Cuando La Luz Se Oscurece. +18 [BillDip]

😶Del dolor al placer solo hay un paso, olvidar, recordar, necesitar.

Dipper sintió que alguien lo tomaba por los hombros, su amado rubio.

—Pino...

El castaño se dio la vuelta y allí se encontró con Bill que lo miraba fijamente, tenía una extraña expresión en su rostro, de seguro había escuchado y visto todo.

—Esto es como un déjà vu.

Dijo el menor limpiando su rostro con el dorso de sus manos, mientras veía al demonio.

—¿Escuchaste mucho?

—Lo suficiente para decir, que si veo  que esa pelirroja vuelve de nuevo, le voy a dar el susto de su vida.

Dipper soltó una risita al pensar en eso.

—Que dices... Le dije que estaba enfermo y vino para ver cómo estaba, a decir verdad no creo que vuelva.

—Nadie la quiere aquí, es una maldita cucaracha, debí haber dicho algo...

—No, es mejor que ella no te vea.

Interrumpió el castaño.

—Ninguno de los dos quiere que alguien me vea... Y entonces ¿Estás enfermo Pino? ¿Es por lo de... anoche?

El demonio tocó la frente del castaño, lo había visto llorar y también escuchó lo que le había dicho esa maldita humana antes de irse, el castaño había llorado por un momento antes de que él lo tocará, ahora que lo miraba de cerca veía sus ojos rojos y un poco más claros, incluso luego de llorar se veía hermoso, limpio algunos restos de lágrimas con su pulgar. Quería besarlo, pero el otro al darse cuenta se alejó.

—Eres un maldito demonio en celo.

Dipper quitó la mano de Bill al ver que lo miraba detenidamente.

—¿Demonio en celo? Cada vez que acabábamos decías que aún me necesitabas, quien diría que encontraría en ti un humano con un gran apetito.

—No sé de qué hablas.

Dijo el menor sonrojado.

—Quieres que te lo recuerde.

Bill se acercó de nuevo para darle un beso, suave y dulce, lo llevó hasta el sofá para recostarlo allí sin dejar de besarlo, se separó para ver al castaño, quien estaba aún sonrojado.

—Supongo que tendré que marcarte para que no se te acerque nadie indeseado.

—Espera, espera Bill... ¡Ah!

Bill subió el abrigo del menor y comenzó a acariciar y saborear su pecho.

—Un mordisco por aquí...

Dijo el rubio mordiendo suavemente uno de los pezones el castaño.

—...Un beso por aquí...

Continuó con el otro pezón. Lamía y tocaba cada parte, lenta y deliciosamente.

Dipper sólo gemía ante esas caricias, maldito demonio que lo controlaba a su merced en un segundo, de repente sintió que este le hacía cosquillas en los costados. El castaño comenzó a reir y a tratar de detenerlo.

—Hace cosquillas... Jajaja... Déjame Bill.

El demonio se detuvo y lo miró de nuevo.

—No quiero que llores Pino, me siento extraño cuando lo haces, no eres asqueroso, tu... Eres un humano... Como ningún otro ¿Entiendes?