Pero por mi seguridad, mejor ni la miraba. No era el momento.

-         Pues vamos a confirmarlo – e inmediatamente coloco sus manos sobre mi cuello para asfixiarme.

Mi primera reacción fue automática, tratar de zafarme, pero tenía mucha fuerza.

-         ¡San... tiago... basta! – pedía con lo que podía pronunciar.

Estaba perdiendo rápidamente el aire, ya que él estaba aplicando toda su maldita fuerza.  Con mis manos empecé a rebuscar algo en mi escritorio pero apretó aún más. Sentí algo de metal y en ese mismo segundo se lo lance a la cabeza, logrando golpearlo. Me lanzo hacia el suelo y halaba exasperadamente el aire, no importa cuán dolorida estaba.

-         Por si no te quedo claro – se vino hacia mí.

¡No había logrado provocarle una contusión! Trate de levantarme pero me alcanzo y me puso nuevamente contra el suelo, luchaba para zafarme pero logro sentarse encima de mí y me dio unos tres puñetazos en el rostro rápidamente, volvió ahorcarme. Era tan escalofriante revivir este maldito momento, pero con una cara distinta y las mismas intenciones que la lagrimas me abordaron. No tardaría mucho en perder el conocimiento.

-         Estoy.... – la vista se me estaba nublando – Estoy... embaraza....

-         ¡¿Qué?! – se detuvo inmediatamente.

¡Gloria a Dios! Tosí y recuperaba el aliento.

-         ¡¿Qué estás diciendo?!

-         Estoy.... – halaba el aire, mi cabeza daba vuelta – Elías, estoy... embarazada.  

-         ¡¿Estas embarazada de ese mal nacido?! – exclamo.

¡Al fin Santiago había vuelto!

-         ¿Y creíste que eso me va a detener? – me apretó otra vez.

¡Maldecí, estaba dispuesto a matarme como fuese! Comencé ahorcarlo yo también, pero cada segundo que pasaba perdía fuerza.

-         ¡¿Crees...qué vas a lograr...algo?!

Estaba mareada, pero hice mi mayor esfuerzo para concentrarme y ahorcarlo con toda la fuerza que me quedaba.

-         ¡Eres... una... maldita perra... que Zacarías, no pudo... con ella – tosió - ¡Pero yo si!

Perdí la fuerza en los brazos y deje de ahorcarlo. Estaba viviendo mis últimos minutos de consciencia. Alguien irrumpió en la sala y se abalanzo contra Santiago, ambos cayeron a un lado. Hale el aire como la gloria, necesitaba tomar la pistola del escritorio. Voltee hacia donde peleaban ¡Era Franco! Empecé arrastrarme mientras tosía y recuperaba el aire. No lograba distinguir lo que decían, llegue al escritorio y con mucho esfuerzo me puse de rodillas, apenas la vislumbre, la tome. Logre pararme y vi como Santiago lanzaba a su padre por los aires, para caer en contra de la pared ¡Estaba escandalizada! Vi hacia la puerta y estaba Araroni recitando algunas palabras, con la palma levantada hacia Santiago. Se volteo hacia mí y comenzó a caminar, tome la pistola con ambas manos y le apunte, Le dispare sin anestesia alguna, logrado darle en un brazo, el cayo dolorido. Mi respiración estaba agitada ¡Estaba incrédula de lo que había hecho!

-         ¡¡Naomi no!! – grito Araroni.

Y repentinamente sentí unas ganas inmensas de matarlo, como si no tuviese otro objetivo en la vida. Corrí hasta donde había caído, me monte sobre él y lo primero que hice fue devolverle los puñetazos.

-         ¡¡ESTO ES POR TODO EL PUTO DAÑO QUE ME HAS HECHO!! – decía con rabia, con impotencia, entre lágrimas, sin dejar de golpearle, quería verlo sufrir - ¡POR LASTIMARME, POR CANCELAR NUESTRO COMPROMISO – cada motivo era un golpe -  POR CREERLE A ZACARIAS, POR PREFERIRLA A ELLA, POR CASARTE, POR NO QUERER OIRME...

MiaWhere stories live. Discover now