- ¡¿Esto es un mal chiste?! – exclame, volteándome hacia Alena.
- Ahm... No – confirmo – Efectivamente, Ricks es parte de tu grupo – me mostro la lista.
- ¡¿Pero cómo... - la tome para leer – Cuando...
- ¡Hey! – exclamo de manera casual Franco - ¿Algún problema? – dudo y se le veía divertido – Al fondo a la derecha – señalo – Esta la oficina de quejas – rio y siguió por ese mismo camino.
- Por supuesto que voy a poner mi queja formal – le estampe la tableta a Alena.
Me dirigí al pasillo y efectivamente llegaba al único sitio donde debía quejarme, la oficina del Sr. Ricks. Abrí la puerta sin tocar y él estaba riendo.
- ¿Desde cuándo Santiago pertenece al clan? – me cruce de brazos.
- Desde hace un buen tiempo ya – contesto con gracia, girando en su silla.
- ¡¿Por qué?! – no tenía sentido.
- ¿Debo rendirle explicaciones, líder? – dudo divertido.
- Las exijo –acate seriamente.
- ¿No considera usted que era momento de hacerlo?
- ¿Qué sentido tiene que haya obligado a su hijo a pertenecer a un sitio que ha detestado siempre?
- ¿Quién dijo que lo obligue?
¿Ah no? Esto era extraño.
- Déjese de rodeos, dígame que hace aquí – pedí.
- Bueno, me pareció oportuno que ingresara a las filas de nuestro clan para que aprendiera... - explico – Reflexionara, madurara... - decía
- Pensé que para casarse y tener un hijo se necesitaba ser maduro – interrumpí de manera sarcástica.
- Se necesita el mismo grado de madures que para ocultar un hijo – contesto y alzo su ceja.
Rodee los ojos.
- La verdad me importa poco el motivo por el cual haya metido a su hijo en esto – continúe – Pero sencillamente no lo quiero en mi grupo, así que solicito de manera inmediata que lo trasladen a otro grupo.
- Imposible – contesto.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Ya los grupos están conformados, no puedes alterar la estructura.
- Es la excusa más barata que me podía dar – dije – O lo cambian de grupo o sencillamente pongo mi renuncia a esta misión – amenace.
- ¿Está segura de querer desprestigiar su trayectoria por un simple alumno?
Me acerque al escritorio y me recargue.
- Estamos claros que no es un simple alumno – murmure molesta.
- ¿Entonces qué, lo traslado al grupo de la Agente Cooper? – desafío.
¿Con esa gata suelta?
- Lo sabía – rio y se levantó – Lo mejor es que este en tu grupo – camino para cerrar la puerta.
- ¿Lo mejor para quién? – me voltee – Sera para usted que si le llega a pasar algo, tengo que verme en la obligación de no solo salvarle la vida a su hijo sino de patearle el trasero a quien lo ponga en peligro.
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Mia
Teen FictionYa no habían lágrimas, ya no había dolor, solamente quedaba el gran rencor que Naomi le guardaba a Santiago y a todos aquellos que le habían dado la espalda. Decidida a volver, dos años después al mismo sitio del que había huido sin dejar huellas, s...