Una canción a piano. [Bills x Tn vs Wiss x Tn]

Capítulo 51.

Bills.

La luz de la mañana cubría delicada pero deliberadamente todos y cada uno de los rincones del cuarto en el que me encontraba descansando desde la noche anterior, o por lo menos intentándolo.

A penas había conseguido pegar ojo en toda la noche lo cual, viniendo de mí, es extremadamente extraño y todo por culpa de esa estúpida saiyajin...

No importa cuántas veces o por cuánto tiempo lo intente, nunca consigo sacármela de la cabeza ni por un maldito segundo... Creo que si sigo así acabaré volviéndome loco tarde o temprano...

Con algo de pereza me levanté de mi terriblemente suave y cómoda cama para ponerme en pie con algo de cuidado tras estirar mi cuerpo por completo y soltar un gigantesco bostezo mientras caminaba lentamente hasta el armario de mis aposentos.

Para ser sincero he de decir que últimamente no he estado durmiendo prácticamente nada debido a mi preocupación por el bienestar de esa saiyajin, lo cual me hace estar mucho más cansado e irritable de lo normal...

Un suave y corto suspiro escapó de mis labios a medida que la fina tela que compone mi blanca túnica se deslizaba lenta y paulatinamente por mi cuerpo hasta dejarme completamente desnudo.

Podía sentir como una corriente de aire frío se colaba por una de las muchas ventanas de mis aposentos y golpeaba fuertemente mi cuerpo consiguiendo despertarme un poco más, si es que eso era posible.

Con algo de velocidad debido, al frío que comenzaba a sentir, abrí el armario que se encontraba frente a mí y rebusqué entre la ropa que allí se encontraba, la ropa que utilizo normalmente en mi día a día.

Tras ponérmela salí de mis aposentos y caminé por los silenciosos y solitarios pasillos de mi palacio como ya era costumbre para mí.

El sonido de mis pasos al caminar por los extensos pasillos era lo único que rompía aquel mañanero silencio lo cual, de cierta forma, me molestaba.

Odio el silencio. Tal vez suene algo ridículo o absurdo pero lo odio. Llevo tantos siglos viviendo en silenciosa soledad que la ausencia de sonido para mí se ha vuelto una verdadera tortura.

Esa fue la razón por la que le pedí a esa saiyajin que viniera a vivir aquí, a palacio, y es que su música llena mis silencios y su simple presencia, mi alma.

Tan sumergido en mi mente me encontraba que no me percaté del momento exacto en el que había llegado a la puerta de la habitación de aquella saiyajin que ocupada todos y cada uno de los pensamientos que existían en mi cabeza.

Sin pensarlo dos veces entré al interior de la estancia sin tocar la puerta con antelación ya que quería comprobar el estado de la muchacha sin despertarla puesto que no quería molestarla pero la escena que frente a mí se cernía me dejó sin palabras.