Acto 11: Relaciones Impropias en Aleabid -Escena 13-

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Se encontraba el piloto aún despierto, observando como empezaba amanecer otra vez. Le sonrió al cielo y entró en la nave. Despertó a la tripulacion.

Habían dsifrutado bastante la noche corta. Bashkim pidió a Mell que indicará en que dirección se hallaba la ciudad.

Emprendieron el viaje, y en dos días habían logrado llegar y encontrarse frente a altos muros con plantas, imponentes. El color azul y negro dominaba la vista. Se detuvieron ante la notificación y requirimientos de un permiso.

Siguieron con el plan y explicaron la misión y el lamentable incoveniente al momento de aterrizar en la lejanía. Los dejaron entrar después de un chequeo por parte de una luz cegadora que llovía desde la punta de la más alta planta. Un pequeño agujero en el medio del tallo; abierto por medio de complejas palancas que visualmente hacian alusión a que la planta pudiese sufrir. Dentro, estructuras y casas yacían depositadas sobre amplios pétalos en forma de "m". Un gris oscuro que ofrecía una dificultosa condescendencia en la ciudad llamó a los ojos de la tripulación. Aún asi, era bastante notorio el avance tecnológico con respecto a la ciudad de aterrizaje. En verdad, Mell tenía razón.

Un coctel de tamaños y formas de palancas abundaban el lugar. Antes de aterrizar, un hombrecillo con un color más claro que Mell apareció frente a la nave, flotando sobre una pequeña esfera fosforecente. Traía una máquina en sus manos—como no podría faltar—, tenía incrustada una palanca. El hombre alegaba con voz casi inaudible algo. Bashkim acercó la nave hacia su lado. La dejó estatica, abrió la compuerta y se asomó.

—<< ¿Numero de tripulantes? >>— cuestionó algo molesto.

—Cuatro—respondió Bashkim. Miró al hombrecillo que sumergió su cabeza dentro de la nave. Corroboró y asintió enérgicamente mientras movia de la palanca.

—<< ¿Cuentan con Freistos? >>— volvió a preguntar.

El piloto miró dudoso a Mell. Quien le susurró que era la moneda de la ciudad.

—No.

Tiro de nuevo de otra palanca debajo de la mayor.

—<< Excelente, pueden aterrizar en el puerto di-mayor >>—agachó su cabeza y volvió a registrar con una palanca mas pequeña.

Bashkim extrañado volvio a pilotear la nave. Desde la cabina le lanzó una pregunta a Mell:

— ¿Qué fue lo que pasó?

El hombrecillo camino con pasos cortos. Se puso de pie sobre la caja de controles, mirando el exterior.

—Es la situación; necesitan registrar absolutamente todo. Lo que hemos visto apenas es el principio. Son irritantes. Pero eso les ha ayudado levantar su dichosa ciudad—observó antes de aterrizar el pétalo que ocupaba la estructura inclinada del rey Dre'—. Observa, no hemos quedado tan lejos del rey— apuntó—. Tenemos que apersurarnos Bashkim.

Al salir de la nave, un desagradable hombrecillo empezó a medir el tamaño de los pies de la tripulación a excepto de Mell, al cual ignoró totalmente. Ni siquiera se molestó en una bienvenida o un saludo. Eso les molesto.

—<< ¿Su destino? >>

— ¿Con el rey Dre'— dijo Lautaro vacilando ante la situación.

Sacó un pequeño objeto con una pantalla rectangular que arrojaba números enecerrados en cuadrados paralelos.

—<< Quinientos pasos para usted >>— tiró de una palanca—<<. Cuatrocientos cuarenta y ocho pasos para usted >>—con su vista señalo a Bashkim—<<. Seiscientos pasos para usted>>—ahora con Kella—<<. Seiscientos ciencuneta y tres pasos para usted>>—terminó con Tavin y se apartó, esfumándose detrás de otras naves.

Había quedado una extrañeza impregnada en el aire. Se encontraban indecisos del siguiente paso; si fuera posible, evadir a otro hombrecillo raro.

Encontrandose a las afueras del puerto, enormes estructuras con fachadas de color blanco se hallaban sobre la vista de la tripulación. Anodados recibieron el mensaje de la ciudad. Claro que existía una visual diferencia entre la anterior y la actual. Sobre la edificación que anteriormente había señalado Mell, había un brillante rio de turquesa que bajaba del alto pétalo, hasta caer en cascada a un lago en la superficie.

Al caminar, pequeños hombrecillos con largas y onduladas cabelleras de un total negro caminaban con cierta elegancia sobre su único pie, añadiendo que estaban cubiertos con una prenda únicamente en su torso. Ni se inmutaban ante los visitantes. Sus seguras miradas estaban enfocadas en cosas que con certeza parecían más importantes.

—Mell, ¿cómo es que subiremos hasta ahí?— preguntó Lautaro.

—<< Necesitaremos pedir al ayudante de transporte... >>— giró su cabeza, barriendo el lugar con su vista—<<. Es aquel, el que sostiene la caja>>—señaló.

Sin dudar se acercaron con el hombrecillo.

—Necesitamos reunirnos con el rey Dre'— lanzó Bashkim.

El sujeto sin mirarles apuntó con un palillo sobre la caja. Después, les echo un vistazo.

—<< Solo ustedes tres. El esclavo debe quedarse aquí >>—seleccionó algo sobre la caja y un cono cirstalino bajo desde la estructura a visitar. Penetró sobre un agujero, con suma delicadeza.

—<< Suban >>—apuró el hombrecillo.

Lautaro quedo disgustado ante el hecho que Mell no pudiera ir con ellos. El decidió quedarse estacionario, asintiendo con su avellando ojo.

Al estar dentro de la parte circular del cono. El desagradable sujeto, desde fuera presionó sobre su caja y una cúpula sólida de un carmesí cayó sobre ellos. Comenzaron a subir lentamente; sintieron la delicadeza de tocar el suelo firme y la cúpula volvió a ocultarse dentro del cono.

Estaban sobre la superficie áspera y molesta. La estructura no lucía tan llamativa, era sencilla, con matices de grandeza, pero muy sutiles. Un hombrecillo que montaba sobre un animal de dos patas les guió hacia la entrada; puerta pequeña, triangular y con una base bordeada de luz fosforecente. 

ODISEA ÁNIMAWhere stories live. Discover now