Acto 15: El anuncio -Escena 02-

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Julian se acercó gentilmente hacia el alienígena. Ardit, ávido, observaba la posutura del hombre, sus gestos corporales; lucían esplendidos. El alienígena comenzaba a entablar una conversación con Julian.

En el robusto y negro edificio de la capital, Gjon sentado con sus piernas cruzadas y reflexionando tras las ventanas transparentes, que realizaban un enorme acercamiento hacia el lugar del encuentro. Miraba con meditativa atención, al alienígena azul y a Julian. La ventana con un diminuto rugido comenzó a transmitir la conversación. No resultará ningún incoveniente para el representante Julian, pensó. Ha empezado muy bien. Será una oportunidad magnifica; adentrarse en la forma de pensar de estos individuos, profundizar en la mente, en sus intenciones mas internas. Julian, ahora una responsabilidad enorme recae en ti; haznos saber quienes son, y obtendrás un importante reconocimiento mundial. Apenas y sonrió, meneando su cabeza, siguió observando, sin prestar atención a un par de miembros de los seguidores del mensajero Perendia, sentados detrás de el, igualmente concentrados en las imágenes de las ventanas.

Ardit, formaba parte de una ventana superior, su expresión seria y algo fingida de sorpresa, evocaba que la gente le ignorase. Sus compañeros mantenían los brazos a los costados, firmes con ojos grandes de falsa emoción. Eran convincentes para el momento.

—...Me escuchas Jael, estos seres vienen en paz. Estaremos muy bien, confía en mi—dijo un hombre calmando a un pequeño niño, algo desconcertado.

— ¿Eh? ¿Qué dices, cariño?—contestó un hombre del otro lado, fijando su vista en una mujer de tez clara y bastante alta—, te equivocaras. Ya veras, y al final diras, Hag tenia razón. Entonces tendrás que recompensarme con una de las tartas que hacia tu padre. Y todo ¿por que? Por no confiar en ellos, ya no pasará nada igual.

— ¿Qué tan superiores pueden ser, papa?—preguntó una niña que se hallaba a un costado de Ardit.

—No lo se cariño. Quizás solo un poco, no parecen para nada como seres de un alto grado de evolución. Mmm... Esperaremos a ver que sucede—acarició la calva cabeza de su niña.

Ardit inmerso en las ajenas conversaciones; sentaron una reafirmación sobre una concepción previa, juzgando con antelación: La confianza es una palabra que fácilmente se llega a confundir con ingenuidad. Perendia, en una complicada manera de demostrarla, tardó bastante tiempo en ganarla. A Ardit le chirreaba escuchar con la facilidad que pronunciaban tal frase.

—Ardit. En poco tiempo, se dirigirán hacia la capital. Tendrás que apresurarte y llegar con anticipación. Wilk permanecerá en espera ante las siguientes naves. Tomen caminos distintos—dijo Gjon, amable.

—Bien, líder Gjon.

Dio la espalda a los alienígenas, miró la arenosa superficie y compartió la información con los otros dos compañeros. Caminó hacia un vehículo, prestado en nombre de los seguidores del mensajero Perendia.

Un hombre de rostro pequeño y perfilado, de mediana edad se atravesó en el camino de Ardit, preguntando:

— ¿No es impresionante?—le sonrió—, ¿la compañía que siempre habíamos deseado?—Ardit no contesto, se hallaba incomodo. Su urgencia, brilló en su rostro— Solamente preveo buenas nuevas... Al fin, compartir con alguien, que no solo sea un humano, que ya bastante acostumbrados estamos a nosotros mismos y algo hartos—echo una carcajada—. Veras joven, que nosotros los de mayor edad, cansinos de no vislumbrar nada mas que, silencio y el ruido de nuestras actividades habituales, forman la impresión que jamás sucederá algo de dichosa admiración, y mira, ahora... podemos apreciar algo, que en verdad, cambia nuestras vidas en nuestro subconsicente—miró de un lado a otro. Estaba al tanto de la intromisión que había provocado en el camino de Ardit. Pero le era imposible, ver como alguien se retirara, como si se tratará de un evento casual y meramente despreciable—. Lo entenderas mas adelante—se apartó con un rostro desaprobatorio.

Ardit hizo una mueca y apresuro su paso. Se adentro en el vehículo y en poco tiempo llegó a la capital.

Frente al palacio, una turba expectante se hallaban constantemente mirando hacia sus lados. Mientras, por la larga pantalla del palacio, cubierta por el transporte de los primeros alienígenas; crecía un fervor.

Ardit, se adentro en el gentío, situándose delante de la pequeña explanada donde se presumirían los visitantes. Wilk, recién llegaba, haciendo un ademán desde el otro lado, ocultándose tras unos jóvenes.

Estaban llegando. Sujetos a la admiración humana, Ardit, se unió a la avalancha de sonidos de bienvenida. 

ODISEA ÁNIMAWhere stories live. Discover now