Capítulo 26

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—Khalid te verá —logro articular las palabras— y te matará.

—No, no pasará —y su voz suena tan segura—, lo vi entrar a una habitación con varios hombres, lo que significa que hablaran de negocios, durará un buen rato.

—No hagas nada estúpido —me detiene Detta al querer subir mis manos a mis oídos y prender los micrófonos—, si ellos realmente están vigilándote, deben de estar en esos edificios. Deben de saberlo.

La mano de Tiburón agarra mi hombro con fuerza y me gira con brusquedad, para quedar cara a cara; tiene su arma extendía hacia mí.

—N-no tienes que hacer esto. —trato de no tartamudear.

—¡Tú mataste a mi cuate!

—Él disparó a Eliseo. —Sale de mi boca sin esfuerzo.

Veo como suelta una sonrisa amarga—. Ese maldito tiene que morir.

La pistola se balancea muy poco de un lado a otro; la noche se hace más fría y oscura para mí. «En cualquier momento Tiburón puede matarme». Un punto rojo aparece en el pecho de él, moviéndose poco a poco hasta llegar a su frente.

—¿Tienes miedo? —Pregunta con una sonrisa de punta a punta—. Teniendo la certeza de que hoy morirás.

Doy un paso hacia atrás pero él me gruñe; el punto rojo sigue en su frente, sigue ahí.

—Lo tienen en la mira —aclara Detta—, alguien de los alemanes está haciendo de francotirador.

Tiemblo un poco al imaginarme una escena horrorosa. Veo como su dedo presiona un poco el gatillo de su arma.

—¡Estás en la mira! —grito y cierro mis ojos al esperar el impacto de la bala, pero al paso de los segundos y todo estar en silencio, abro los ojos.

Tiburón por un momento no me cree, pero sus ojos me dejan para mirar detrás de mí, en los edificios. Hace un movimiento rápido, siento el golpe de la pistola en mi cabeza, mi cuerpo se va a un lado pero sin perder el equilibrio, mi vista se centra en el suelo; un segundo golpe en mi nuca hace que caiga al suelo; mi cabeza me da vuelta y estoy desorientada por unos segundos, los mareos aparecen y mi vista poco a poco se pone borrosa, cierro mis ojos con fuerza, respiro profundo y me voy recuperando poco a poco. Detta hace lo posible por no enviarme señales negativas, mientras escucho grita a Tiburón.

—¡Dispárenme pa' ver! ¡Gallinas!

Los mareos son más fuertes y dolorosos; él se agacha, me gira.

—No son tan valientes como pensé —susurra.

No digo nada al ver que ando perdida, el dolor de cabeza no cesa; trato de subir mi mano a la de él para que me suelte el vestido pero es inútil, ni fuerza tengo. La mano izquierda de Tiburón empieza a dejarme carisias por mi cuello.

«¡Detta, haz algo!» exclamo, pero no tengo respuesta de ella.

—Khalid no te quiere —dice mientras su mano se enrolla en mi cuello—, si te quisiera ya le hubiera dado la orden a sus hombres a que me dispararan.

Su mano se detiene en mi garganta y hace presión, me jala hacia arriba poniéndome de pies, ahogándome; pierdo el equilibrio y le doy la espalda a la piscina. Tiburón me suelta y me apunta nuevamente con su arma.

—Él te llevará directo a la muerte. —Menciona—. Cambiaré de planes, seré rápido, te quitaré este infierno. Como hiciste con Camilo, sin dolor.

Doy unos pasos hacia atrás, pero siento la ranura de la piscina y me detengo. Tiburón dispara y mi cuerpo cae al agua, siento la bala atravesar mi brazo, abro la boca por un momento al sentir el dolor. Al paso de los segundos, empiezo a moverme en el agua, ahogándome al no aguantar la respiración; salgo con brusquedad a la superficie y mis pulmones agarran el aire de golpe, giro mi vista a mi brazo y veo una herida abierta, pero sin señal de bala. Tiburón se encuentra al frente mirándome con su arma extendida.

Khalid CafieroWhere stories live. Discover now