🌁Una vida hecha un sueño, pesadillas en la oscuridad.

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En aquella época del año, los días eran más largos que las noches, la ciudad parecía mas alegre al igual que las personas, sin embargo ellos dos no prestaban atención a otra cosas que no fuera su amada persona.

Bill y Dipper caminaban por la calle solitaria, sin hablar de nada, el cielo aún estaba claro aunque ya era tarde, habían ido a comer afuera y ahora regresaban a casa, el castaño se sentía tan tranquilo de tener a alguien a su lado, que sostuviera su mano sin querer soltarla, ahora era un gesto que parecía impedir a la soledad acercarse siquiera un poco, el menor recordó cuando era más joven y caminaba por la calle sólo, su corazón deseaba tanto encontrar a alguien que lo acompañara, que lo escuchara, que lo protegiera, que lo amara y que le enseñara a amarse a sí mismo, miró de perfil al rubio y sonrió en silencio, no podía creer lo afortunado que era.

Llegaron pronto al apartamento, tomaron un baño juntos lleno de risas y besos, aunque el menor por poco cae al suelo e hizo que Bill lo salvara y se golpera en la frente con la puerta de vidrio de la bañera.

Siempre decimos que no debemos jugar aquí.

Te duele?

—Si, pero si me besas el dolor pasará.

Entraron juntos a la cama, Bill trató de dormirse sin hacer nada más que besar al menor, pero no lo logró, al final no resistió, y el castaño pronto se encontró debajo de él, lo llenó de besos y marcas de amor antes de abrazarlo, los gemidos del menor eran la mejor melodía, sus manos recorriendo su espalda y dejando marcas, su cuerpo estremeciendose, su piel desnuda contra la de él, su respiración agitada combinada con la suya, después de sentir todo aquello por fin pudo dormir satisfecho abrazado al contrario.

Era casi la una de la mañana cuando el castaño abrió los ojos, su corazón y su respiración estaban acelerados, miró a su lado al rubio que por suerte seguía dormido.

El problema era que ahora para Dipper se estaba haciendo muy difícil dormir a causa de las pesadillas, todas las noches las tenía, un poco borrosas, destellos de las vidas de muchas personas, al despertar no recordaba mucho pero, algo seguro era que no podía olvidar aquellos quejidos de sufrimiento y dolor de esas personas asesinadas por Bill que le perforaban sin piedad el corazón antes de abrir los ojos, esperaba que el mayor no se diera cuenta, porque de lo contrario no sabía lo que haría, y es que no era sólo su mente la que se veía afectada por ese poder, su cuerpo también dolía a veces, de vez en cuando su nariz sangraba y se sentía mareado, ya había ido a una revisión en el hospital y aparentemente estaba perfecto. Odiaba que su cuerpo fuera tan débil pero no era sólo eso, los poderes del demonio eran tan sorprendentes que un cuerpo humano no era un recipiente adecuado para ellos, por fortuna ahora podía hacer llevadero todo eso.

Respecto a los poderes, no sólo pasaban cosas malas, pues luego de recibir aquellos poderes demoníacos no se sentía muy cansado, así que ahora sólo dormía algunas horas, al principio era extraño, pero pronto empezó a buscar cómo matar el tiempo, televisión, radio, libros, dibujos, escritos, animes, mangas, pronto se acostumbró y regresaba a la cama antes de que Bill despertara, hasta este momento esa rutina nocturna no había tenido ninguna falla.

Ya en la tarde del día siguiente, el rubio había regresado del trabajo, el menor al perecer aún estaba en la universidad, luego de ordenar todo un poco, el mayor tomó un baño y se sentó en la sala a revisar unos papeles, en el preescolar donde trabajaba harían una feria la proxima semana como clausura, cada salón había elegido una temática, él tenía un grupo, y por orden suya, los pequeños debian ir disfrazados de super héroes, claro que ellos habían aceptado encantados, pero debía revisar que todo estuviera en orden con los demás grupos, por petición de las maestras que lo habían nombrado el coordinador. A decir verdad ya se había acostumbrado a su vida humana, algunas cosas faltaban, como sus poderes, sus conocidos y el mundo demoníaco, pero la mirada de amor que le regalaba el menor cada vez, era algo que no cambiaría por nada en el universo, odiaba decirlo pero su amor por ese humano sólo aumentaba, a veces hasta el punto de querer tener ese delicado cuerpo entre sus brazos por siempre e impedir que algo malo le sucediera.

Cuando La Luz Se Oscurece. +18 [BillDip] On viuen les histories. Descobreix ara