan tieso y sujetándose como puede de la baranda, Hedwig sigue subiendo sin importancia y Eliseo se detiene al escuchar mi grito de miedo, que luego, la vergüenza me come con calma.

—¿Estás bien? —pregunta por cuarta vez.

Cuando mis ojos buscan a Eliseo, puedo ver como su tono de piel está peor que antes y me pregunto cómo es que aún se mantiene de pies, sus labios poco a poco se vuelve de un tono morado oscuro.

—S-sí —respiro con fuerza y subo los escalones con pasos de bebé.

Eliseo sube con la misma lentitud, que me visualizo en ese momento donde tiro mis miedos y agarro a Eliseo como puedo; pero esa imagen, al parecer, no va a ocurrir. El brazo que usa Eliseo en la baranda, se tensa en cada escalón que sube, mostrando sus venas bien marcadas, pero los pasos se detienen y al mirar a un lado, veo a Hedwig detenida, mirando al frente; desvío mi vista más allá de ella y puedo ver lo que ven.

—¿Qué? —es lo que puedo soltar.

—Hay que saltar —anuncia Hedwig.

—¿Estás loca? —es lo único que puedo soltar al ver que falta una gran parte que une a la otra escalera, dejando un espacio al vacío.

—Es la única manera —comunica Eliseo.

—Pero... tú no puedes saltar.

—Puedo hacerlo.

—¿Puedes? —Y otro viento aparece, me agarro con más fuerza mientras mi cuerpo tiembla—, ¿y en ese puedo y fallas y caes a no sé cuántos metros del suelo?

—Es eso o que nos maten —concluye Hedwig.

—¿La ventana?

Y en el medio del vacío, se encuentra una ventana cerrada, pero el camino hasta ella es más fácil que saltar al otro extremo de la escalera. Los dos se giran para verme, Eliseo tiene sus cejas juntadas, mientras que Hedwig tiene esa expresión de quererme tirarme por aquel vacío.

—Haré que no oí esa idiotez. —Hedwig tira su arma al otro extremo, toma impulso y salta. Guardo mi gemido al ver que sus manos se sujetan en la orilla del escalón, mientras que su cuerpo queda en el aire, balanceándose; se impulsa hacia arriba y sube sin dificultad.

—Dale tú... —habla él.

—No, dale tú —lo detengo—, hay una cierta posibilidad de que me puedan sujetar antes de que caiga al suelo —me encojo de hombros al tener tal idea aterradora.

Eliseo logra reírse de mi imaginación, le tira el arma a Meyer y ella lo agarra sin problema; mis ojos se quedan en el cuerpo de él mirando como pide a gritos un descanso de más de cuatro horas, muerdo mi labio para no decir nada y solo quedarme a rezar de que pueda saltar sin problemas. Eliseo flexiona sus piernas y salta, escucho su cuerpo golpearse con la escalera, algunos gruñidos y, posiblemente, maldiciones en su idioma; Hedwig lo ayuda a subir y este se sienta por un momento, para recuperarse. Estiro un poco mi pierna hasta la orilla de la escalera, y mi primer error es, mirar hacia abajo, «la caiga va a doler» pienso y retrocedo a tiempo; mi segundo error, es hacerme la idea de que sí fallo y la caída o me mata o me lesiono de la peor manera. Mi respiración se vuelve pesada, coloco mis manos en mis rodillas, buscando el modo de tranquilizarme.

Khalid CafieroOn viuen les histories. Descobreix ara