Capítulo 38

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Antes de presionar con fuerza la tela en el cuello de Cyd, escucho el arma quitarle el seguro y me quedo helada.

—Haces otro movimiento y te disparo —giro mi rostro y veo al hombre pálido como una hoja de papel y su mano derecha presiona su herida, mientras esta va saliendo de una manera a otra, bañando su mano de su propia sangre. Mi vista se va a la boca del arma, dejo caer mis manos con lentitud hasta no sentir la tela enrollada en mis muñecas.

Recibo un codazo de Cyd y caigo a los asientos soportando el dolor en mi nariz, al quitar mi mano de esta veo sangre.

—Perra asquerosa —escupe Cyd sin quitar la mirada al frente—. No le quites la mirada, Ani, un mínimo movimiento y le disparas.

Veo como Ani gira su rostro hacia Cyd y ese es mi momento para quitarle el arma, pero al sentir el dolor más fuerte de mi nariz, me quedo tan quieta y solo quiero que se detenga.

—¿Lo dices en serio?

—¡No le quites la mirada, joder! —exclama en cambio.

Ella hace un movimiento con brusquedad y frena de golpe; mi cuerpo se balancea hacia adelante pero coloco mi mano en el asiento del piloto para no golpearme de nuevo la nariz. Muevo mi cabeza al centro para ver lo que detuvo a Cyd. A una distancia se encuentra el mismo helicóptero de antes y esta vez pude ver a Coby manejándola, delante de ella se encuentra dos jeep donde vi a Eliseo en una y en la otra a Giles; siento como mi pecho se llena de esperanza.

Cyd mueve de golpe la palanca del jeep y toma la curva de la derecha, de inmediato los dos jeep nos siguen, muevo mi rostro a un lado y veo como el helicóptero nos va siguiendo también. Ani se olvida de mí, sale por la ventana y empieza a disparar a los otros autos. Los disparos se los devuelve a los segundos, y me cubro al sentir las balas chocar en el acero y vidrios.

—Si me dejan ir, ellos dejaran de perseguirlos —hablo entre los disparos.

Ani mira a Cyd.

—No le creas, Cafiero no nos dejará en paz por esto —ella pisa con fuerza el acelerador—, ya nos metimos en la boca del lobo.

Cruza de golpe tomando un camino distinto y con muchas curvas más adelante llevándonos a lo más alto de la montaña, perdiendo de vista al helicóptero entre tantos árboles. Puedo ver como el todoterreno va agarrando velocidad y golpeándose sin piedad en algunas ramas.

—¡Nos vas a matar! —grito al ver como unas de las ruedas de atrás resbala y sale del suelo para quedar por un momento en el aire del talud.

Ani grita de dolor al darse un golpe fuerte por los movimientos bruscos del todoterreno, veo que suelta el arma y no pierdo ningún minuto. Mi cuerpo se hecha para adelante agarrando el arma de inmediato; una mano fuerte me agarra del cabello y me jala.

El compañero de Cyd me agarra la mano donde tengo el arma y trata de quitármela, presiono el gatillo dos veces y las balas salen disparadas, golpeando en la guantera y la otra en la puerta del copiloto. Con fuerza muevo mi cabeza hacia atrás dándole un golpe a Cyd y logro que ella me suelte el cabello; sigo batallando con Ani por la pistola.

Cyd sale del camino despegado y se lanza por el talud, nos deja un momento suspensos en el aire, mi cabeza se golpea con el techo pero caemos a los segundos y con ello, llego a presionar el gatillo de nuevo. La bala se entierra en el estómago de Ani y este deja de gruñir, se me queda viendo por un breve momento hasta que veo como sus ojos van muriendo.

Quiero entrar en pánico pero Cyd vuelve atacarme, agarrándome del cabello; me giro y le coloco la pistola en su rostro.

—Detente —indico y mi voz sale gruesa.

Khalid CafieroOù les histoires vivent. Découvrez maintenant